Ficha Mujeres Infieles


  • No la has puntuado
  • No has insertado crítica
  • No has insertado curiosidades
  • No has insertado ningun error


Críticas de Mujeres Infieles (1)


mahotsukai

  • 4 Nov 2015

6



Correcto drama del cineasta chileno Rodrigo Ortúzar, estrenado en 2004, que narra diversas historias de infidelidad relacionadas, donde supuestamente son las mujeres ¨las responsables¨, pero que conlleva a una reflexión más bien social, sobre el machismo, el engaño y la traición, la resignación matrimonial, la satisfacción sexual, el orgasmo y la experimentación.

La película inicia con la pugna profesional entre los periodistas y conductores del más exitoso noticiero en Chile, Cecilia Ureta y Mario Guzmán, que se refleja en una entrevista televisiva a la sexóloga Eva Soler, a propósito de una encuesta que revela que el 62% de las mujeres chilenas es o ha sido infiel. Ante la tensión, Ureta, que es una estrella en el canal, pide al productor que saque a Guzmán del aire, y lo envíe a hacer notas a la calle, para degradarlo. Por esas curiosidades de la vida, Guzmán reporteará un incendio en un motel, en donde encuentran muerto al máximo ejecutivo del canal, Alberto Valdés y herida, a su amante, Cecilia Ureta. Guzmán, entonces, aprovecha la situación para vengarse de Ureta y exponerla al escarnio público.

En líneas generales, estamos ante una correcta película, sin mayores pretensiones que exponer el tema de la infidelidad, que en Chile, muchos se han atrevido a decir que ¨es deporte nacional¨. Y en ello, entrará en vigor lo que cada uno opine de la infidelidad, por lo que los juicios de valor están siempre ahí en películas como éstas. No faltará entonces, aquel que critique la infidelidad femenina y defienda la masculina, por un asunto de machismo; o aquel que defienda la femenina y critique la masculina, al contrario, el feminismo; o aquel que condene la infidelidad en cualquiera de sus variantes; y finalmente, aquel al que le parezca divertido y hasta se sienta identificado y se lo tome de una forma más liviana. Sea como sea, hay mucho de hipocresía y doble estándar tanto en los que condenan como en los que defienden la infidelidad. Todo, mientras sea yo quien ¨ponga los cuernos¨ y no se ¨el cornudo¨.

De cualquier forma, Ortúzar pretende poner el tema en la palestra y verlo desde diferentes perspectivas. Que la película se llame ¨Mujeres Infieles¨ es en sí una sátira, puesto que el director no utiliza una perspectiva machista del asunto, condenando la infidelidad femenina sino que aboga por el factor ¨responsabilidad compartida¨, en la que las mujeres infieles sustentan sus infidelidades por perder la atención o el interés de sus esposos, o por la sobreconfianza de éstos en sus incursiones sexuales o simplemente porque son libres de tener una aventurilla amorosa por ahí.

La sociedad chilena, hay que decirlo, ha cambiado bastante en los últimos 25 años (después de la dictadura de Pinochet) en todos los aspectos, y dentro de éstos, la libertad de la mujer es un hito importante. En un país en el cuál había un machismo crónico, como en el resto de Latinoamérica, poco a poco la mujer ha ido ganando ¨libertades o derechos¨ que exigen ¨igualdad de condiciones¨ respecto a los hombres. Y aunque parezca raro, ello también se ha ¨trasladado¨ al campo de las relaciones de pareja. Así, si el chileno es infiel, casi ¨por naturaleza¨, ¿por qué la mujer no puede serlo?

No voy a hacer juicios de valor acá, porque cada uno opinará a su modo de ver las cosas y no es preciso comentarlo, pero sí conviene hacer referencia al intento de Ortúzar de ahondar en las consecuencias del acto infiel. Tenemos así, en la infidelidad de Cecilia Ureta y Alberto Valdés; por el lado de Cecilia, la destrucción de su matrimonio y la guerra legal que su esposo inicia por la custodia de la hija de ambos; y en el lado de la viuda de Valdés, Teresa Vial, una curiosa reacción, que tendrá explicación hacia el final del film, en la que la viuda restituye a la amante de su ex marido en el canal y sin rencores. En el caso de Álvaro, que descubre que su esposa Carola tiene un amante, que será su propio hijo Cristián, la destrucción de la relación padre-hijo; y en caso de la insatisfecha Cristina, que se involucra con la española Roberta, en una oda a ¨conozcámonos y experimentemos¨, por nombrar algunas. Y aquí entra también la aparición de dos ridiculizados ¨detectives pasionales¨, Vilches y Liberona, una pareja homosexual, por cierto, que se dedican a extorsionar a sus propios clientes, cuando la contra-parte investigada les encarga una contra-investigación para contraatacar a sus atacantes.

Sin embargo, si bien la intención es bastante buena, en especial poner la infidelidad como un acto transversalmente responsable a ambos géneros, en donde la sexóloga Soler destaca que ¨si hay 62% de mujeres infieles, es porque hay otros 62% de hombre infieles que complementan esa infidelidad¨, recalcando en las responsabilidades, la película no deja de caer en una suerte de condescendencia acerca del problema. Por lo tanto, su supuesto carácter reflexivo se apaga hacia el final cuando Ortúzar la reduce prácticamente a un rasgo de la naturaleza humana. Entonces, reconocerle que cumple con acabar con el mito casi exclusivo de las ¨mujeres infieles¨ como seres hipócritas, malagradecidas y lujuriosas, para denunciarlo como una práctica humana, pero decir que falla en su intento de reflexión sobre qué pasa cuando se es infiel y que le pasa al que sufre la infidelidad. Eso la vuelva al final, liviana.

A este hecho, hay que sumarle que la película no cuenta con grandes actuaciones, ni dramáticas ni tragicómicas (dicen que este film tiene naturaleza de tragicomedia, pero la verdad yo no le veo). Daniel Alcaíno (Guzmán) está desaprovechado como villano, pudiendo haber tenido su personaje una incursión más perversa y maquiavélica; María José Prieto (Ureta) se pasa más hospitalizada que nada, siendo por lo demás bastante frívola en su actuación, al igual de Viviana Rodríguez, que si bien ambas aportan con su belleza, en realidad no tienen una buena aparición; Benjamín Vicuña como Cristián no pasa de cumplir con su papel de ¨galán juvenil y seudo-alternativo¨ con un papel bastante patético, como el hijo que le pone los cuernos a su propio padre con su esposa; Aldo Parodi y Ramón Llao está ridiculizados y limitados a esta caricatura que se hace de ellos. Para terminar, Lucía Jiménez también queda caricaturizada como la típica europea que viene a ¨las Américas¨, prácticamente a enseñarle a ¨los nativos¨ a vivir el sexo en libertad.

En definitiva, una película para el rato, que cumple con lo justo.



Me gusta (0) Reportar

Ver todas las crítica