Las dos últimas películas que ví de Harold Lloyd, posteriores a los años 30, fueron un jarro de agua fría para lo que tenía acostumbrado ver de este gran actor. El cine sonoro no le sentó nada bien, la verdad, perdiendo buena parte de la gracia que tenían sus primeras películas.
Ahora me he visto esta, de 1928, que tenía pendiente, y me reafirmo totalmente en mis palabras. Su última película de cine mudo, y me lo he pasado genial viéndola.
Con una historia de lo más curiosa, montones de sketches divertidísimos, al más puro estilo de los que nos tiene acostumbrados este hombre (las dos escenas con vehículos, tanto la del taxi como la del tranvía son impresionantes e imposibles de grabar hoy día con los medios que tenían en esa época), todo esto mezclado con una historia de unión y resistencia contra el poder de las grandes compañías, hacen de esta película algo realmente digno de verse.
TANO
9
Las dos últimas películas que ví de Harold Lloyd, posteriores a los años 30, fueron un jarro de agua fría para lo que tenía acostumbrado ver de este gran actor. El cine sonoro no le sentó nada bien, la verdad, perdiendo buena parte de la gracia que tenían sus primeras películas.
Ahora me he visto esta, de 1928, que tenía pendiente, y me reafirmo totalmente en mis palabras. Su última película de cine mudo, y me lo he pasado genial viéndola.
Con una historia de lo más curiosa, montones de sketches divertidísimos, al más puro estilo de los que nos tiene acostumbrados este hombre (las dos escenas con vehículos, tanto la del taxi como la del tranvía son impresionantes e imposibles de grabar hoy día con los medios que tenían en esa época), todo esto mezclado con una historia de unión y resistencia contra el poder de las grandes compañías, hacen de esta película algo realmente digno de verse.
Me gusta (0) Reportar