Ficha Heroes: O'Higgins


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Críticas de Heroes: O'Higgins (1)


mahotsukai

  • 4 Aug 2022

8



Destacable biopic en formato telefilm del prócer chileno, Bernardo O’Higgins.

Marzo de 1818, Desastre de Cancha Rayada. Cunde el pánico en la ciudad de Santiago luego que llegaran noticias de la supuesta muerte del General Bernardo O’Higgins. En tanto, Manuel Rodríguez y Luis de la Cruz asumen el liderazgo de la causa independentista chilena, que pende de un hilo.

A inicios de 2006 y en la perspectiva del Bicentenario de la Independencia de Chile (1810-2010), los altos ejecutivos de la Universidad Católica Televisión o Canal 13, dieron luz verde a una ambiciosa serie de telefilmes que recreaban los momentos más trascendentales de los grandes héroes y próceres de Chile. Aunque inicialmente se contemplaron 3 episodios, debido al gran éxito de audiencia se filmaron 6 capítulos, los cuales se concentraron en Bernardo O’Higgins, José Miguel Carrera, Manuel Rodríguez, Diego Portales, José Manuel Balmaceda y Arturo Prat. La producción quedó a cargo de Alberto Gesswein (Serie “Los 80”, 2008-2013) y se reclutó a connotados directores chilenos como Ricardo Larraín (“La Frontera”, 1991), Cristián Galaz (“El Chacotero Sentimental”, 1999), Rodrigo Sepúlveda (“Padre Nuestro”, 2006) y Gustavo Graef Marino (“Johnny Cien Pesos”, 1993).

Si bien adolece de ciertas licencias históricas y uno que otro elemento ideológico que en ningún caso llega a convertirse en un sesgo político, “Héroes: La Gloria Tiene Su Precio” (2007-2009) triunfará en su principal objetivo respecto a las expectativas del espectador, que no es otro más que el de narrar una serie de hechos sucedidos en diversos y cruciales momentos de la historia de Chile como la Guerra por la Independencia de Chile (1810-1818), el establecimiento de la República (1823-1833), la Guerra del Pacífico (1879-1884) y la Guerra Civil (1891). Sin embargo, su mayor plusvalía será privilegiar la representación de la dimensión humana de cada uno de sus protagonistas, haciendo hincapié en sus ideales, convicciones y valentía, pero también en sus miedos, frustraciones y errores, que los convierten ciertamente en personajes absolutamente fascinantes y complejos. Es precisamente esta eficiente humanización del mítico héroe lo que asegurará el éxito de la serie, por cuanto permite que el público dé cuenta del hombre detrás del patriota, asista a los hechos que determinarán su carácter y, finalmente, pueda empatizar o al menos valorar sus motivaciones personales y patrióticas.

Emitido por primera vez el 25 de marzo de 2007, el primer episodio se centró en la vida de Bernardo O’Higgins, considerado uno de los Padres de la Patria y Libertador de América, esencialmente los hechos acontecidos entre el Desastre de Cancha Rayada el 19 de marzo de 1818 y su abdicación al cargo de Director Supremo el 28 de enero de 1823. Desde un punto de vista histórico, en consecuencia, el periodo retratado abordará los vaivenes de un O’Higgins líder de la ofensiva chilena contra la Reconquista Española del país desde 1814 que culminaría con la decisiva Batalla de Maipú el 5 de octubre de 1818, su advenimiento como jefe de Estado en calidad de Director Supremo (1818-1823), las importantes obras sociales de su gobierno, su rivalidad política con los Carrera, Rodríguez y sus adeptos, su relación política y masona con José de San Martín, los rasgos autoritarios en la segunda parte de su administración y, finalmente, su dimisión como gobernante.

