Ficha Sonrisas de una Noche de Verano


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Críticas de Sonrisas de una Noche de Verano (1)




Mad Warrior

  • 31 Mar 2021

7



Con la llegada del verano, las pasiones florecen, los viejos amores renacen de las cenizas del invierno y la picadura de la lujuria deja mella en la piel de aquellos que deciden entregarse a su mágico hechizo.
Pero no olviden que el amor es un juego de malabarismo continuo, con tres pelotas: corazón, palabras y cuerpo.

Casi diez años de carrera llevaba Ingmar Bergman y quince obras que la cimentaban; sin embargo, como cualquier cineasta, había tenido tiempo de saborear las mieles del éxito al tiempo que las hieles del fracaso. Tras ir ganando prestigio su primera obra moderna (“Un Verano con Monika”) gracias al favor de algunos críticos franceses, el director siguió dejando patente su versatilidad en títulos un tanto menores: “Una Lección de Amor” o “Sueños”; por aquellas fechas, y como si fuera costumbre o un sino inevitable, su vida no estaba atravesando una buena racha...
A los consabidos problemas estomacales que tanto le hacían sufrir, se unía el poco éxito obtenido por sus últimas obras y la relación que mantenía con Harriet Andersson cuyo final fue desastroso; ya había iniciado ese momento, y sin que nadie lo supiera, una aventura con la joven Bibi Andersson, futura musa de su cine a quien conoció unos años antes y que acabó regalándole un pequeño papel en el film que nos ocupa, cuya incapacidad para las relaciones sentimentales darían pie a que escribiera su guión. Los señores de Svensk Filmindustri le impusieron por si acaso un ultimátum: si este proyecto tampoco tenía éxito, dejarían de financiarle.

Debatiéndose entre el intento o el suicidio, vuelve a descolgarse por el humor dejando atrás sus más turbias tragedias; aunque esto sólo fue en parte. La trama nos sitúa a principio de un siglo XX sofisticado y refinado (el ambiente preferido de Bergman para la comedia, tan heredado del teatro) y en la vida de Fredrik, un prestigioso abogado que oculta a la sociedad su verdadera condición de escurridizo casanova más preocupado de sí mismo que de los sentimientos de todos aquellos que le rodean, incluida su jovencísima esposa Anne y su hijo Henrik.
Y por supuesto la situación no mejora cuando es revelado el amor que todavía siente aquél por una antigua amante, la presuntuosa y dominante actriz de teatro Desiree. Bergman empieza a perfilar las esquinas de un por ahora pentágono amoroso donde también viene a inmiscuirse una seductora cridada (Petra); con su sutileza, elegancia, puesta en escena y superficial análisis, la obra podría afincarse en los terrenos de una comedia “screwball” o de época propia del canon hollywoodiense, más cerca del cine de George Cukor, Ernst Lubitsch, quizás de H.C. Potter o George Stevens, a lo mejor de Vicente Minnelli, pero el sueco esconde intenciones mucho más oscuras bajo estos atractivos oropeles.

En realidad los personajes que aquí hallamos no se alejan mucho de los que suelen poblar sus trabajos más graves y reflexivos; la bella Anne todavía presa de la virginidad por su recelo, el atormentado Henrik deseando convertirse en pastor e invadido por el pecado o esa Desiree colmada de rencores. Sin embargo todos están tocados por la gracia de la mordacidad, de la cómica frivolidad; un nombre pronunciado en la situación menos oportuna y una obra de teatro que expone la esencia de la historia son los resortes para que nazca una gran farsa cuyos simpáticos enredos se alimentan de los peores sentimientos.
Mientras la clase alta y los adultos (Desiree, Fredrik, el conde Carl y su esposa Charlotte, quienes harán del pentágono amoroso un heptágono) se ven devorados por la indiferencia, el desprecio, el odio, la hipocresía, la cobardía, el cinismo y la obstinada soberbia, los más humildes y jóvenes (Petra, Henrik, Anne, Frid) se rinden a su debilidad consustancial por la tentación, la impaciencia, el libertinaje y, como siempre le ha gustado celebrar al cineasta, el puro placer del amor carnal, ideal que todas sus comedias presentan. En este caso el humor ligero, dado por diálogos de lo más afilados, actuaciones frescas y escenas muy divertidas, se ve acompañado de una amarga sensación de tristeza y soledad.

Insatisfacción asfixiante es lo que transmiten las interacciones entre Carl y Charlotte y Desiree y Fredrik, cuyas palabras se lanzan como cuchillos, sin la más mínima emoción; de ahí que ninguno de estos protagonistas se gane nuestra simpatía. El último acto con todos reunidos en la mansión de Desiree se escora hacia un realismo mágico que encuentra en su apropiado ambiente bucólico los destellos de Shakespeare; el vino afrodisíaco ofrecido por la madre de la anterior (no sólo el mejor personaje del film sino de los mejores inventados por el sueco, a quien da vida una soberbia Naima Wifstrand) desata los sentimientos profundos de los presentes.
En un sentido más amplio, el primer sorbo de vino es lo que provoca a Henrik liberarse de su mutismo y proclamar a viva voz aquello que nosotros mismos deseábamos; y si bien la idea de la muerte cruza por la mente de algunos, la dulce presencia del amor servirá de parche reparador. Gunnar Björnstrand, Margit Carlqvist, Eva Dahlbeck, Ulla Jacobsson, el impagable Jarl Kulle, habitual del género (y lo demuestra con creces), y esa Andersson hipnótica en su morbosa criada se entregan a la diversión y la frivolidad de una forma magnífica.

Su talento brilla en instantes como el primer encuentro entre el conde y Fredrik, la truculenta cena o el duelo con la pistola, la secuencia más intensa y elaborada (y donde mejor sobresalen la fotografía de Gunnar Fischer y la habilidad del director para llenar sus primeros planos de angustia), que haría enrojecer a Lang o al mismísimo Hitchcock. Sobran, eso sí, otros ilógicos momentos que se producen sin explicación (¿a qué venía, por ejemplo, lo de Anne y Petra revolcándose por la cama?...).
Aun así la obra termina siendo un éxito mayúsculo. Con ella, aplaudida en Cannes sin que Bergman lo supiese, éste no sólo recupera su prestigio, sino que logra que el público internacional considere más seriamente el cine europeo. Ahora que dispone del favor de su productora prepara algo grande; la próxima vez que se ponga tras la cámara será para filmar “El Séptimo Sello”...



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