Ficha El Paciente Inglés

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Críticas de El Paciente Inglés (1)


mahotsukai

  • 29 Jan 2018

8



Interesante y sólido drama romántico dirigido por Anthony Minghella (“El talentoso Mr. Ripley”, 1999; “Cold Mountain”, 2003), ganador de 9 Oscars, entre ellos a la mejor película y mejor director.

A fines de la II Guerra Mundial, un hombre horriblemente quemado es trasladado en caravana por Italia, sin embargo, su delicado estado obliga a la caravana a detenerse en un derruido monasterio para que su enfermera pueda cuidarlo con tranquilidad. Viviendo sus últimos momentos, se confesará con ella acerca de la tragedia que lo llevó a ese estado, un romance prohibido y carrera de espía con un final abrupto.

Probablemente junto a “The Silence of the Lamb” (1991) de Jonathan Demme, “The English Patient” (1996) de Anthony Minghella constituya uno de esos extraños, aunque clásicos ejemplos de la pasión creativa que ciertas obras literarias pueden despertar en realizadores con una carrera hasta ese momento menor y discreta, permitiéndoles mostrar una clase de talento narrativo oculto que les permita sorprender y maravillar, en algunos casos, y que rara vez lograrán materializar con posterioridad. Tal fue el caso de Anthony Minghella que, aunque posteriormente estrenaría “El talentoso Mr. Ripley” (1999) y “Cold Mountain” (2003), no repetiría el éxito de crítica si bien tendría cierto éxito de taquilla.

Minghella concibió la posibilidad de realizar una adaptación cinematográfica de la novela homónima (1992) de escritor cingalés Michael Ondaatje, ganador del Premio Booker (1992) por este trabajo, inmediatamente en el año de su publicación, no obstante, le tomaría casi 4 años encontrar un productor que se interesase en rodar una historia de amor trágica con la brutalidad y el horror de la II Guerra Mundial como telón de fondo, que en cierta medida fuese heredera de la tradición de “The Schindler’s List” (1993) de Steven Spielberg, fiel en retratar la miseria de la guerra y los alcances de los actos de amor de sus protagonistas, que en el caso del clásico de Spielberg constituía un bofetada emocional por el holocausto judío, y que en el caso de “The English Patient” (1996) se inclinara más bien por el drama individual de un hombre, que se deja llevar por el egoísmo y la pasión animal.

“The English Patient” (1996) tiene el mérito de retratar una historia de amor en la que el más importante de los sentimientos humanos, ése que ha llevado a la humanidad a levantarse una y otra vez tras las tragedias, aparece como un factor más bien desencadenante de tragedia, dolor y muerte, pero no por su propia naturaleza sino por el congeniación de otros sentimientos y conductas asociadas a la obsesión, el egoísmo y la indiferencia respecto a los sentimientos de los demás. La historia de Ondaatje y el guión adaptado de Minghella hacen hincapié en esta combinación, una historia de amor, deseo y celos que termina produciendo un terremoto emocional que desestabiliza de paso la vida de varios, que trae escasos momentos de pasión y felicidad pero que al final termina siendo sinónimo de dolor, desesperación, muerte e incluso la aparición del karma, que no encontrarán alivio y tranquilidad a partir de otro contexto donde el amor surge, que es de la compasión, el perdón y la amistad.

Narrado de forma paralela con una historia lineal y largos flashbacks descriptivos, el film inicia con un misterioso y malogrado hombre horriblemente quemado tras sufrir un accidente áereo, que es rescatado y curado, primero, por unos beduinos en el norte de África, y luego por una avanzada de enfermería y deactivado de bombas. A pesar de que sus quemaduras poco a poco han sido cicatrizando, el daño interno corporal es irreparable y sólo puede ser neutralizado por la morfina, por lo que es cuestión de tiempo para que muera. En el entretanto, logra establecer cierta cercanía con Hana, una bella enfermera canadiense que se ocupa de su recuperación, y a quien comenzará a abrirse para relatar las razones por las que terminó en ese sentado: una conducta ambigua respecto al nazismo y un amor prohibido y apasionado que se llevará varias vidas por delante.