Probablemente, los elementos históricos más interesantes del O’Higgins militar y político los encontraremos en el tratamiento de su visión americanista del proceso independentista que se estaba llevando a cabo en América del Sur, tras el secuestro del Rey Fernando VII a manos de Napoleón Bonaparte. De hecho, para O’Higgins, al igual que San Martín y Bolívar, era indispensable liberar a toda América del dominio español y ello conllevaba realizar acciones conjuntas, que otros próceres y/o revolucionarios como Carrera y Rodríguez miraban con recelo. Así, omitiendo el periodo previo a la conversión de O’Higgins como militar sin preparación, en el que llegó a ser alcalde de Chillán (1806) y Los Ángeles (1810), Diputado (1811) e Intendente de Concepción (1814), el guión sí abordará los altibajos propios de la guerra independentista (Cancha Rayada y Maipú), pero principalmente el empuje y protagonismo de O’Higgins y su gobierno en la conformación de la Expedición Libertadora del Perú. Inicialmente ideada y comandada por José de San Martin en un tratado con Chile, pasaría a ser comandada finalmente, organizacional y económicamente, por O’Higgins para convertirse en una de sus principales prioridades. Esta visión le traería, por supuesto, una serie de fuertes críticas de sus detractores, especialmente en el bando carrerista, a quienes O’Higgins tildaría y acusaría de mezquinos y traidores, pero también la admiración y reconocimiento internacional.

Otro elemento que el guión expone con claridad y ambigüedad, al mismo tiempo, es la influencia de la Logia Lautarina en O’Higgins y en su gobierno. Si bien recién se estableció en Santiago en 1817 tras la Batalla de Chacabuco, la organización fundada en 1812, a partir de la Logia Gran Reunión Americana, reunía a revolucionarios principalmente argentinos y chilenos y buscaba coordinar acciones para establecer la independencia de las colonias españolas en América y levantar un sistema de gobierno republicano y unitario en base al liberalismo. Así, el telefilm aborda abiertamente la participación de O’Higgins y San Martín en la Logia y establece un evidente, aunque aún discutible velo conspiranoide acerca del rol de la Logia en el fusilamiento de los hermanos Juan José y Luis Carrera en Mendoza y el asesinato de Manuel Rodríguez en Til-Til.

Si bien sólo hay una referencia a estos eventos en los diálogos, los cuales se abordarán en los episodios de José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez, la muerte de los también próceres de la Patria será uno de los factores que ayudaran a socavar la reputación de O’Higgins, al tratarse éste de uno de los supuestamente más favorecidos con la desaparición de los Carrera y Rodríguez, abiertos rivales del Director Supremo que nunca mostraron empatía por la causa americanista de O’Higgins, lo tildaban de títere de la Logia y San Martin y, además, conspiraron para desestabilizar su gobierno personalmente o a través de sus seguidores. Se muestran, así, varias situaciones que sirven como carbón para alimentar la odiosidad entre O’Higgins, los Carrera y Rodríguez como la presta intención de Rodríguez para tomar el control del gobierno tras la supuesta muerte de O’Higgins en Cancha Rayada, la negativa del guerrillero de participar con su grupo guerrillero los Húsares de la Muerte en la decisiva Batalla de Maipú y la intempestiva entrada a caballo de Rodríguez, acompañado de una turba, a la sede de gobierno tratando a O’Higgins de cobarde y pidiéndole cuentas por el fusilamiento de los Carrera.

Hay, por supuesto, otros elementos que también van incidiendo en el progresivo comportamiento autoritario de O’Higgins hacia el final de su administración. Si bien su gobierno fue aplaudido por declarar formalmente la independencia del país, fundar la Armada, las Escuelas Militar y Naval y la Biblioteca Nacional, entre muchas obras, también adoptaría medidas impopulares que le generarían la antipatía de la aristocracia criolla, como la abolición de la esclavitud, la eliminación de los mayorazgos, los títulos de nobleza, la supresión de los escudos de armas y la creación de la Legión al Mérito. Ello, sumado al descubrimiento de dichas conspiraciones y la supuesta negativa influencia de José Antonio Rodríguez Aldea, antiguo defensor de la causa realista que terminaría adhiriendo al bando o’higginista, para que gobernara con mano de hierro, también influirían en dicha actitud.

