¡Qué manera de llorar con esta película! No sé si es por sentir la lejanía o quizás la cercanía de la vejez, o por esa tranquilidad y belleza que me inspiraba la preciosa cara de Richard Farnsworth cuando sonreía al ver la lluvia, o porque gracias a su obcecado viaje en podadora me dio la oportunidad de ver preciosos paisajes, pero me llegó muy profundo. Me encantó esa risa tan íntima que soltó cuando llamó a su hija por teléfono para pedirle que le mandara plata, esa risa que produce el cariño infinito que uno siente sólo por personas muy cercanas a uno, a quienes uno acepta y adora tal como son. ¡Qué actor tan natural! A ratos me pregunté si no sería en realidad un documental, sin actuaciones, porque parecía interactuar con los demás y con el entorno de una manera tan espontánea. ¡Qué buen director capaz de mostrarnos exactamente eso!
Lynch casi logra engañarnos con esta película. Aunque necesité verla más de una vez para darme cuenta. Una Historia Sencilla es la traducción al español de The Straight Story, juego de palabras, ya que Straight es también el apellido de Alvin, el protagonista, así como la alusión a algo sencillo. Pero nada es sencillo en el cine de este director. Vemos la historia (verídica) de Alvin Straight, hombre mayor que luego de un ataque decide ir en búsqueda de su hermano, con quien dejó de hablarse diez años atrás por motivos que ya no recuerda con nitidez. Su hermano también había sufrido un ataque y es precisamente la inminencia de la muerte lo que lo vitaliza para iniciar el viaje del reencuentro y la despedida. Insisto, nada es sencillo y Alvin decide hacer su travesía en su podadora de pasto, en parte por no tener licencia de conducir, en parte porque así debía ser. Quinientos kilómetros que lo llevarán a cruzar el estado, el Mississipi y su propia historia. ¿Es un viaje de aprendizaje o de derroche de sabiduría?, ¿un viaje de duelo o de esperanza? Tal vez todo o ninguno. La última escena es una lección de cómo filmar la intensidad de manera discreta pero genuina.
thirstyforblood
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¡Qué manera de llorar con esta película! No sé si es por sentir la lejanía o quizás la cercanía de la vejez, o por esa tranquilidad y belleza que me inspiraba la preciosa cara de Richard Farnsworth cuando sonreía al ver la lluvia, o porque gracias a su obcecado viaje en podadora me dio la oportunidad de ver preciosos paisajes, pero me llegó muy profundo. Me encantó esa risa tan íntima que soltó cuando llamó a su hija por teléfono para pedirle que le mandara plata, esa risa que produce el cariño infinito que uno siente sólo por personas muy cercanas a uno, a quienes uno acepta y adora tal como son. ¡Qué actor tan natural! A ratos me pregunté si no sería en realidad un documental, sin actuaciones, porque parecía interactuar con los demás y con el entorno de una manera tan espontánea. ¡Qué buen director capaz de mostrarnos exactamente eso!
Lynch casi logra engañarnos con esta película. Aunque necesité verla más de una vez para darme cuenta. Una Historia Sencilla es la traducción al español de The Straight Story, juego de palabras, ya que Straight es también el apellido de Alvin, el protagonista, así como la alusión a algo sencillo. Pero nada es sencillo en el cine de este director. Vemos la historia (verídica) de Alvin Straight, hombre mayor que luego de un ataque decide ir en búsqueda de su hermano, con quien dejó de hablarse diez años atrás por motivos que ya no recuerda con nitidez. Su hermano también había sufrido un ataque y es precisamente la inminencia de la muerte lo que lo vitaliza para iniciar el viaje del reencuentro y la despedida. Insisto, nada es sencillo y Alvin decide hacer su travesía en su podadora de pasto, en parte por no tener licencia de conducir, en parte porque así debía ser. Quinientos kilómetros que lo llevarán a cruzar el estado, el Mississipi y su propia historia. ¿Es un viaje de aprendizaje o de derroche de sabiduría?, ¿un viaje de duelo o de esperanza? Tal vez todo o ninguno. La última escena es una lección de cómo filmar la intensidad de manera discreta pero genuina.
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