Ficha Solo en Casa 2: Perdido en Nueva York

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Críticas de Solo en Casa 2: Perdido en Nueva York (1)


mahotsukai

  • 11 Feb 2016

6



John Hughes y Chris Columbus, tras el éxito de “Mi Pobre Angelito”, repiten la fórmula de la precuela para traer esta inferior pero cumplidora segunda parte de las aventuras de Kevin McCallister, quien nuevamente se pierde en la víspera del viaje familiar de Navidad, esta vez, confundiendo el destino para terminar en Nueva York, mientras su familia completa se dirige a Miami.

Uno de los grandes dilemas que enfrentan los productores y directores de algún éxito cinematográfico, en especial en el género de comedia, es cómo realizar una segunda parte, que sea al menos igual de exitosa a su predecesora. La gran mayoría decide no arriesgarse y apuesta por la fórmula probada. Lo cierto es que no siempre funciona y en gran medida es porque dentro de la repetición de la fórmula, debe haber ciertos elementos originales que no sólo la distingan de la precuela, sino que inyecten frescura y originalidad.

En el caso de “Mi Pobre Angelito 2” el objetivo de entretener y conmover se cumple, hay que decirlo, aunque en menor grado acá, porque se mantiene la premisa de que el muchacho aprenderá a valorar a su familia (ya lo había hecho al final de la precuela, pero al comienzo de esta entrega, parece habérsele olvidado) y viceversa, cuando se queda solo nuevamente enfrentado a un aventura que no pidió tener, y arreglándose como puede y con lo que puede. Con todo, esta vez, queda la sensación que la Navidad no es más que un evento que parece “trastornar” a la sociedad estadounidense, en el sentido de poner a la gente en una “sintonía y armonía” prácticamente irrisoria, en una suerte de excusa para someter a una familia a un ejercicio de valoración mutua. Y es que a juzgar por los hechos, los McCallister vuelven a aparecer como una familia caótica e irritante, empezando por sus insufribles cabezas de familia, Kate y Peter McCallister, que nunca asumen la metida de pata de dejar a su hijo olvidado 2 veces, con la excusa que la familia es demasiado grande y que no pueden con todos. En fin, si no fuera así, no habría película, dirán algunos.

Lo cierto es que Hughes decide dividir la tensión de las aventuras de Kevin, enfrentándolo con dos tipos de antagonistas: el recepcionista jefe del lujoso hotel en donde se queda y el reecuentro con la dupla de ladrones a los que venció y encarceló en la precuela. De esta forma, en ambos casos, los mejores momentos de la película comienzan con las artimañas que Kevin realiza para librarse de los funcionarios del hotel a los que ha engañado después de darse la buena vida a costa de la tarjeta de crédito de su padre, que se llevó por accidente. Después de ello, hace la mitad de la película, recién Kevin tendrá que hacer frente a los antiguos rivales, y para ello utilizará la casa abandonada de su tío (al que iban a visitar en París, en la precuela) para tenderles todo tipo de trampas, con menor gracia que en la primera película, pero que siguen la misma fórmula. Esos son los mejores momentos de la película, y uno se pregunta porque se demoraron tanto en llevar la historia a ese punto, porque está más que claro que lo que la gente quiere es ver cómo Kevin se las ingenia para librarse y llevar a los ladrones a caer en manos de la policía.

Como es de esperar, hay varios momentos de incongruencia en el guión, como por ejemplo, cómo el Peter McCalister logra pagar 14 boletos aéreos de Miami a Nueva York para encontrar a Kevin si todo el dinero y tarjetas de créditos que tiene se los entregó a Kevin; cómo Kevin no grita de sobremanera en la calle para que la gente o la policía lo ayuden a liberarse de los ladrones (siendo que éstos son prófugos y están siendo buscados); o cómo el dueño de la juguetería Duncan sabe cuántos son los McCallister y donde están cuando al final envía regalos para ellos al hotel. En fin, detalles que están ahí.

Se le reconoce a la película ahondar más en temas reflexivos como la solidaridad con causas sociales como los niños huérfanos que viven hospitales estatales y nuevamente el prejuicio hacia aquellos que han optado por una vida solitaria y en la calle, en el personaje de la mujer que tras una desilusión amorosa, se dedida a cuidar y alimentar palomas.

En resumen, una película que entretiene, pero que es inferior a su predecesora, y que anuncia ya que la historia está finiquitada y agotada, por lo que las 2 secuelas que vienen (y que no cuentan con Macaulay Culkin como protagonista) resultan innecesarias. La evalúo con un 6.5.



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