En 1.992, el director de ¨Jamón, Jamón¨ consiguió alzarse con el León de Plata en el festival de Venecia por su película (sí, yo tampoco me lo explico). Tras recoger el premio, no tuvo reparos en mostrarse tal como era ante los presentes: ¨Amo a las putas y amo comer. Amar y comer son cosas imprescindibles y complementarias para nosotros, los españoles, y ¨Jamón, Jamón¨ es un himno a este gozo¨.

¡Olé ahí!, con dos cojones. Y es que José Juan Bigas Luna es así. Director incomprendido, detestado por muchos (donde me incluyo), adorado por otros y simplemente ignorado por algunos que no necesitan saber de él para disfrutar el cine español; poeta de lo sórdido, cineasta libre, obsesionado por retratar a su país, su idiosincrasia y las relaciones humanas a través de la comida y el sexo, de ahí el origen del título del film, que formaría, junto con las también irritantes ¨Huevos de Oro¨ y ¨La Teta y la Luna¨, su Trilogía Ibérica.
Tras una etapa llena de irregularidades (aunque muchísimo más provechosa) donde destacan ¨Bilbao¨ y sobre todo ¨Angustia¨, la mejor de su carrera, la polémica ¨Las Edades de Lulú¨ comenzaría para él una segunda juventud, a la que seguiría ésta que nos ocupa, con la que alcanzaría definitivamente la fama y el éxito, cuyo guión venía firmado por el propio Luna y la artista y escritora catalana María Fernanda Canals, colaboradora habitual suya, y cuyo lugar de rodaje sería esencialmente el árido desierto de los Monegros, entre Huesca y Zaragoza.

Sin complejos de ningún tipo, ¨Jamón, Jamón¨ se inicia con un primer plano del testículo roto del Toro de Osborne y de la entrepierna de Javier Bardem avisándonos de adónde va a apuntar la temática de su film: virilidad y debilidad españolas; entonces empieza la historia, en la que no merece la pena profundizar por lo simple de su planteamiento. Tenemos a Silvia, una joven con un padre maltratador y una madre que se gana la vida como prostituta, lo que hace que la madre de José Luis se oponga a su noviazgo con ella.
Clásica historia de pobres y ricos y de padres que meten sus narices en los asuntos de amor de sus sobreprotegidos hijos por cuestiones de condición social. Historia trágica y amarga. Por mucho que José Luis quiera siempre estará subyugado a la dependencia familiar, cosa que Silvia no puede aguantar, y el negativo de ese niñato incapaz de crecer es Rául, un tipo fuerte que es un chorizo, pero al fin y al cabo un hombre. Premisa sencilla donde las halla, comida y sexo en el árido desierto, emociones surgidas a través de violentos impulsos y personajes unidos a la tierra que se dejan llevar por insaciables aventuras, no amorosas, sino pasionales. Ese es el problema de ¨Jamón, Jamón¨ y de Bigas Luna.

La película, de fascinante puesta en escena, preciosa música y fotografía por parte de Nicola Piovani y José Luis Alcaine, y una imaginería tan auténtica como a veces surrealista y ligada al arte (inolvidable la referencia al ¨Duelo a Garrotazos¨ de Goya o ese sueño de Silvia que parece haber sido concebido por Maya Deren), podría haber llegado a algo más de no ser por el enfoque unilateral del director con respecto a las relaciones, que nada tiene que ver con lo romántico o lo amoroso, simplemente con lo físico y lo pasional, mostrando el sexo como algo vacío y frívolo (aquí se lían todos con todos y nadie hace ascos a ello), dejando a las mujeres como putas y a los hombres como hijos de puta.
Y es que el erotismo de ¨Jamón, Jamón¨ no es elegante como el de Lynch, ni profundo como el de Bergman, ni tan hiriente y trágico como el de Oshima o Masumura, es visceral, pero vulgar, y esa vulgaridad recorre toda la trama, llegando a lo escatológico en más de una ocasión, como si lo plantease un adolescente que quiere pretenderse adulto (en la escena en la que Silvia confiesa su embarazo a José Luis, Luna rompe el drama del momento haciendo decir a éste ¨¿Me dejas que te coma una teta?¨. No hay más que añadir). ¨Jamón, Jamón¨ no es erótica, sino sexual, que no es lo mismo.

Grandes como Juan Diego, Anna Galiena y Stefania Sandrelli dan vida a unos personajes tan estúpidos como huecos junto al enervante Jordi Mollá y a la parejita que todos nos conocemos, la formada por Bardem y Penélope Cruz, un chaval que aparecía como un borrico con más cojones que cerebro y una desvergonzada que se hizo actriz a base de mostrar su cuerpo, maravillosa conjunción de virtudes que acabó dándoles a ambos la fama mundial.
Inexplicable que el joven trío de actores llegase tan lejos a partir de una película como esta, y también el que a Luna le dieran el premio en aquella 49.ª edición del festival. El caso es que así fue. Hoy día, para muchos, ¨Jamón, Jamón¨ permanece como uno de los títulos más emblemáticos de nuestro cine patrio y de la década de los 90...aunque esa es una opinión que yo estoy lejos de compartir.

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Lamentable en todas sus dimensiones. En un escenario cutre y deprimente, se desarrolla una trama que parece salida de la peor de las telenovelas. Cliché, tras cliché, la película muestra una España que, afortunadamente, está en vías de extinción (y también lo estaba en los años 90, que las cosas no han cambiado tanto). El jamón, la gasolinera, el toro de Osborne... no son más que excusas para ver a Bardem y a Penélope quitarse la ropa. El duelo bajo el sol con los jamones es una mamarrachada. Alguien debería explicarle al Séneca que se le ocurrió eso que los títulos de las películas no hay que tomárselos al pie de la letra siempre. Escena absurda, sin sentido e incomprensible porque por muy mal director que sea una persona creo que llega un momento en el que te das cuenta cuando algo es estúpido.

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