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Perfecta combinación de realismo y comedia negra.
Un largometraje que sirve como expresión del nuevo milenio y lo fina que es la línea que existe, ahora mismo, en el amistad y el amor.
Una fina línea que, al igual que las relaciones de cristal o el amor líquido, todo puede decidirse en instantes por puro egoísmo y superficialidad.
El mundo se ha vuelto demasiado individualista, demasiado egoísta y la era de la tecnología no ha hecho otra cosa sino que enfrentarnos, depender de ella, depender de la opinión del resto y ocultar sentimientos, mentir, fingir, creer en cualquier autocracia vía IG, Twitter, etc. porque ahora mismo es así; tienen poder los que mienten y se esconden detrás de un ordenador.

Quizá no estemos ante la mejor película del señor Alex de la Iglesia, pero si una con la mejor metáfora para aplicarse ante la falta de sentimientos que existe. Donde si hubiera una oportunidad para volver atrás y cambiar ¿lo harías? Y más sabiendo todo lo que puede estar en juego por lo mismo que mencioné anteriormente.
Las actuaciones muy convincentes y divertidas, y los derroches de humor negro etiqueta de Alex, siempre son bienvenidos.
Una buena historia bien complementada por las actuaciones de un reparto de lujo.

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