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Nuevo drama bélico ambientando en una ciudad Alemana, durante la Segunda Guerra Mundial, en el que el narrador es la propia muerte, dándole cierto toque irónico al film, y ya dándonos alguna pista existencialista de lo que vamos a ver... todo es efímero, ya que todo lo que la vida te da, te lo quita.

La película se centra en la vida de una jóven, hija de comunistas, que es dada en adopción por su madre a una familia que no es tan severa ni mala como parece, sobriamente interpretada por los excelentes Geoffrey Rush y Emily Watson.

Lo más interesante del film es que retrata las miserias de los propios alemanes. Sean judios, comunistas o nazis, propiciando un interesante crisol en el que se entremezclan las viviencias de ellos, desde sus alegrias, hasta sus penurias, pasando por sus miedos y por su valentía, por salir adelante en una época en la que a duras penas daba para vivir.

Los peros son... que el film no se arriesga. Es muy complaciente y correcto. En ese sentido tampoco hay nada que criticar, porque no engaña a nadie, pero con un material tan bueno y con algunos momentos y diálogos tan interesantes como posee, es una pena que el film no diera un paso más allá.
Es una pena porque después de verla tienes la sensación de haber visto una buena película, pero no una gran película.

Además, en ocasiones se hace algo lenta y su metraje es algo exagerado, pero bueno. No deja de ser una buena opción para quienes gusten de dramas bien construidos.

Lo mejor: La interpretación de Sophie Nélisse y la banda sonora de John Williams, que es, como de costumbre, exquisita y da un punto más de interés.

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