Ficha Rocky 4

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Críticas de Rocky 4 (1)


mahotsukai

  • 17 Oct 2020

8



Entretenida y estrambótica cuarta entrega de la Saga de Rocky Balboa (1976-2006).

Han pasado 3 años desde que Rocky Balboa recuperó el campeonato mundial de boxeo al derrotar a Clubber Lang, y se alista para su retiro. Sin embargo, una inesperada tragedia lo llevará a enfrentar al invencible boxeador ruso, Iván Drago.

Convertido en una superestrella de Hollywood e ícono del cine de acción, tras el éxito de “Rocky III” (1982), “First Blood” (1982) y su secuela “Rambo II: First Blood II” (1985), aunque con un inesperado traspie en “Rhinestone” (1984), Sylvester Stallone concebió la cuarta entrega de la saga del púgil italiano que se transformaría no sólo en la secuela más taquillera y recordada de toda la franquicia, sino en la película más delirante, surrealista y demencial protagonizada por el Semental Italiano, que la elevarían al status de película de culto, ícono del hipertrófico cine de súperhumanos en acción pura y dura y, en el caso de muchos, un placer absolutamente culposo. Una combinación explosiva y excesiva de golpes y testosterona, la configuración de dramas banales y venganzas, la explotación paroxista del patriotismo americano, la presentación de villanos de naturaleza invencible y un montaje de tipo videoclip combinado con una banda sonora impresionante que conquistó absoluta, y paradójicamente, a la audiencia.

Sylvester Stallone había acertada e inteligentemente cambiado el tono dramático de “Rocky” (1976) y “Rocky II” (1979) para asumir uno más de acción en “Rocky III” (1982), que le había permitido a la franquicia extender su vida y universos narrativos y capturar la atención de otro tipo de público, uno más juvenil e interesado en la impronta de súpeheroes humanos luchando contra todo tipo de adversidades, impulsado principalmente por films como “Conan, The Barbarian” (1982) de John Milius y “First Blood” (1982) de Ted Kotcheff y sus secuelas “Rambo: First Blood II” (1985) de George P. Cosmatos y “Conan, The Destroyer” (1984) de Richard Fleischer, respectivamente. Estos films de acción y épica no sólo postulaban un fuerte culto al físico y al individualismo desprendido del capitalismo occidental, sino que también destacan los valores más intrínsecos de la sociedad estadounidense, pero también estaban totalmente cargados de un mensaje ideológico y político en contra del comunismo, reflejo obviamente de la Guerra Fría (1947-1991).

Por lo mismo, no es de extrañar que el guión del film sea, clara y evidentemente, un rídiculo panfleto político y económico de las particulares tensiones entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética. Se supone que el borrador que Timothy Anderson desarrolló para el film, que fue rechazado y que derivó en una larga disputa legal con Stallone por los derechos posteriormente, exploraba algunos aspectos dramáticos del conflicto, sin embargo, la impronta del propio Stallone llevaría la narrativa a un éxtasis que a pesar de ser absurdo y colmado de excesos, terminaría por funcionar y convertir el film en una película muy entretenida y con un excelente ritmo, aunque en mi opinión levemente por debajo de “Rocky III” (1982), en líneas generales. Y es que el prólogo del film, con escenas del combate entre Rocky y Clubber Lang con la espectacular “The Eye of The Tiger” (1982) de Survivors de fondo, pero más aún la aparición de dos enormes guantes de boxeo con la bandera de cada país, que salen disparados, chocan y dejan polvo y escombros en la pantalla, es toda una declaración de principios del film, tal cual.

Sin embargo, esta desternillante presentación de dos ideologías totalmente antagonistas que medirán fuerzas en un espectáculo de boxeo, dará paso a toda una estructuración ideológica en el guión, cual de ellas más aberrante y absurda, pero honesta que la anterior, que, por supuesto, le entregará al público estadounidense las esperadas y vitoreadas cuotas de patriotismo barato que tanto demanda una película tan chauvinista como ésta. Y es que a pesar de que Stallone intenta inúltimente no escribir una americanada por guión, con algunas secuencias de tensión y exposición de verdades como aquella en la que la esposa de Drago, Ludmilla, encara a la prensa estadounidense de ser arrogantes y groseros y etiquetarlos de villanos para ensalzar a su propia país y el increíble e irrisorio epílogo del público ruso vitoreando a Rocky y el Secretario General Comunista aplaudiéndolo, no falta la construcción y presentación del estereotipo frío y malvado de Drago como deportista, y su porte militarista y anabolizado.

