Ficha Cómo Salir con una Otaku


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Críticas de Cómo Salir con una Otaku (1)


Mad Warrior

  • 13 Oct 2022

2



No en términos literales, aunque en una sociedad como la japonesa, la protagonista de esta historia sí podría ser considerada como una extraterrestre.
Veremos que no es nada fácil estrechar lazos amorosos con una mujer obsesionada con la cultura ¨freak¨...

Conocí a las compañeras de trabajo de mi ahora prometida en mi primer viaje a Japón, una de las cuales destacaba sobre el resto según ella; al parecer, a pesar de ser una madre casada de 38 años, también tenía debilidad por todo lo relacionado con el manga, el anime, los videojuegos, etc., por eso era considerada la rara del grupo. Porque ser un ¨otaku¨ en la sociedad nipona no es en absoluto algo de lo que sentirse orgulloso, más bien se siente vergüenza y desprecio, y tanto más cuando hablamos de ¨fujoshi¨, atribuido a las mujeres fanáticas de todo lo anterior además del erotismo homosexual.
Este desprecio ya está implícito, pues es ¨腐¨ el primer kanji de este término, que viene a significar ¨ruina¨, seguido de ¨mujer¨...nada bonito, la verdad. El tema no es original, pues se ha tratado en numerosos formatos; ¨Moso Shojo Otaku-kei¨, de la que salió un ¨live action¨, por ejemplo, y en las mismas fechas se adaptó ¨Fujoshi Kanojo¨, de novela ligera a manga por Rize Shinba (famoso por sus historias ¨yaoi¨), y unos años después llega su versión con personajes reales. Ahí les vemos a ambos, Yoriko y Hinata, a punto él de declarar su amor a la primera, que antes de arrepentimientos confiesa su fanatismo ¨freak¨

Cuando se besan a ella se le ocurre decir ¨Sabes a algodón de azúcar¨. Así es, el tono queda establecido desde esta primera secuencia, ¡donde la cursilería resulta tan cargante que incluso el instante del beso se produce fuera de cámara!; Atsushi Kaneshige, un señor que ha trabajado mayormente de asistente de dirección y en televisión y que regresaría a dicho oficio después del film que nos ocupa (y es lógico...), nos arrastra a lo que se supone es una historia de amor con todos los clichés interpretativos, estéticos y formales de un ¨dorama¨ de cómico-romántico, empezando por la sobreactuación de los actores, que más de una vez produce una vomitiva vergüenza ajena.
Como la que producen esa pareja formada por Shunsuke Daito (a quien se le recuerda de ¨Crows Zero¨ o ¨Tokyo Tribe¨) y Wakana Matsumoto, ambos casi debutando aquí en el mundo del cine pero de sobrada experiencia en la mencionada variación japonesa de la telenovela; mientras el primero demuestra ser todo un camaleón en su forma más amable e idiota (comparen con su papel de Kirishima en la obra de Miike), la segunda se mete tan a conciencia en el personaje de la chiflada Yoriko que tras aparecer en pantalla no pasan ni tres segundos sin que deseemos abrirle la cabeza a base de ¨mangazos¨.

El instante en el ¨butler café¨, con otras dos mujeres igual de chaladas, es el mejor ejemplo, y como éste habrá muchos más; pero Kaneshige tampoco va más allá de lo que es simple humor absurdo y una vena romántica 100% ¨light¨, y lleva a esos protagonistas de una escena tonta a otra a veces sin orden ni concierto, mientras da torpes saltos atrás en el tiempo para saber cómo se conocieron, lo cual ralentiza aún más si cabe el ritmo...curioso, ya que esta primera parte avanza con bastante velocidad, entre ¨gags¨ imbéciles y situaciones embarazosas en las que acaba Hinata, subyugado al carácter dominante y alienígena de Yoriko.
Sin embargo, por un hecho fortuito, el humor (que salvo un par de simpáticos momentos yo no lo veo por ningún sitio...) gira hacia el melodrama de un modo abrupto, y el director apuesta entonces por tomas largas y silenciosas, música emotiva y tonalidades neutras en lugar de los colores chillones previos, como creyéndose que es Yukiko Mishima o Naomi Kawase. Pero el accidente que determina esta segunda parte y que pone en peligro la estabilidad de la pareja (un cambio de país por cuestión de empleo) no es el adecuado, y llega sin tener relación con todo lo anterior...

Más hubiera valido una vuelta de tuerca oscura como el paulatino descontrol de la obsesión por parte de la mujer hasta perder el sentido de la realidad, y terminar por perder al pobre Hinata, quien también se encuentra al límite de su paciencia por sus locuras; todo esto se viene vaticinando en la película desde tiempo atrás (¨No puedes pretender que nuestra vida sea un videojuego para siempre¨, espeta él), pero no se acaba aprovechando.
Claro, esto no es un drama psicológico, es una tragicomedia dirigida al público joven, preferentemente femenino y descerebrado como la protagonista, y teniendo en cuenta su desagradable egoísmo (lo que hace repudiar todavía más a Matsumoto) y la desquiciante sumisión de Hinata, el final se puede oler a kilómetros (los que separan Londres de Japón)...

...como a kilómetros pretendo dejar olvidado este subproducto que nada enseña sobre la cultura ¨pop¨/¨otaku¨ nipona, de la cual soy otro fanático, por cierto.



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