Hablaba yo del karma en párrafos anteriores y el director lo expone de forma tal que éste se refleja literal y metafóricamente en el personaje protagónico del conde húngaro László Almásy, que está condenado a arder por dentro y por fuera, consumido por la culpa, la pérdida del amor y el horror de la guerra. Almásy es presentado como un tipo arrogante y altivo, propio de su condición social y la libertad que su estatus le permite para dedicarse a la geografía, que termina obsesionándose y enamorándose de la esposa de uno de los miembros de la expedición que la financia, Katherine Clifton. Aprovechando la ausencia obligada por otros asuntos de Geoffrey Clifton, László y Katherine vivirán un apasionado romance que en principio se basará en una fuerte atracción sexual para luego transformarse en un sentimiento más fuerte. Sin embargo, cuando Geoffrey descubre la verdad, preparará una venganza repentina y dramática, que lo dejará a él muerto, gravemente herida a su mujer e ileso pero destrozado emocionalmente a Almásy.

Otro de los méritos de Minghella es su capacidad para hacer que sea urgente conocer los hechos pasados para entender el presente, en el que el estado emocional y físico del protagonista presupone que debió haber cometido actos realmente cuestionables para terminar de esa forma, así como la llegada del mutilado Caravaggio al monasterio que viene a cobrar su venganza y que genera más tensión a la existente por la guerra. Y es que a pesar de que el film inicia lento, será esa sensación de que la historia está siempre en el borde del precipicio y el interés del espectador en ella la que empuje el ritmo que Minghella logra finalmente sostener hasta el dramático clímax en las Cueva de los Nadadores, con el fin del romance entre László y Katherine.

Por supuesto que lo más interesante de “The English Patient” (1996) es la historia de amor de László y Katherine y las nefastas consecuencias de su relación prohibida en una Europa aún inmersa en la brutalidad de la guerra, y luego el estado emocional y físico del protagonista, pero falta quizás un poco de más de trabajo narrativo en la relación de éste con Hana. Posiblemente, hubiese sido bastante mejor haber visto cómo se construye una relación de alta compasión y amor entre paciente y enfermera, porque se necesita si no frialdad, amor para asistir a alguien en su muerte, y no haberse preocupado tanto por el liviano romance de Hana con Hip, el zapador indio que desactiva bombas, que por lo demás no tiene mayor transcendencia para la historia, aunque simbolice que la enfermera no está maldita como ella misma lo pregona.

Ahora bien, puede que Minghella tenga la habilidad suficiente para contar bastante bien esta historia, pero no hay que olvidar que una de las razones de su éxito es la presencia del legendario productor Saul Zaentz, responsable también del éxito de los dos clásicos ganadores del Oscar del director checoslovaco Milos Forman (“Alguien voló sobre el nido del cuco”, 1975; “Amadeus”, 1984). Zaentz aporta decididamente al impregnar al film un aire épico de película romántica trágica de antaño que rememora a clásicos como “Gone with the wind” (1939) de Victor Fleming, y ello lo logra al hacerse acompañar de profesionales técnicos como John Seale (“Dead Poets Society”, 1989), el montajista Walter Murch, el escenógrafo Stuart Craig y la diseñadora de vestuario Anna Roth.

