Ficha Linea no Regular


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Críticas de Linea no Regular (1)


mahotsukai

  • 3 Sep 2018

10



Notable comedia negra de la antigua Yugoslavia, dirigida por Slobodan Šijan (“Davitelj protiv davitelja”, “Estrangulador vs. Estrangulador”, 1984)

Yugoslavia, 1941. Un grupo de pasajeros de un destartalado autobús viven una serie de peripecias en su camino del interior a Belgrado, en plena II Guerra Mundial.

La génesis de “Ko to tamo peva” (1980) se ubica hacia 1978, cuando la productora estatal serbia Center Film, buscaba realizar una TV Movie con el guión desarrollado por el genio Dušan Kovačević, futuro responsable de la adaptación de “Bila jednom jedna zemlja” o “Underground” (1995) de Emir Kusturica, que en principio estaba ambientada en los 70s y que hablaba del viaje de un anciano padre que va a visitar a su hijo al ejército. La productora había logrado reclutar al director Goran Paskaljevic (“Powder Keg” o “Balkan Cabaret”, 1998; “Medeni mesec” o “Luna de Miel”, 2009), pero éste se desentendería del proyecto para rodar el clásico “Zemaljski dani teku” o “Los días terrícolas pasan volando”, 1979).

En su lugar, se haría cargo el joven realizador Slobodan Šijan, que sólo había incursionado, hasta ese momento, en el formato de TV Movie, y a quien terminaría respondiendo de forma notable a la oportunidad que la productora Center Films le ofrecería para debutar en la pantalla grande. Šijan regalará esta extraordinaria comedia negra costumbrista sobre un grupo de personajes estrambóticos que, al coincidir en un ruinoso y carcomido autobús, no tendrán más opción que compartir diversas y extrañas situaciones, en un surrealista y, ciertamente, absurdo viaje desde las zonas más internas del país a la ciudad de Belgrado. Un notable film que daría cuenta de la gran habilidad narrativa de Šijan para establecer realidades mágicas a partir de la idiosincrasia y cosmovisión de los pueblos eslavos, en concreto el serbio, que en aquel tiempo estaba reunido con otros bajo la República de Yugoslavia.

“Ko to tamo peva” (1980), que podríamos traducir como “¿Quién canta allá?”, es probablemente -sino- el más importante referente de la época dorada de un cine yugoslavo lleno de contrastes y sensaciones fuertes, de marcado humor negro e insistencia en lo absurdo y surrealista, con notable esencia de realismo mágico, pero donde también hay cabida para el drama y la tragedia, en esta constante lucha de dos mundos opuestos, que pretenden imponerse en la visión social de sus protagonistas. Sin embargo, la clave en esta particular combinación estará decididamente en la capacidad de sus narradores de estar dispuestos a reírse de sí mismos y enrostrar una realidad que pocos reconocen existen y a la que parecen más bien resignarse.

Probablemente, la clave del éxito del guión de Kovačević esté en la desfachatez, delirio y excesos de sus personajes, en una suerte de reparto coral en que cada uno aportará con una personalidad y cosmovisión diferente sobre el mundo que le toca vivir, a pesar de compartir un contexto temporal y espacial en común, como es la Yugoslavia rural de los 40s y la entrada del extinto país a la II Guerra Mundial con la invasión nazi a Belgrado. Por supuesto que esta diversidad de carácteres, que de repente se ven envueltos y compartiendo situaciones absurdas y delirantes, representa a los diversos pueblos eslavos que estaban bajo el régimen de la ex Yugoslavia, y que terminarían por separarse tras la Guerra de Los Balcanes (1991-2001) en las actuales repúblicas de Eslovenia, Croacia, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Macedonia.

Así, la principal estructura narrativa de “Ko to tamo peva” (1980) será en sí la estructura y caracterización de sus personajes. Comencemos con el codicioso y vivaracho señor Krstić, encarnado por el notable Pavle Vuisić (“Bitka na Neretvi” o “La Batalla de Neretva”, 1969; “Maratonci trče počasni krug” o “La Familia Maratón”, 1982) uno de los personajes más pintorescos del film, alegre, ocurrente, algo dado a la estafa y autoritario, no pierde oportunidad para sacar provecho del negocio de su calamitoso autobús, además de dedicarse a la venta de cerdos, que no duda en transportar en un corral improvisado dentro del mismo autobus, ante la sorpresa de sus pasajeros. Su personaje evolucionará un tanto de la severidad y autoritarismo hacia el padre cariñoso del impresionable Miško, encarnado por Aleksandar Berček (¨Šesir profesora Koste Vujića¨ o ¨El sombrero del profesor Vujic¨, 2012).

Tambien encontramos a Aleksa Simić, veterano de la I Guerra Mundial, que viaja también a Belgrado para visitar a su hijo recientemente reclutado. Malhumorado y orgulloso de que su retoño siga sus pasos, no pierde oportunidad de recordárselo a todos sin que les importe siquiera, teniendo una relación evidentemente de queja e ira con el resto de los pasajeros, a quienes se dirige sólo para reclamar o pelearse con ellos, en especial con el germanófilo, con quien discute airadamente la brillantez y genialidad de la cultura alemana. El personaje interpretado por Milivoje ¨Mića¨ Tomić (“Maratonci trče počasni krug” o “La Familia Maratón”, 1982; “Balkanski špijun” o “Espía de los Balcanes”, 1984) vivirá en el clímax un entuerto personal que para él será más grave que la misma guerra que llega a Belgrado.

