Ésta es una película que mucho por donde cogerla no tiene, la verdad sea dicha. Ronda, friega el aburrimiento y en muchos momentos cae decididamente en él. La historia proviene de una pieza teatral de Lily Hatvany, escritora húngara que, como algún otro autor de igual nacionalidad (pienso evidentemente en Ferenc Molnar, aunque en este caso su popularidad fuera muy superior a la de la autora que nos ocupa) gozó de un cierto predicamento en el período de entreguerras. La pieza de la que hablamos, Tonight or never, se estrenó en Broadway en 1930 y ya dispuso en sus principales papeles de algunos de los intérpretes que aparecerían posteriormente en la versión cinematográfica: Melvyn Douglas, Ferdinand Gottschalk, Warburton Gamble, Robert Greig, etc dieron vida posteriormente a los mismos personajes que habían alumbrado en la obra teatral. La comedia tuvo éxito - se dieron 232 representaciones - lo que debió considerarse suficiente justificación como para emprender la aventura de la gran pantalla.
Sinceramente, la pieza no da para mucho, y si no fuera por alguno de los vestidos de Chanel que luce la Swanson y que vale la pena detenerse a admirar o por alguna brevísima escena entre los dos protagonistas, o, mejor aún, por alguna postura, muy bella, por alguna actitud momentánea de ellos dos en el desarrollo final de la película yo todavía la calificaría peor. Para verla hay sentirse tributario de la historia del cine y hacer el sacrificio de pasar una hora larga (por suerte no supera los 80 minutos) siguiendo los meandros de una historia cuyo devenir se adivina desde el primer momento y que, además, poco interés tiene.
Toribio Tarifa
4
Ésta es una película que mucho por donde cogerla no tiene, la verdad sea dicha. Ronda, friega el aburrimiento y en muchos momentos cae decididamente en él. La historia proviene de una pieza teatral de Lily Hatvany, escritora húngara que, como algún otro autor de igual nacionalidad (pienso evidentemente en Ferenc Molnar, aunque en este caso su popularidad fuera muy superior a la de la autora que nos ocupa) gozó de un cierto predicamento en el período de entreguerras. La pieza de la que hablamos, Tonight or never, se estrenó en Broadway en 1930 y ya dispuso en sus principales papeles de algunos de los intérpretes que aparecerían posteriormente en la versión cinematográfica: Melvyn Douglas, Ferdinand Gottschalk, Warburton Gamble, Robert Greig, etc dieron vida posteriormente a los mismos personajes que habían alumbrado en la obra teatral. La comedia tuvo éxito - se dieron 232 representaciones - lo que debió considerarse suficiente justificación como para emprender la aventura de la gran pantalla.
Sinceramente, la pieza no da para mucho, y si no fuera por alguno de los vestidos de Chanel que luce la Swanson y que vale la pena detenerse a admirar o por alguna brevísima escena entre los dos protagonistas, o, mejor aún, por alguna postura, muy bella, por alguna actitud momentánea de ellos dos en el desarrollo final de la película yo todavía la calificaría peor. Para verla hay sentirse tributario de la historia del cine y hacer el sacrificio de pasar una hora larga (por suerte no supera los 80 minutos) siguiendo los meandros de una historia cuyo devenir se adivina desde el primer momento y que, además, poco interés tiene.
Me gusta (0) Reportar