Stallone va más allá del esperable retrato psicológico estereotipado del ruso. Si bien había explotado en todas las entregas de la franquicia suficientes elementos para diferenciar categóricamente a Rocky de su adversario, explotando no sólo el carisma y sencillez del Semental Italiano y sobre todo la arrogancia de sus adversarios (Apollo Creed y Clubber Lang), para disparar la simpatía del público, en “Rocky IV” (1985) trasladará estos elementos al campo naciónalista y deportivo con la legendaria secuencia de entrenamiento de ambos púgiles en donde observamos a Rocky optando por un entrenamiento artesanal, natural y épico en un ambiente imposiblemente hostil y a Drago, por el contrario, utilizando toda la tecnología soviética al servicio del deporte, con maquinaria deportiva de última generación, inyección de anabólicos y todo un aparato ideológico de culto muy propio de los gobiernos de ultra izquierda o derechamente comunistas para levantar figuras que idolotrar.

A pesar de toda esta concepción en torno al villano que puede resultar degenerada además de ridícula, Iván Drago es un villano altamente efectivo y un gran sucesor como natural antagonista para el Semental Italiano, tras el efímero pero recordado Clubber Lang, pero más aún al mítico Apollo Creed. Stallone confesaría posteriormente que cuando estaba realizando el casting de boxeo para el antagonista de Rocky y le tocó probar a Dolph Lundgren, un desconocido ingeniero químico sueco cinturón negro de karate y con aspiraciones actorales, al ver su postura fría e imperturbable, se convenció que el espigado europeo de casi 2 metros era el actor indicado para interpretar a su nuevo e invencible antagonista, el mastodóntico Iván Drago. Es cierto que quizás cometió la imprudencia de asociar la tragedia de Apollo Creed a la figura del soviético, pero de cualquier forma esta decisión narrativa ayuda a generar un mayor sentido de obligación y eventual venganza en Rocky para enfrentarse con Drago.

El hecho de que Stallone haya dejado la vergüenza aparte y haya traspasado todos los límites de narrativa dramática y lógica en “Rocky IV” (1985), no sólo asegurará un espectáculo narrativo digno de verse y disfrutarse, sino que demandará que visualmente el film también explore caminos épicos, de imágenes exacerbadas y exaltación de la figura heroica de Rocky. Además de la exploración nacionalista e idiosincrática como la disparatada y apabullante performance de James Brown interpretando “Living in America” en el Madison Square Garden para presentar a Apollo Creed versus la estruendosa y ceremonial interpretación del himno sovíetico vitoreado por una masa controlada ideológicamente por el Estado, Stallone lleva a cabo otros montajes de estilo videoclip excelentemente bien filmados, aunque no por ello alejados de un paroxismo visual que puede volverse un placer culposo, como vemos en la secuencia en que Rocky reflexiona tras la muerte de Apollo qué viene para su carrera, el mencionado y espectacular montaje de entrenamiento y, finalmente, el combate final entre el Semental Italiano y la Máquina Rusa.

Por cierto, la secuencia de combate entre Rocky y Drago se convertiría en una de las más recordadas y épicas de la franquicia, a la altura de la legendaria secuencia de “Rocky II” (1979) en que Rocky derrota a última hora a Apollo Creed. Si bien el Semental Italiano no está defendiendo su título de campeón de boxeo, la secuencia completa, magistralmente filmada por Stallone y musicalizada espectacularmente por la gran partitura de Vince DiCola, destila adrenalina por toneladas y se convierte en un espectáculo que, aunque estrambótico, resulta totalmente disfrutable y recordable por décadas. Stallone confesaría años más tarde que la efectividad de la secuencia se debió, además del gran trabajo del fotógrafo Bill Butler y los montajistas John W. Wheeler y Don Zimmerman, a la autenticidad de los golpes que se dieron con Lundgren luego de que ambos acordaran boxear en serio para hacer más realista el enfrentamiento. Sin embargo, la agresividad del sueco terminaría enviando al hospital por un certero golpe en el pecho a Sly, que lo dejó en cuidados intensivos por una semana.

No obstante, fue el único momento incómodo para Lundgren en el set. Durante la secuencia de combate con Carl Weathers, el sueco lanzó con demasiada fuerza al actor afroamericano a la esquina del ring, lo que desató la furia del intérprete de Apollo Creed y su amenaza de abandonar el rodaje. Stallone debió intervenir y hacerlos reconciliar. De hecho, la agresividad de Lundgren haría que fuese una de las películas deportivas que aplicó efectos de sonido genuinos a partir de estos golpes reales con Stallone, a parte de métodos de entrenamiento originales creados por consultores de boxeo y un grupo de otros efectos especiales nuevos. Además, al mostrar equipos deportivos de alta tecnología innovadores para la época, además de reflejar la carrera científica entre ambas potencias mundiales, “Rocky IV” (1985) se convirtió en una película visionaria al respecto.

