En un estilo naturalista, sobrio, abrupto, sin efectismos, lleno de fallos técnicos, de planos cercanos y descuidados y que no hace ninguna concesión (contiene incluso escenas completamente pornográficas), Lars Von Trier nos narra el periplo por la idiotez de Karen y su grupo, sus evoluciones como personas a partir de sus tristes pasados, su necesidad de llamar la atención, de intentar cambiar el ambiente de convencionalismos y prejuicios su momento y de moralizar a partir de la no moralización y de la disconformidad absoluta con todo lo establecido y, por supuesto, el fracaso final de todo el movimiento, su final absorción por parte de la sociedad por culpa de los propios idiotas, que no se creen su propia idiotez o que se avergüenzan de ella delante de ciertas personas que les reconocen.
Karen cambia algo dentro de este grupo: establece la seriedad, pone las fronteras de la realidad y la mentira. Sin embargo, de nada sirve finalmente, aunque sí que aprende ella a luchar contra el absurdo de su vida pasada con el idiota cuerdo que lleva dentro. Como casi toda obra de Lars Von Trier, Los idiotas se ama o se odia. No caben términos medios con ella. Es una historia ambigua, decadente, escandalosa, crítica y ácida e incluso (sin razón) amoral e insultante para algunos (los que se queden en la superficialidad y piensen que en la película se burlan de los retrasados mentales que recuerden la escena en la que los falsos retrasados se topan con los verdaderos) y que, sin embargo, logra con su desnuda exposición dramática un lirismo/realismo poco visto antes y una carga de ternura y de crudeza realmente impresionantes y que logran calar en el espectador e incluso subyugarle. Para mí es, humildemente, junto a Europa y Contra Viento y Marea, la mejor obra del pretencioso y terrible danés, que después de haberla rodado y haber iniciado el movimiento Dogma, lo abandonó para siempre contra todo pronóstico.
Si se trata de cine de vanguardia, sin duda, este filme es su bastión. No es necesaria la efectuosidad a mil, ni violencia, ni grandes guerras ni grandes héroes, simplemente rompen con el convencionalismo al filmar, al actuar, al pensar. Después de esta película cabe hacerse la pregunta de por qué pareciera lo más sensato tener una postura sensata, si estás rodeado de idiotez, porque simplemente dejas de querer parecer civilizado y empiezas a crear una nueva civilización haciendo costumbre otras idioteces.
thirstyforblood
10
En un estilo naturalista, sobrio, abrupto, sin efectismos, lleno de fallos técnicos, de planos cercanos y descuidados y que no hace ninguna concesión (contiene incluso escenas completamente pornográficas), Lars Von Trier nos narra el periplo por la idiotez de Karen y su grupo, sus evoluciones como personas a partir de sus tristes pasados, su necesidad de llamar la atención, de intentar cambiar el ambiente de convencionalismos y prejuicios su momento y de moralizar a partir de la no moralización y de la disconformidad absoluta con todo lo establecido y, por supuesto, el fracaso final de todo el movimiento, su final absorción por parte de la sociedad por culpa de los propios idiotas, que no se creen su propia idiotez o que se avergüenzan de ella delante de ciertas personas que les reconocen.
Karen cambia algo dentro de este grupo: establece la seriedad, pone las fronteras de la realidad y la mentira. Sin embargo, de nada sirve finalmente, aunque sí que aprende ella a luchar contra el absurdo de su vida pasada con el idiota cuerdo que lleva dentro. Como casi toda obra de Lars Von Trier, Los idiotas se ama o se odia. No caben términos medios con ella. Es una historia ambigua, decadente, escandalosa, crítica y ácida e incluso (sin razón) amoral e insultante para algunos (los que se queden en la superficialidad y piensen que en la película se burlan de los retrasados mentales que recuerden la escena en la que los falsos retrasados se topan con los verdaderos) y que, sin embargo, logra con su desnuda exposición dramática un lirismo/realismo poco visto antes y una carga de ternura y de crudeza realmente impresionantes y que logran calar en el espectador e incluso subyugarle. Para mí es, humildemente, junto a Europa y Contra Viento y Marea, la mejor obra del pretencioso y terrible danés, que después de haberla rodado y haber iniciado el movimiento Dogma, lo abandonó para siempre contra todo pronóstico.
Si se trata de cine de vanguardia, sin duda, este filme es su bastión. No es necesaria la efectuosidad a mil, ni violencia, ni grandes guerras ni grandes héroes, simplemente rompen con el convencionalismo al filmar, al actuar, al pensar. Después de esta película cabe hacerse la pregunta de por qué pareciera lo más sensato tener una postura sensata, si estás rodeado de idiotez, porque simplemente dejas de querer parecer civilizado y empiezas a crear una nueva civilización haciendo costumbre otras idioteces.
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