El caso puntual de Seale es el más notable, con un cuidadoso trabajo de luces, sombras y colores, tanto en las escenas en la Toscana como en el Desierto del Sahara y que tiene momentos realmente conmovedores como aquella en la que Kip levanta a Hana hacia el techo del monasterio para que pueda admirar los hermosos frescos derruidos con una antorcha en mano, los escenas de Katherine gravemente herida en las Cueva de los Nadadores y rogándole a László que no la deje morir ahí, y finalmente la escena en que el conde húngaro regresa tarde a buscarla. Otras escenas de gran belleza plástica son el descubrimiento de las Cuevas de los nadadores, la llegada al monasterio italiano en ruinas y la larga caminata de László por el abrazador desierto en busca de ayuda. Y por supuesto la gran labor del legendario montajista detrás de la edición de “El Padrino” (1972), “El Padrino II” (1974) y “Apocalypsis Now”, (1979), quien no defrauda en la unión de secuencias e imágenes evocadoras.

Por su parte, el escenógrafo Stuart Craig logra retratar las acaloradas aventuras geográficas y amorosas de László en pleno desierto contrastando con el clima mediterráneo italiano y el horror gris de la guerra; y la experimentada diseñadora de vestuario Anna Roth, quien logra proyectar la severidad de los soldados y la frescura contenida de los personajes femeninos de Katherine y Hana de la misma y eficiente forma. Sin embargo, no es todo, ya que “The English Patient” (1996) se nutre inequívocamente de la hermosa partitura del libanés Gabriel Yared, quien logra emocionar y conmover al espectador con sus desgarrodoras notas de violín, lo que combinado con una notable selección de Johan Sebastian Bach, le permitieron quedarse con los 4 premios grandes, al ganar el Oscar, el Globo de Oro, el BAFTA y los Grammys.

Ralph Fiennes (“The Schindler’s List”, 1993; Saga “Harry Potter”, 2005-2011) y Kristin Scott Thomas (“Bitter moon”, 1992; “Cuatro bodas y un funeral”, 1994) son los pilares interpretativos del film, mostrando tener una gran química como dos personajes de marcada ambigüedad moral y entregados a sus instintos, él humano e imperfecto y ella elegante y bella. Ambos construyen una relación que primero se inicia a partir de una antipatía y arrogancia evidente, mutando hacia una atracción física incontenible y finalmente un sentimiento de amor profundo y de dolor.

El reparto secundario incluye a la ganadora del Oscar Juliette Binoche (“Trois couleurs: Bleu”, 1993; “Chocolat”, 2000) como Hana, la joven enfermera que cuida de László, quien paradojalmente parece curarla a ella con su relato; William Dafoe encarna a Caravaggio, ex agente de inteligencia que termina torturado y mutilado por los nazis y que inicia su venganza acabando con quienes lo involucraron, siendo su próxima víctima László; Colin Firth (“The King’s speech”, 2011) interpreta a Geoofrey Clifton, esposo de Katherine, que descubre el affair de su mujer con László y decide terminarlo de la peor manera; y Naveen Andrews (“Planet Terror, 2007) personifica al teniente zapador indio, que tiene un fugaz romance con Hana.

“The English Patient” (1996) ganó 9 de las 12 nominación a los Oscar, quedándose con la estatuilla a la mejor película, mejor director, mejor actor principal, mejor actriz de reparto, mejor banda sonora, mejor fotografía, mejor dirección artística, mejor montaje, mejor sonido y mejor diseño de vestuario; 6 de las 13 nominaciones a los BAFTA, incluyendo mejor película, mejor actriz de reparto, mejor guión adaptado, mejor fotografía, mejor banda sonora y mejor montaje; el Oso de Plata a la mejor actriz; el Boston Society of Film Critics a la mejor fotografía; el Chicago Film Critics Association a la mejor fotografía; el Premio Clotrudis a la mejor actriz de reparto; los Premios del Cine Europeo a la mejor actriz de reparto y mejor fotografía; el Florida Critics Circle al mejor drama y a la mejor fotografía; y el Globo de Oro a la mejor banda sonora.

En resumen, un logrado drama épico romántico que ahonda en la tragedia y el karma, como consecuencia de los actos que realizamos y que reflexiona sobre el papel del amor en la vida de la gente, capaz de lastimar pero también de perdonar y redimir. La evalúo con un 8.5.



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