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Un thriller neo-noir de la mano del famoso (y algo sobrevalorado) director británico Danny Boyle, al que no se le puede negar que siempre trata de hacer algo nuevo con cada trabajo que presenta.

Lo más destacable de este film es que, visual y musicalmente, esta en un nivel superior a la mayoría del cine actual. Su estética resulta hipnótica y esa es su mayor baza y su verdadero valor.
El resto pues un engañoso, disparatado y, por momentos, delirante thriller que va dando giros y giros, a cual más inverosímil y increíble.

No hay nada nuevo en el género. Es la misma fórmula de siempre, pero más exquisita que de costumbre.
Lo que comienza como un film de atracos, acaba en una mezcla freudiana de sexo, mentiras y traiciones.

Poco importa que queden agujeros en el guión, que las relaciones entre los personajes resultes imposibles y aún menos creíbles.
El argumento da tantas vueltas, la puesta en escena es tan atractiva y, como ya dije, su banda sonora y su estética visual es tan impresionante, que al final te rindes a la belleza de Rosario Dawson y a la intrigante relación que esconde/oculta con sus compañeros de reparto, Vincent Cassel y James McAvoy, que, como de costumbre, conduce a un trepidante e interesante duelo final capaz de dejarte con la boca abierta.

No es una obra maestra, pero si un thriller impecable, que hará las delicias de cualquier aficionado al cine de misterio.

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