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Will es un soltero reafirmado cuya única pretensión en la vida es escuchar música, consumir películas y encajar su pica en la cavidad de las madres solteras puesto que le resulta más sencillo dejarlas por la razón de que para cuando surgieran problemas poder salir pitando. Para cruzarse con mujeres de tal calaña acude a reuniones donde esta ralea de mozalbetas cuentan de puro honesto sus problemas. En eso doñea a una que en cuya cita trae consigo al hijo de una compañera que además de ser arrinconado por sus compañeros de clase por considerarle extraño, termina encariñándose de Will, con el quien entabla una relación que se estrecha cada vez más. Dicho lo cual es preciso decir que cae a su favor el personaje de Hugh que medra de forma que madura encontrando nuevos alicientes en la vida, ya que como bien reza la paremia de Jon Bon Jovi al inicio de la película “ningún hombre es una isla” y es que este señor a más de ser gran compositor deja grandes sentencias, y el personaje y consiguiente encarnación de Collete como madre mochales, no siendo así la aparición innecesaria de Rachel Weisz con cuyos gestos revuélveme la bilis.

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