Ficha Otelo

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Críticas de Otelo (1)


mahotsukai

  • 15 Jun 2021

8



Entretenida y reivindicable adaptación de la tragedia homónima de Shakespeare, dirigida por Oliver Parker (“Dorian Gray”, 2009).

Otelo es un alto oficial moro recientemente ascendido que trabaja para la República de Venecia y que luego conquista el amor de la bella Desdémona. Sin embargo, toda su felicidad se vendrá abajo cuando sea engañado por un subalterno envidioso que le detesta profundamente.

Tras recibir la aclamación de la crítica y el León de Plata al Mejor Director en el Festival de Cine de Venecia, además de una nominación al León de Oro en el mismo certamen siempre por la comedia “A Midwinters Tale (In the Bleak Midwinter)”, 1995), el director, guionista y actor británico Kenneth Branagh aceptó la propuesta de David Barron de protagonizar una nueva adaptación del clásico “Otello” (1603) de William Shakespeare. Barron, que había sido productor asociado de la destacable “Mary Shelley’s Frankenstein” (1994) y luego produciría “Hamlet” (1996) siempre con Branagh como director, contactaría al actor, guionista y debutante director Oliver Parker para desarrollar una nueva, refrescante y sensual versión de la tragedia del desgraciado moro que cae presa de las intrigas y maquinaciones de un envidioso y pérfido alférez, cuyas últimas versiones interesantes se remontaban a las firmadas por Stuart Burge y Franco Zeffirelli en 1985 y 1986, respectivamente.

Con guión del propio Parker, “Othello” (1995) ofrece una adaptación relativamente fiel a la obra de Shakespeare, sin embargo, incorpora algunos elementos realmente refrescantes e innovadores que la convierten en una versión destacable. El primero de estos elementos que vale la pena mencionar la funcional traslación del espíritu de la tragedia shakespeariana al guión, en donde es posible advertir sin problemas y con una destacable intensidad la cosificación de la mujer como mera mercancía sólo que, en la metáfora de la subordinación femenina, primero al padre y luego al esposo, dentro del contexto de la sociedad patriarcal construida a partir de un sistema de valores esencialmente masculino. De esta forma, el trío protagónico de Otelo, Desdémona y Yago no es más que una tríada ofrecida en sacrificio para el desarrollo de la intriga y la conspiración, con el moro cediendo a la elementalidad de su carácter, su esposa firmando su sentencia por pasividad y el insidioso cayendo por el peso del descubrimiento de la verdad.

Un segundo elemento lo encontramos en el tratamiento ciertamente romántico, no sólo desde el punto de vista de la tragedia, sino en la intensidad de la relación entre Otelo y Desdémona. Es cierto que el guión incluye secuencias que refuerzan la idea de sensualidad y sexualidad como la del baile de Desdémona para Otelo o derechamente la escena de la noche de bodas, pero es necesario reconocer la capacidad y química interpretativa de Laurence Fishburne (Saga “Matrix”, 1999-2003) e Iréne Jacob (“La doble vida de Verónica”, 1990). El estadounidense, que se convertiría en el cuarto actor afroamericano en personificar a Otelo luego del mítico Paul Robeson en su versión teatral de 1943-1944 Yaphet Kotto y Ted Lange en 1980 y 1989 respectivamente, se las arregla para ofrecer un protagonista rico en matices, firme cuando es preciso y sensible en la cúspide de la tragedia, mientras que su coprotagonista franco-suiza no se queda atrás al ofrecer momentos de sumisión, delicadeza y dignidad, a pesar de la naturaleza ultrapasiva de su personaje.

Con todo, si “Otelo” (1995) fluye y fluye sin problemas desde un punto de vista narrativo ello se debe principalmente a la estructuración de su antagonista y, más aún, a la soberbia interpretación de Kenneth Branagh. Experto a esa altura en adaptaciones cinematográficas de Shakespeare (“Henry V”, 1989; “Much Ado About Nothing”, 1993; “A Midwinters Tale”, 1995) al margen de lo que realizaría más tarde (“Hamlet”, 1996; “Love’s Labour’s Lost”, 2000; “As You Like It”, 2006; “All is True”, 2019), un talentoso y carismático Branagh rico en matices interpretativos, quizás más burdo y menos sutil en su descaro, pero totalmente pérfido e inescrupuloso, que recuerda al interpretado por Micheál MacLiammóir en la mítica y definitiva versión dirigida por Orson Welles en 1951. Los cínicos diálogos de Branagh con el espectador rompiendo la cuarta pared no tienen desperdicio alguno y brillan por su simpleza y fluidez, lo que permite al espectador no necesariamente haber leído la tragedia de Shakespeare para comprender hasta el más oculto y execrable pensamiento de Yago.

Desde un punto de vista visual, “Othello” (1995) tiene una efectiva y sobria puesta en escena a cargo de Livia Borgognoni (“Star Wars, Episode I, The Phantom Menace”, 1999) y Desmond Crowe (“Mary Shelley’s Frankenstein”, 1994), que Parker pudo bien otorgado una mayor personalidad y singularidad. De la misma forma, el futuro director de “Fade to Black” (2006) se limita a realizar encuadres normativos y renuncia a proponer una composición plástica más arriesgada y personalista que le permita al film resaltar y encumbrarse como una de las imprescindibles versiones del clásico de Shakespeare, como las versiones de Welles, Burge y Zeffirelli. Sin embargo, tampoco sería razonable no destacar el correcto trabajo fotográfico de David Johnson (“Basil”, 1998) que tiene sus mejores momentos en las escenas intimistas de Othello y Desdémona y las reuniones clandestinas de Yago con Cassio y Roderigo, las cuales se filmaron en el Castillo de Orsini, así como las realistas secuencias exteriores filmadas en los canales de Venecia.

Además de los sólidos Branagh, Fishburne y Jacob, el film contó con un competente reparto secundario que incluyó a Nathaniel Parker (“Hamlet”, 1996) como Cassio, Michael Maloney (“A Midwinters Tale”, 1995) como Roderigo, Anna Patrick (“An Ideal Husband”, 1999) como Emilia la esposa de Yago, Nicholas Farrell (“Chariots of Fire”, 1981) como Montaño, Indra Ove (“Resident Evil”, 2002) como Bianca y Michael Sheen (“Wilde”, 1997) como Ludovico.

El franco-británico Charlie Mole (“Dorian Gray”, 2009) fue el encargado de componer la destacable banda sonora que brilla principalmente por generar acordes sinfónicos inquietantes y que rememoran heroísmo y aventura.

Con un presupuesto de US$11 millones, “Othello” (1995) se convertiría en un rotundo fracaso comercial al recaudar poco menos de US$3 millones. Sin embargo, recibió varias críticas positivas y elogios, principalmente por la actuación de Branagh y Fishburne. La película recibió una nominación al mejor actor de reparto en los Screen Actors Guild Awards y dos nominaciones al mejor actor protagónico y a la mejor película en los Image Awards (NAACP).

En resumen, una correcta y entretenida versión de la clásica tragedia de William Shakespeare, que brilla principalmente por un reparto sólido, y dentro de él un inspirado Kenneth Branagh.



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