Notable filme bélico que quedará entre los imprescindibles del 2010 y que coloca las cosas en su lugar respecto a la vigorosa filmografía de su directora, Kathryn Bigelow. Aquí hay una intensa, brutal y electrizante visión de la guerra de Irak sin juicios políticos evidentes ni mensajes pacifistas o patrioticos, más bien los síntomas que van surgiendo en sus pocos personajes producto de la tensión, la deshumanización, la incomprensión y la incomunicación son sugeridos de forma como mejor e inteligentemente cada espectador los quiera interpretar, sin la afiebrada densidad llena de sinsentido visión que usualmente un director toca al hablar de guerra (recordar por dar un ejemplo a Ridley Scott en Black Hawk down, o Red de mentiras). Con escasos elementos muestra poderosas secuencias llenas de suspenso, detalladas y precisas (los francotiradores, la bomba en racimo), una mirada que aporta novedad y buen pulso al género, una estupenda actuación de Jeremy Renner como el sargento James, y un score musical preciso de Marco Belltrami. Pero lo que hará perdurable a esta cinta está en la cita inicial de la directora sobre la guerra como una droga, como una vocación ineludible, un padecimiento cuya ejecución produce una adictiva adrenalina junto con una opresión angustiante por momentos. En la profundidad de la visión de la masculinidad de Bigelow (cercana al profesionalismo de Michael Mann y totalmente opuesta al grosor de Michael Bay), prevalece como en su filmografía, el instinto, y la incorrección, casi rebeldía anti lo establecido para conseguir un fin personal, como le sucedía al policía surfista de Punto de quiebre y aquí al sargento que elude las protecciones sin miedo a morir al momento de desactivar explosivos. Totalmente imperdible.
thirstyforblood
10
Notable filme bélico que quedará entre los imprescindibles del 2010 y que coloca las cosas en su lugar respecto a la vigorosa filmografía de su directora, Kathryn Bigelow. Aquí hay una intensa, brutal y electrizante visión de la guerra de Irak sin juicios políticos evidentes ni mensajes pacifistas o patrioticos, más bien los síntomas que van surgiendo en sus pocos personajes producto de la tensión, la deshumanización, la incomprensión y la incomunicación son sugeridos de forma como mejor e inteligentemente cada espectador los quiera interpretar, sin la afiebrada densidad llena de sinsentido visión que usualmente un director toca al hablar de guerra (recordar por dar un ejemplo a Ridley Scott en Black Hawk down, o Red de mentiras). Con escasos elementos muestra poderosas secuencias llenas de suspenso, detalladas y precisas (los francotiradores, la bomba en racimo), una mirada que aporta novedad y buen pulso al género, una estupenda actuación de Jeremy Renner como el sargento James, y un score musical preciso de Marco Belltrami. Pero lo que hará perdurable a esta cinta está en la cita inicial de la directora sobre la guerra como una droga, como una vocación ineludible, un padecimiento cuya ejecución produce una adictiva adrenalina junto con una opresión angustiante por momentos. En la profundidad de la visión de la masculinidad de Bigelow (cercana al profesionalismo de Michael Mann y totalmente opuesta al grosor de Michael Bay), prevalece como en su filmografía, el instinto, y la incorrección, casi rebeldía anti lo establecido para conseguir un fin personal, como le sucedía al policía surfista de Punto de quiebre y aquí al sargento que elude las protecciones sin miedo a morir al momento de desactivar explosivos. Totalmente imperdible.
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