Ficha Un Padre en Apuros

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Críticas de Un Padre en Apuros (1)


mahotsukai

  • 16 Dec 2015

6



Ingenuo pero entrañable film navideño protagonizado por Arnold Schwarzenegger, en la que el musculoso actor deja de lado las balas y las explosiones, por un rato, para personificar a Howard Langston, un trabajólico y despreocupado padre de familia, que tras defraudar a su hijo, se compromete a ayudar a ¨Santa Claus¨ (en ¨Viejo Pascuero¨, acá en Chile) y conseguir el juguete de moda y que es el objeto de deseo de u hijo también. Entre medio de situaciones caóticas unas tras otras, el pobre de Howard, no sólo tendrá que lidiar con la desesperada búsqueda del juguete, sino con los intentos de su insoportable vecino, Ted, por seducir a su esposa, sino con algunas situaciones que rozan lo ilegal.

No cabe duda que ésta es una de las películas más irregulares, ingenuas y cuestionables, en términos de actuación, de Schwarzenegger, quien al igual que su archirrival Silvester Stallone, en su momento, sucumbe ante la tentación de hacer comedia, con resultados algo dispares. Sin embargo, el guión de la película, con sus varias imperfecciones, no deja de ser entretenido e incluso moralizante, ya que adopta una serie de aspectos dignos de ser destacados.

En primer lugar, la película ahonda bastante en la fiebre comercial de la Navidad, en la que la gente se olvida del real significado de la festividad, y en donde no es extraño ver hordas y hordas de personas ¨saqueando¨ prácticamente las jugueterías, con la premisa que la común falta de atención que le han dado a sus hijos durante el año puede remediarse con el cumplimiento del anhelo de sus hijos de recibir el juguete que pidieron a Santa Claus. En ese sentido, la desesperación de Howard y del cómico cartero Myron es un reflejo de lo equivocados que están los padres de llenar vacíos de atención con juguetes. Es más, la ¨reflexión¨ de Myron de que él es un perdedor porque su padre no consiguió el juguete cuando era un niño, es otro mensaje que el personaje de Howard debe procesar.

Agregar además, que este problema es transversal a las clases sociales, y el director lo presenta al mostrar a Howard, un gerente comercial, y Myron, un cartero, en la que desgracia de haber olvidado comprar el mentado juguete a tiempo elimina las barreras socioeconómicas y los une, aunque ellos no lo quieren, en la misma desgracia.

En segundo lugar, tenemos toda la parafernalia navideña, y esa mezcla que inevitablemente se hace entre la hipocresía de una sociedad consumista y la del buen vecino, en donde el personaje de Ted es el típico fanfarrón y petulante vecino que gusta de llenarse de halagos y seducir mujeres, con las típicas artimañas de preparar galletas navideñas, alumbrar las casas y árboles navideños, y los infaltables villancicos. Claro, Howard también su cuota de responsabilidad al descuidar a su mujer, pero no deja de ser detestable que siempre hay personajes como Ted, verdaderos buitres.

En tercer lugar, tenemos un aspecto que no es del todo abordado, que parece más bien anecdótico, como es la piratería de juguetes. Howard, en su desesperación, acude al mercado negro en donde lo estafan con 300 dólares por una copia pirata de Turboman, y en una trifulca, la policía encauta toneladas de juguetes piratas. Un problema que tiene que ver el abuso de las grandes fábricas de juguetes en cuanto a los precios, la accesibilidad a ellos de los grupos menos pudientes y la facilidad y bajo precio de los mismos.

Con todo, esta es una comedia al fin de cuentas y los aspectos moralizantes son vistos de forma amena, en general, con buenas dosis de humor, aunque algunas poco convincentes, como la escena de amenaza de bomba, que denota policías estúpidos, la golpiza de Howard al cabrón venado de Ted, o la inverosímil escena final en la que lucha, vestido como Turboman, con Myron, vestido de villano, por el mentado juguete. En fin, pueden pasar por alto, pero están ahí.

Justamente, en la escena final, se puede apreciar que la película no envejeció bien en este aspecto: los efectos especiales son cuestionables al paso del tiempo, se ven los cables y los cuadros de fondo en especial en las últimas escenas. De cualquier forma, no deja de ser simpáticos.

Las actuaciones, buenas y malas, son lo mejor. Schwarzenegger, en una de sus peores actuaciones, está súper ¨empaquetado¨, aunque decir que el papel fue una tortura para él sería exagerar, le faltó soltarse más; el lunático Myron, encarnado por Sinbad aporta con buenos momentos de humor, en especial en su monólogo sobre el consumismo y la Navidad, cuando conoce a Howard; el insoportable Ted interpretado por Phil Hartman está convincente, recuerda un poco a Ned Flanders de ¨The Simpsons¨; Rita Wilson pudo haber tenido un papel más importante como la esposa de Howard, Liz, debería haber habido mayor cuestionamiento de la madre de Jamie; y Jake Lloyd como Jamie, el hijo de Howard, que tuvo un desempeño aceptable (comentar que posteriormente, sería Anakin Skywalker en la vapuleada ¨Star Wars I: The Phantom Menace).

Como anécdota, un cameo a Paul Wight, conocido en el mundo de la lucha libre, la WWF, como ¨Big Show¨, que aparece como un Santa Claus gigante, que se agarra a golpes con Howard en la escena de la fábrica de juguetes piratas; y a Curtis Armstrong, el legendario ¨Booger¨ de ¨The Revenge of Nerds¨ (1984) como la mascota que acompaña a Turboman.

En definitiva, una película que vi de adolescente, que encontré entretenida en su momento, pero que ahora, ya con otros ojos, no niego que le guardo cierto cariño y que valoro la crítica que hace, pero que es bastante ingenua. Un 6.5.



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