Ficha El Mundo de George Apley


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Críticas de El Mundo de George Apley (1)




Toribio Tarifa

  • 21 Mar 2016

10


Ignoro la razón que lleva al destino a jugarle una mala pasada a Joseph L. Mankiewicz; porque no creo que se deba a empeño de nadie el que se vea situado en un plano de excelencia muy por debajo de otros que se lo merecerían menos, a mi modesto juicio. Que el director de una serie de obras maestras, entre las que se cuentan ¨El mundo de George Apley¨, ¨El fantasma y la señora Muir¨, ¨Carta a 3 esposas¨, ¨Eva al desnudo¨, ¨Operación Cicerón¨, ¨Julio César¨, etc. etc. tenga que mendigar nuestra atención me parece tan indigno como injusto. Y vayamos a por ¨El mundo de George Apley¨.
Hubo un tiempo en que quien esto suscribe creyó firmemente que la sabiduría consistía en conocer que el DDT correspondía a la fórmula del diclorodifeniltricloroetano. George Apley nunca se dejó engañar así. Se dejó engañar de otra manera, con otras fórmulas. Creyó firmemente que por la vida se andaba aplicando a pies juntillas las fórmulas transmitidas por sus mayores, desde los que eran sus familiares hasta aquellos otros que, no siéndolo, le merecían el mayor de los respetos: Ralph Waldo Emerson, por poner un ejemplo concreto. Cuando su mujer le advierte que el árbol de la veranda está ya que llega al techo y propone una vigorosa poda, el señor Apley le recuerda que en anteriores ocasiones su madre había mandado alzar el techo para no interrumpir el crecimiento del árbol. Y así en todo. Pero cuando sus hijos, tiene dos, empiezan a mostrarse disconformes con los planes que su padre tiene para ellos, el señor Apley se sume en la infelicidad. Pero - y ahí radica a mi modo de ver la grandeza del personaje y por ende de la película - es capaz de intentar deshacerse, de romper con los esquemas transmitidos y de buscar atinar con la solución justa y adecuada a cada problema que se le plantea. Y así, como hacemos todos, tropezando una y otra vez consigue salir adelante. Maravillosa y sabia película. Hubo un personaje un día que, en una programa de TV donde se presentaba esta película, osó decir que el señor Apley era un imbécil, poniendo así de manifiesto que seguía formando parte de los que todavía creían que la sabiduría consistía en saber que el DDT correspondía a la fórmula del Diclorodifeniltricloroetano.



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