Por el contrario, uno de los elementos más horteros del film fue la introducción del robot que Rocky obsequia a Paulie y que se transformó incluso en un elemento avergonzante para el propio Stallone, quien ha anunciado eliminar sus escenas en la edición Director’s Cut que lanzará en 2020. El androide fue creado por International Robotics Inc. en Nueva York y su voz inicial grabada por el director ejecutivo de la empresa, Robert Doornick. Se sabe que fue bautizado por sus ingenieros como “SICO”, que había sido utilizado por James Brown durante sus giras en los 80s y que Stallone lo incluyó en la película principalmente como homenaje a su hijo Seargeoh, luego de utilizarlo para tratar su autismo. Sin embargo, es de transversal opinión que no aporta en nada, ni siquiera en la veta cómica que supone el personaje de Paulie y que más fue una decisión desafortunada.

“Rocky IV” (1985) fue rodada entre abril y julio de 1985 en Los Ángeles y Las Vegas. Stallone escogió la ciudad de Wyoming para recrear la inhóspita Unión Soviética, construyendo una cabaña en Jackson Hole y empleando el Parque Nacional Grand Teton para filmar muchas de las secuencias al aire libre. Finalmente, escogió el PNE Agrodome en Hastings Park en Vancouver, Columbia Británica, como escenario para la pelea en territorio soviético.
Además de Sylvester Stallone y Dolph Lundgren, contó nuevamente con la participación de Talia Shire (“The Godfather”, 1972), Burt Young (“Chinatown”, 1974), Carl Weathers (“Predator”, 1987) y Tony Burton (“The Shining”, 1980). La importancia de la esposa y cuñado de Rocky en esta entrega decae considerablemente respecto a las películas anteriores, pero de todas formas tanto Shire como Young cumplen satisfactoriamente al interpretar a sus personajes, a esta altura icónicos e incuestionables. Stallone reincorporó al reparto a Sylvia Meals (“Tournament of Dreams”, 2007) como la esposa de Apollo y sumó a su novia de entonces, la bella actriz y modelo danesa Brigitte Nielsen (“Cobra”, 1986) como Ludmilla Drago, esposa del gigantesco púgil soviético. David Lloyd Austin (“The Naked Gun”, 1988) encarnó al Primer Ministro Soviético, claramente una referencia a Mikhail Gorbachov. Además, el comentarista deportivo Stu Nahan realizó su cuarta aparición en la franquicia como comentarista de la pelea Creed-Drago. Warner Wolf reemplazó a Bill Baldwin, quien murió luego de la filmación de “Rocky III” (1982), como co-comentarista. Para la pelea entre Rocky y Drago, se incluyó a los comentaristas Barry Tompkins y Al Bandiero como locutores de USA Network.

Como ha sido una tónica, al menos para las 4 primeras entregas, “Rocky IV” (1985) contó con una magistral banda sonora que combina efectivamente canciones ochenteras pop como “Living in America” de James Brown y “Heart’s on Fire” de John Cafferty & The Beaver Brown Band, con tres grandes canciones de hard rock de Survivors, “The Eye of the Tiger”, “Burning Hearts” “Man Against The World”, además de “No Easy Way Out” de Robert Tepper y “The Sweetest Victory” de Touch. Además, otro punto a destacar fue la incorporación de Vince DiCola (“The Transformers: The Movie”, 1986) en lugar de Bill Conti, autor de la magnífica y emblemática “Gonna Fly Now”. Si bien fue la primera vez que la icónica y emotiva partitura de Conti no fue incorporada en una entrega, DiCola se despachó con una espectacular banda sonora que incluyó las notables “Training Montage” y “War”.

“Rocky IV” (1985) se estrenó en Westwood, Los Angeles, el 21 de noviembre de 1985. Con un presupuesto de US$28 millones y una taquilla de más de US$300 millones, se convirtió en la película más taquillera de toda la franquicia. Le seguría la controversial quinta entrega “Rocky V” (1990) con el regreso de John G. Avildsen en la dirección.

Le película ganó el Trofeo Marshall al Mejor Actor en el Festival de Cine de Napierville al Mejor Actor (Lundgren) y el Premio Golden Screen de Alemania. En Estados Unidos, sin embargo, fue vapuleada por la crítica con 9 nominaciones y 5 premios Golden Raspberry, incluido Peor Actor (Stallone), Peor Director (Stallone), Peor Actriz de Reparto (Nielsen), Peor Nueva Estrella (Nielsen) y Peor Partitura Musical.

En resumen, una demencial y estrambótica cuarta entrega, que a pesar de olvidar todos los principios narrativos del film original y traspasar sus propios límites, funciona de gran forma y se transforma en un espectáculo entretenido, dinámico y totalmente disfrutable. La evalúo con un 8.5.

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