Respecto al retrato psicológico de O’Higgins, resulta destacable el interesante tratamiento del fuerte, decidido y, a veces, impetuoso carácter del héroe, que el libreto aborda con diversos elementos para conformar su personalidad. Uno de estos es claramente la fuerte influencia que haría en la psique del Padre de la Patria la ausencia y desconocimiento legal de su padre y el alejamiento de su madre durante sus primeros años, debido a la relación clandestina que estos sostuvieron y de la cual él nacería, que en el caso de su padre Ambrosio O’Higgins, Gobernador de Chile y Virrey del Perú, le habría significado perder su cargo y privilegios y, en el de su madre, el escarnio público. La negativa o imposibilidad (según cómo se le mire) de Ambrosio O’Higgins de reconocerlo como su hijo legalmente repercutiría fuertemente en la personalidad del niño y luego del hombre en donde destacarían varios conceptos como el sentido del deber, la aceptación y consecución del destino y, por supuesto, la resiliencia.

De esta forma, a través de varios flashbacks de su infancia (aunque prescindiéndose eso sí de su juventud en Europa), el guión expondrá cómo el pequeño Bernardo aprenderá de ello. La potente secuencia en la que el niño se acerca a Ambrosio para hablar por primera vez con su padre a través de una ventana y éste le explica que es el deber el que rige sus actos por sobre sus anhelos personales, se traducirá en toda una declaración de principios de los O’Higgins respecto a la responsabilidad con una causa mayor a su propia vida y que se replicará también con su único vástago, como ya veremos. Así, no dejará de ser paradójico que el hijo independentista asimile y aplique dicho principio desde su padre, pero para concretar un objetivo contrario al de su progenitor que representa el orden antiguo y la opresión del conquistador. Asimismo, el guión también dará cuenta como utilizará la amarga experiencia de dicho desconocimiento legal paternal, que le granjeó siempre la burla infantil y adulta de sus detractores, como motor psicológico y emocional para sobreponerse, destacar y conquistar poco a poco sus objetivos.

Otro elemento psicológico que permite comprender la visión disciplinada y obsesiva de O’Higgins es su tormentosa relación con Rosario Puga, hija del general Juan de Dios Puga Figueroa, Gobernador de Concepción. Rosario tenía 21 años cuando conoció a O’Higgins de entonces 39 años, pero estaba casada con José María de Soto Aguilar, de quien pretendió divorciarse para casarse con el Director Supremo. El juicio resultaría en un escándalo social debido a las costumbres conservadoras de la época y duraría años. En el intertanto, se produciría un mayor entuerto para O’Higgins cuando Rosario se embarazó y dio a luz a su único hijo, Pedro Demetrio, a quien el Libertador de Chile no reconoció tampoco por motivos burocráticos relacionados con su cargo, tal como lo había hecho su padre Ambrosio anteriormente con él. También, la narración hace ecos de la tirante relación de la madre de O’Higgins con la joven, quien no la aceptaba por estar aún casada a pesar de ella misma haber sido amante en su momento del Virrey del Perú y los problemas de O’Higgins para hacer respetar la posición de su mujer ante su madre.

Por otra parte, aunque la relación entre O’Higgins y Puga duraría sólo 3 años, el guión refuerza la idea que Bernardo nunca hizo demasiado para formalizar su relación con Rosario, quien nunca pudo presentarse oficialmente como la mujer del Director Supremo, quedando relegada, por supuesto, del cargo de Primera Dama de la Nación, el cual desempeñó su suegra, Isabel Riquelme. Estos desaires, abordados en el telefilm, y la prioridad que O’Higgins daría a sus deberes administrativos, además del fantasma de la muerte de los Carrera y Rodríguez que Puga enrostró a O’Higgins, amigos de su familia, detonarían la ruptura definitiva entre ambos. El relato hace un claro guiño a la aparición de José Antonio Pérez-Cotapos, patriota al servicio de José Miguel Carrera que rivalizaba fuertemente con O’Higgins, quien cortejaría a Rosario aprovechando el desinterés de O’Higgins como otro factor de la ruptura, que le significó a la mujer la pérdida de la custodia de Pedro Demetrio. Puga y Pérez-Cotapos se casarían posteriormente y tendrían dos hijos.

