Ficha El Club de los Cinco

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Críticas de El Club de los Cinco (1)


mahotsukai

  • 4 Jan 2018

8



Interesante y emblemático film adolescente dirigido por John Hughes, convertido en película de culto.

Luego de su exitoso debut como director con “Sixteen Candles” (1984), el productor y guionista John Hughes se embarca en una nueva comedia adolescente en la que abordaría, con ciertos toques de crítica social, uno de los mayores problemas de la adolescencia estadounidense (y de paso, universal), la indiferencia parental, en la figura de cinco chicos que representan los estereotipos de la secundaria, a decir, el “criminal”, el “atleta”, el “nerd”, la “princesa” y la “desadaptada”.

De esta forma, tenemos a John Bender, un chico buscapleitos que continuamente está provocando problemas y conflictos, “el criminal”; Claire Standish, una joven popular, consentida y de muy buena situación económica, “la princesa”; Brian Johnson, un chico de altísimo rendimiento académico, considerado un genio, “el nerd”; Andrew Clark, que pertenece al grupo de lucha grecorromana del instituto, “el atleta”; y Allison Reynolds, un caso clínico de mentira compulsiva, “la desadaptada”. Todos están castigados a permanecer prácticamente todo el sábado (8 horas de rigor) encerrados con el poco empático subdirector Vernon, reflexionar sobre su conducta y actitud rebelde y elaborar un ensayo con las conclusiones.

Sin embargo, aunque la crítica la ha señalado como uno de los mejores ejemplos del ambiente que se vivía en las secundarias de esa época, en la práctica el film habla de una temática que trasciende décadas y generaciones por igual, como es la falta de interés de comprender y empatizar con los jóvenes y la ya mencionada indiferencia que los padres muestran hacia sus hijos adolescentes. Y es que en cierta medida, la personalidad de cada uno los diferenciará, pero la situación de encierro y castigo los pondrá en las mismas condiciones, haciendo que en un principio estallen los típicos conflictos de identidad y pertenencia, dominio y hegemonía de grupo, para luego sacarse la coraza con la que se protegen, abrirse poco a poco a los otros y revelar sus secretos, dolores y miedos más íntimos. Y al confesar las razones por las que fueron castigados, activar la alarma de incendios (John), faltar a clases por ir de compras (Claire), meter una pistola de bengala que accidentalmente provoca daños (Brian), envolver con cinta adhesiva los testículos de un compañero (Andrew) y no tener nada mejor que hacer (Allison), terminan por comprender que todos tienen el mismo problema, la incomprensión e indiferencia de sus padres.

El espectador empatizará con los chicos cuando sepa que cada uno tiene un problema severo de comunicación con sus padres, sintiéndose potencialmente identificado con ellos. Bender proviene de un hogar desestructurado, con un padre que lo maltrata; Andrew sufre la constante presión de su padre que quiere que sea un deportista arrogante y triunfador; Claire intenta acallar la soledad en la que vive haciendo compras, y además se avergüenza de su virginidad; y Brian se siente abrumado por la presión que sus padres ejercen sobre él para que consiga el mejor rendimiento y consiga una beca universitaria. Pero no sólo son ellos, bajo la coraza de hombre duro, el subdirector Vernon se siente frustrado de no poder lidiar con los jóvenes, pero nunca se da cuenta que el tratamiento que les da es reflejo de esa frustración.

Además de su temática, uno de los grandes pilares del film son sus actuaciones, atípicamente sólidas y sobresalientes, en algunos casos. No cabe duda que el más destacable del reparto es Judd Nelson (St. Elmo’s fire”, 1986; “Hiroshima: out of the ashes”, 1990), de por entonces 26 años, quien se tomó demasiado a pecho el personaje, ya que realmente se convirtió en una molestia para Hughes. Nelson solía tener un trato difícil con sus compañeros y en algunos casos se comenta que hasta maltrató a sus compañeras actrices. Nelson fue infiltrado por los productores en un instituto para interactuar con jóvenes de la edad de su personaje y así desempeñarse con mayor naturalidad, y vaya que lo logró.

Por su parte, Emilio Estévez (“St. Elmo’s Fire”, 1986; “Freejack”, 1992) iba a interpretar inicialmente a Bender, sin embargo, ante la dificultad que Hughes tuvo para encontrar a un actor que encarnara a Andrew Clark, el atleta, logró convencerlo. Estévez, hijo de Martin Sheen (“Apocalypsis Now”, 1979), tenía 23 años al momento de participar en “The Breakfast Club” (1985) pero ya tenía algunas apariciones menores en films anteriores. En tanto, Michael Anthony Hall (“National Lampoon’s Vacation”, 1983; “Eduardo Manos de Tijera”, 1988) fue el único de los varones en tener la edad que su personaje representaba, 15 años, a pesar de haber participado ya en algunas comedias de Hughes antes, encarnando en esta ocasión a Brian, el genio del grupo.

El reparto femenino también resulta destacable, encabezado por Molly Ringwald, que ya había trabajado con Hughes en “Sixteen candles” (1984) y que inicialmente iba a personificar a la rara Allison, pero que al final logró quedarse con el de la popular Claire; y Ally Sheedy (St. Elmo’s Fire”, 1986; “Cortocircuito”, 1986) que encarna a la desadaptada Allison, probablemente la que más cambios experimentará en el encierro. El reparto lo completan Paul Gleason (“Ewoks: la Batalla por Endor”, 1985) como el subdirector Vernon, que simboliza todo el prejuicio de los adultos hacia los jóvenes; y John Kapelos (“Sixteen candles”, 1984) como el petulante conserje del instituto.

La banda sonora estuvo compuesta por 10 canciones de grupos de rock y new wave, la mayoría prácticamente desconocidos o de poco éxito en Estados Unidos. Del compilado que pasó a la posteridad, sólo cabe destacar el súperhit “Don’t you (forget about me)” (1985) de la banda escocesa Simple Minds, que alcanzó el número 1 en la lista del Billboard HOT 100.

En resumen, una de las comedias adolescentes más inteligentes de la década, con ciertos toques de crítica social, que la convierten en una de las miradas más cálidas, profundas y, por qué no, divertidas de la vida de los adolescentes. La atemporalidad de su temática y cierto encanto la convierten, con cierta justicia, en una película de culto.



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