Ficha Zatoichi 4: Zatoichi the fugitive


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Críticas de Zatoichi 4: Zatoichi the fugitive (2)




TANO

  • 11 Jul 2021

7


Una lucha territorial entre dos familias yakuzas, intrigas, honor, envidias, traiciones, relaciones amorosas... y como de costumbre, Zatoichi en medio de todo el follón.
Nuestro ¨héroe¨ tiene el ¿don? de meterse en todos los problemas del mundo, quizás por la fama que arrastra, quizá porque es un poco gafe, quizá porque él mismo lo quiere así, aunque como siempre, se haga el despistado...
Una historia típica de antigua mafia japonesa, con algo de lío entre unos y otros si no estás un poco atento, y aún así, te pueden salir por cualquier lado.
Zatoichi vacilando un poco, y dando lecciones de como se lucha, en una tremenda escena de acción digna de verse.
Sin ser su mejor película, la verdad es que para mi gusto, tiene el mejor combate final hasta ahora.



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Mad Warrior

  • 23 May 2021

7



Continúa el viaje por los infinitos senderos polvorientos, los bosques espesos y los pequeños pueblos del Japón de la era Edo.
Zatoichi camina y sigue caminando, y en este camino va a enfrentarse a nuevos problemas; entre ellos está el que a su cabeza hayan puesto precio...

Presentada a vivo color, ¨Shin Zatoichi Monogatari¨, que iniciaría una nueva etapa iniciaría una nueva etapa pero debería haber finiquitado la trilogía, exploraba temas mucho más oscuros sobre el personaje y la historia. Tras colaborar de nuevo con Shintaru Katsu en su otra popular serie ¨Akumyo¨, Tokuzo Tanaka regresa para una nueva peripecia del masajista-ronin ciego, pero ahora Minoru Inuzuka es reemplazado por Seiji Hoshikawa al guión, y el concepto, el contexto y la forma, por expreso deseo de los productores de Daiei se presentan realmente distintos.
Si antes conocimos la habilidad del protagonista para la música (resaltándose su faceta más sensible) ahora lo vemos como un experto en la lucha (dejando claro su fortaleza como enemigo); y si se proponía un viaje de retorno a la aldea natal (tomando importancia afrontar el pasado) ahora se sigue la máxima de la saga, que es la llegada a un nuevo pueblo (para continuar ofreciendo nuevas sorpresas). Pese a que el tono general está más ligado al entretenimiento, e incluso al humor, para contrarrestar el clima melancólico de la 3.ª entrega, la aventura se inicia con una tragedia: el asesinato de un joven a manos de Zatoichi por la supuesta recompensa que han puesto por matar a este último.

Como hombre de honor, irá a su pueblo y se disculpará ante su madre (esta secuencia, que Tanaka filma sin alardes de ningún tipo, está magnificada por las actuaciones de Katsu y Sachiko Murase y el efecto es realmente dramático); así, en esta villa, empiezan a sucederse los personajes y sus respectivos problemas, en los que el masajista ciego actuará cual mediador...pero estas diversas subtramas no caerán en la confusión narrativa. Por un lado el joven Sakichi, heredero bastardo de una familia yakuza, va a iniciarse como jefe del territorio; por otro la inocente Nobu (empalagosa de más esta Miwa Takada), hija de Unosuke, otro yakuza veterano que regenta una posada para sobrevivir, está enamorada de Sakichi.
Alrededor de este romance tan ¨shakespeariano¨ se construyen las intrigas y los engaños, como la del pérfido Yagiri (un buen Toru Abe) quien también desea el control de la zona, por lo que se alía con Unosuke, y además vengarse de Zatoichi (otro recurrente de la saga). Fuera de estas violentas conspiraciones entre criminales se incluye el carismático personaje de Tanakura (magnífico Jutaro Kitashiro), quien es acertadamente descrito como un antagonista por excelencia: si quiere ver a Zatoichi muerto es porque así lo desea, porque no soporta su presencia (en principio, más tarde será por afán de lucro...).

De hecho iremos viendo la facilidad de éste para provocar el desprecio de los que le rodean (un buen ejemplo es esa reunión de los oyabun a la cual asiste inesperadamente Zatoichi: su espíritu honesto y bondadoso desvela rápidamente a los otros su carácter mísero y cínico, quienes parecen avergonzarse de ello). También se deja de lado la vulnerabilidad del protagonista y se intenta hacer de él un héroe implacable cercano al mito (incluso se habla de sus proezas con entusiasmo); sin embargo, debido a Tanakura (refuerza su condición de villano autónomo el que sólo él pueda dañarle), volveremos sobre su pasado recuperándose alguna oscuridad y los tonos dramáticos.
Para ello, Hoshikawa trae de vuelta a Masayo Banri y a su Tane, que ya apareció en las dos primeras partes de la serie y que constituye el amor ideal de Zatoichi, no así tocado por la negra mano del destino, que vuelve a revelarse cruel e injusto (de esta forma hará lo posible por salvar el romance de Nobu y Sakichi, para, a través de la joven pareja, reparar la herida aún irremediablemente abierta de su pasado aunque las fuerzas conspiran contra Zatoichi y ellos dos). Choque de maldades, traiciones, maldición, hipocresía y asesinatos que habrá de acabar en un gran enfrentamiento.

Tanaka ha dejado patente su buen oficio tanto para el drama de los personajes como para filmar secuencias de acción bien coreografiadas, pero esto no tiene nada que ver con el excitante clímax al que conducen las complejas tramas entrelazadas. Como si mezclara ¨Río Bravo¨ y ¨Sólo ante el Peligro¨ y lo trasladase al universo feudal del ¨jidai-geki¨, el cineasta lleva a todos los personajes a una alejada posada en ruinas y desata la acción y la violencia, áspera y sin florituras visuales, entre sus cuatro paredes, transformando por fin a la película en un chambara¨ de primer orden, entre tajos de katanas e inesperados giros de guión igual de afilados.
La intensidad de la fotografía en color de Chikashi Makiura favorece al movimiento y la acción, y esto queda más que presente en el esperado duelo entre Zatoichi y Tanakura, donde Tanaka capta la fuerza visual del escenario y alarga la duración de los planos para aumentar la tensión (muy propio del ¨western¨). Un entorno nada majestuoso que amplifica la acción e intenciones de los dos hombres: el sol abrasador, la tierra tan quemada como sus pieles, el viento que mece ligeramente la maleza; violencia desnuda y visceral al servicio de la belleza formal.

Y frente a la atmósfera de tristeza y nihilismo que deja esa revelación referente a Tane, un gesto de felicidad y esperanza a tono con lo que nos quiere proponer ¨Kyojo Tabi¨. El amor, pese a toda la maldad y brutalidad, triunfa, y Zatoichi, para aliviar las preocupaciones de los que lloran, se aleja por el camino bailando al son de la música del festival.
Así es devuelto una vez más a la nada y a la eternidad, y preparado para vivir una nueva hazaña en otro lugar, quizás en otra época (en lo que será una constante de la fórmula). Y además queda el tan interesante detalle de introducir un personaje histórico como Chuji Kunisada.



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