Desde un punto de vista técnico, el episodio inaugural de la serie funcionará eficientemente y dará cuenta de varios momentos históricos y otros más bien ficticios introducidos para dar mayor ritmo a la narración. De esta forma, asistiremos a la huida de un O’Higgins malherido en Cancha Rayada, su llegada a Santiago y recuperación del poder, así como su presentación en el campo de batalla en Maipú en donde se produce el conocido Abrazo de Maipú con San Martin, preferentemente con primeros planos al prócer en lugar de tomas generales, evidentemente por cuestiones de presupuesto. Otras secuencias interesantes, que más bien dan cuenta de su ideal político, lo mostrarán defiendo fuertemente la conformación de la Expedición Libertadora del Perú frente a sus ministros y detractores, sus diálogos con San Martin sobre la causa americanista y la lealtad a la Logia Lautarina, de la cual también asistimos a la iniciación de uno de sus nuevos miembros, con O’Higgins ya transformado en un maestro. También, destacan los diálogos con su madre, pilar fundamental en sus tiempos más complejos.

Entre las escenas más brillantes y que quedarán en la retina no puedo dejar de recordar la mencionada secuencia en que un arrebatado Rodríguez ingresa a caballo y a gritos exigiendo respuestas a O’Higgins sobre el fusilamiento de los hermanos Carrera. Es una secuencia que destila tensión al máximo, que da cuenta de la fuerte rivalidad entre ambos próceres y que las crónicas de la época registran como el acto final que llevaría a O’Higgins a apresarlo y seguirle un juicio por desacato a la autoridad. Otra secuencia notable, en donde destaca la composición plástica inspirada en el cuadro del pintor Manuel Antonio Caro, es la de la abdicación de O’Higgins en el que se reproduce con fidelidad el discurso final del Director Supremo, que termina entreabriendo su casaca militar para exponer su pecho a sus acusadores, invitándolos a tomar justicia por sus acusaciones. Finalmente, la simbólica secuencia de un viejo O’Higgins autoexiliado en Perú, aprendiendo a tocar en acordeón la nueva partitura del himno nacional, refleja su imperecedero amor por su patria.

“O’Higgins, vivir para merecer su nombre” (2007) contó con un gran y variado reparto, el cual en parte se replicaría en los próximos dos episodios de la serie sobre José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez, rivales y contemporáneos de O’Higgins. Un enorme Julio Milostich (Serie “El Señor de la Querencia”, 2008) se pone bajo la piel del célebre prócer ofreciendo una interpretación convincente, intensa y magistral, que permite al espectador observar al hombre detrás del héroe. Daniela Jacques (Serie “El Cuento del Tío”, 2008) como Rosario Puga, Elsa Poblete (“La Frontera”, 1991) como Isabel Riquelme y Héctor Noguera (“Subterra”, 2003) como Ambrosio O’Higgins interpretaron al círculo íntimo del héroe. Finalmente, Daniel Nuñoz (“El Chacotero Sentimental”, 1999) como José de San Martín, Benjamín Vicuña (“El Bosque de Karadima”, 2015) como Manuel Rodríguez, Pedro Vicuña (Serie “La Vida es una Lotería”, 2002-2004) como Luis de la Cruz, Diego Muñoz (“El Club”, 2015) como José Antonio Pérez-Cotapos, Rodolfo Pulgar (Serie “La Vida es una Lotería”, 2002-2004) como José Antonio Rodríguez Aldea y Vittorio Yaconi (“Johnny Cien Pesos”, 1993) como José Manuel Infante, entre otros, personificarían a diversos próceres y/o figuras políticas del entorno de O’Higgins.

El compositor Miguel Miranda (“Machuca”, 2004) fue el encargado de componer la banda sonora, la cual destaca principalmente por varios momentos de dramatismo e intimidad, además de la incursión en música vocal que evoca la dimensión humana y épica del héroe casi mítico a 200 años, cuya historia se narra.

El éxito de audiencia del episodio llevó a que fuese retransmitido el 23 de abril durante la mañana para que pudiese ser visto en todos los colegios del país, gracias a un acuerdo entre Canal 13 y el Mineduc, Ministerio de Educación de Chile y el 19 de septiembre, Día de las Glorias del Ejército, siempre del mismo año.

En resumen, un notable telefilm que recrea los grandes triunfos y logros y también los fracasos y frustraciones de uno de los próceres patriotas más importante de Chile, pieza clave en la consolidación de la independencia y el establecimiento del estado chileno para el posteriormente advenimiento de la república.



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