Irregular comedia mexicana que entretiene por momentos y que tiene por mensaje supuestamente enseñar a tus hijos que todo en la vida tiene un sentido de sacrificio, que debemos esforzarnos para alcanzar nuestras metas y no esperar que los padres resuelvan las vidas de sus hijos.
La trama gira en torno a un empresario viudo que no quiere ver que sus hijos, ya todos con mayoría de edad, no han hecho nada con sus vidas, por saben que en el futuro heredaran las empresas y el dinero de su padre. Poco a poco, se da cuenta que debe hacer algo ya que su hijo mayor es un inmaduro que fantasea con negocios que no tienen por donde prosperar; su hija está comprometida con un gigoló que se hace pasar por español; y su hijo menor acaba de ser expulsado de la universidad al ser sorprendido teniendo sexo con una de sus profesoras.
Ante tales finuras de hijos, el empresario, decide darle una lección a sus hijos y simula haber quedado en bancarrota y con millonarias deudas, que los obligará como familia a esconderse en una ruinosa casa en la periferia de la ciudad, que había pertenecido a su padre. De esta forma, y de manera obligada, los hijo deberán salir a buscar el sustento, teniendo que trabajar, impensadamente para ellos, de mesera, de chofer de autobus, etc. De esta aprenderán que hay que esforzarse en la vida, madurando y aprendiendo valores.
La película tiene un ritmo algo irregular, cayendo en varias ocasiones en intensidad y ritmo. Tiene momentos que causan gracia pero a costa del stereotipo, de lo caricaturesco.
¿Y por qué digo lo caricaturesco? Porque una vez más tenemos la típica película de diferencias de clases, que aparentemente quiere entregar un mensaje moral positivo o moraleja, pero que evidentemente es un ejercicio cinematográfico clasista, típico de cineastas mexicanos ABC1. De esta forma, es inevitable no advertir la forma casi simiesca con el director ve el mundo del mexicano pobre, esforzado, el que no tiene nada que perder, agresivo por naturaleza, con el insulto en boca, desde la visión del director.
Porque en su intento por hacer reír al público, el director cae en este jueguito de hacerse el simpático con estos ricachones que juegan a ser pobres, y que al final se les hace eso, sólo simpático.
mahotsukai
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Irregular comedia mexicana que entretiene por momentos y que tiene por mensaje supuestamente enseñar a tus hijos que todo en la vida tiene un sentido de sacrificio, que debemos esforzarnos para alcanzar nuestras metas y no esperar que los padres resuelvan las vidas de sus hijos.
La trama gira en torno a un empresario viudo que no quiere ver que sus hijos, ya todos con mayoría de edad, no han hecho nada con sus vidas, por saben que en el futuro heredaran las empresas y el dinero de su padre. Poco a poco, se da cuenta que debe hacer algo ya que su hijo mayor es un inmaduro que fantasea con negocios que no tienen por donde prosperar; su hija está comprometida con un gigoló que se hace pasar por español; y su hijo menor acaba de ser expulsado de la universidad al ser sorprendido teniendo sexo con una de sus profesoras.
Ante tales finuras de hijos, el empresario, decide darle una lección a sus hijos y simula haber quedado en bancarrota y con millonarias deudas, que los obligará como familia a esconderse en una ruinosa casa en la periferia de la ciudad, que había pertenecido a su padre. De esta forma, y de manera obligada, los hijo deberán salir a buscar el sustento, teniendo que trabajar, impensadamente para ellos, de mesera, de chofer de autobus, etc. De esta aprenderán que hay que esforzarse en la vida, madurando y aprendiendo valores.
La película tiene un ritmo algo irregular, cayendo en varias ocasiones en intensidad y ritmo. Tiene momentos que causan gracia pero a costa del stereotipo, de lo caricaturesco.
¿Y por qué digo lo caricaturesco? Porque una vez más tenemos la típica película de diferencias de clases, que aparentemente quiere entregar un mensaje moral positivo o moraleja, pero que evidentemente es un ejercicio cinematográfico clasista, típico de cineastas mexicanos ABC1. De esta forma, es inevitable no advertir la forma casi simiesca con el director ve el mundo del mexicano pobre, esforzado, el que no tiene nada que perder, agresivo por naturaleza, con el insulto en boca, desde la visión del director.
Porque en su intento por hacer reír al público, el director cae en este jueguito de hacerse el simpático con estos ricachones que juegan a ser pobres, y que al final se les hace eso, sólo simpático.
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