Esta adaptación de la novela de Yoji Hayashi, basada en hechos reales, puede que pase por ser una de las películas más duras de Takashi Miike, sin duda. Aunque no “dura” en plan ultraviolento, como nos tiene acostumbrado; sino dura por lo realista y cruda que resulta su propuesta.
El director se plantea hacer un drama carcelario con retazos de “thriller” a lo Ringo Lam, en las tierras de Filipinas y entre los inmundos corredores de la cárcel Paradise y su gente de negocios indeseable, escurridiza corrupta y capaces de todo para poder sobrevivir.
Koji Kikkawa, Nene Otsuka, Kenji Mizuhashi, Tsutomu Yamazaki, Hua Rong-Weng y uno de los actores fetiche de Miike, Kenichi Endo, dan vida a unos personajes tan repulsivos como interesantes y carismáticos. Los toques de drama, “thriller” policíaco y retorcido humor negro hacen que sus casi dos horas se pasen muy rápido.
Y además, aunque Miike disimula el nivel de brutalidad y surrealismo para no perder el tono dramático principal, también deja ver algunas aportaciones suyas que se nota que llevan su inconfundible sello, lo cual siempre es de agradecer; a destacar el momento en el que los hombres de Yabumoto disparan impasibles a Toshiyuki en la selva y éste no deja de levantarse y caminar o cuando el personaje de Taro comienza a vociferar sus ininteligibles oraciones estando en el campamento y siendo proclamado una especie de mesías por los lugareños.
Mad Warrior
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Esta adaptación de la novela de Yoji Hayashi, basada en hechos reales, puede que pase por ser una de las películas más duras de Takashi Miike, sin duda. Aunque no “dura” en plan ultraviolento, como nos tiene acostumbrado; sino dura por lo realista y cruda que resulta su propuesta.
El director se plantea hacer un drama carcelario con retazos de “thriller” a lo Ringo Lam, en las tierras de Filipinas y entre los inmundos corredores de la cárcel Paradise y su gente de negocios indeseable, escurridiza corrupta y capaces de todo para poder sobrevivir.
Koji Kikkawa, Nene Otsuka, Kenji Mizuhashi, Tsutomu Yamazaki, Hua Rong-Weng y uno de los actores fetiche de Miike, Kenichi Endo, dan vida a unos personajes tan repulsivos como interesantes y carismáticos. Los toques de drama, “thriller” policíaco y retorcido humor negro hacen que sus casi dos horas se pasen muy rápido.
Y además, aunque Miike disimula el nivel de brutalidad y surrealismo para no perder el tono dramático principal, también deja ver algunas aportaciones suyas que se nota que llevan su inconfundible sello, lo cual siempre es de agradecer; a destacar el momento en el que los hombres de Yabumoto disparan impasibles a Toshiyuki en la selva y éste no deja de levantarse y caminar o cuando el personaje de Taro comienza a vociferar sus ininteligibles oraciones estando en el campamento y siendo proclamado una especie de mesías por los lugareños.
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