Su contraparte, como ya anticipé, es el germanófilo, interpretado por el también notable Bata Stojkovic (“Poseban tretman” o “Trato Especial”, 1980; “Balkanski špijun” o “Espía de los Balcanes”, 1984), quien logra dar cuenta de sus innegables habilidades cómicas e irónicas, en especial en sus debates con el veterano Simić. El personaje se mueve entre la expresión correcta y un constante y sutil desdén hacia su propia etnia, amante del orden y disciplina germana, además de un fuerte sentimiento xenófobo que queda de manifiesto especialmente en la escena en que lidera la acusación de robo de la billetera del veterano de guerra, en contra de los gitanos. El personaje es una clara alusión a Milan Stojadinović (1888-1961), el autoritario, conservador y pro-alemán Primer Ministro de Yugoslavia entre 1935 y 1939.

Otro personaje que bien vale la pena destacar es el aspirante a cantante de schalger (música popular de Alemania), quien busca una oportunidad y la fama en Belgrado, presentándose a una audición en el café Lipov Lad Bohemian. Dado que la mayoría de los pasajeros son mayores que él y no manifiestan mayor interés en él ni el tampoco en ellos, se mostrará especialmente interesado en la joven recién casada, a la cual flirteará descaradamente para que abandone a su espinilludo esposo y tenga una aventura con él cuando lleguen a Belgrado.

El cazador, con su facha que rememora evidentemente a Elmed Fudd de Looney Toones, aporta con la cuota de comicidad del personaje ingenuo y tonto, del que todos abusan. Interpretado por el eficiente y carismático Taško Načić (“Davitelj protiv davitelja” o “Estrangulador vs. Estrangulador”, 1984), será expulsado por Krstić cuando accidentalmente se dispare su rifle, pero se verá metido en un divertido entuerto cuando intente cazar un conejo y se cruce el “resucitado” germanófilo en medio del convivio que realizan en los alrededores del lago.

El resto de los pasajeros son la pareja recién casada, encarnados por Slavko Štimac (“Sjećaš li se Doli Bel” o “¿Te acuerdas de Dolly Bell? 1981; “Bila jednom jedna zemlja” o “Underground”, 1995) y Neda Arnerić (“Kraj rata” o “El fin de la guerra”, 1984), que desatan sus pasiones en un bosque aledaño a la pana del autobús; el enfermo de tuberculosis, personificado por Boro Stjepanović (“Sjećaš li se Doli Bel” o “¿Te acuerdas de Dolly Bell? 1981), que tiene un aspecto muy enfermizo y derrotado, con una visión muy oscura de la vida, y muy dado a generar autocompasión, aunque parece estar realmente enfermo; y por último la pareja de cantantes gitanos, que cada cierto tiempo interpretan la canción emblemática del film, teniendo su presencia una especial significancia en el epílogo.

De esta forma, con personajes notablemente bien escritos e interpretados, un excelente dominio de la ironía, el sarcasmo y lo absurdo, y un conjunto de diálogos inteligentes, sencillos y provistos de una simpleza pocas veces vista, “Ko to tamo peva” (1980) se alza como un canto humano a la idiosincrasia cultural de los pueblos, con sus manías, locuras y sueños, que tiene tiempo para ironizar con los caminos que muchas veces la vida nos lleva a tomar, queramos o no compartir esos caminos con los demás, no sin olvidar que el fin de la vida puede surgir de forma tan abrupta e inesperada como aquellas situaciones extrañas que se nos presentan de repente.

El film está lleno de postales irreverentes, delirantes y surrealistas, como aquella en que Krstić discute con el cazador la ubicación del paradero, haciéndole bajar y luego ir al paradero a esperar el bus y abordarlo ahí; o cuando Krstić improvisa un corral dentro del autobús y mete a los cerdos para llevarlos a Belgrado y venderlos; que el grupo de pasajeros espía al joven matrimonio teniendo sexo en medio del bosque; el estruendoso accidente del germanófilo en el ruinoso puente y la increíble reacción del resto de los pasajeros sobre su destino; el convivio con comida y música en los alrededores del lago; el cuasi-accidente en que el cazador casi mata al germanófilo mientras trataba de cazar a un conejo; la tragicómica golpiza que le dan los pasajeros injustamente a los gitanos a quienes acusan de robo de la billetera del veterano Simić; y por último, el clímax con el autobús llegando a Belgrado bajo el bombardeo, en donde resalta la belleza del entonces paisaje rural yugoslavo gracias al gran trabajo del fotógrafo Božidar Nikolić (“Maratonci trče počasni krug” o “La Familia Maratón”, 1982; “Balkanski špijun” o “Espía de los Balcanes”, 1984).

La música estuvo a cargo del reconocido compositor Vojislav ¨Voki¨ Kostić (“Balkanski špijun” o “Espía de los Balcanes”, 1984) quien explora los sonidos más folclóricos de la entonces Yugoslavia, en especial del folclore de guitarra rústica serbio-croata con la canción “Soy un miserable” interpretada por los cantantes gitanos, y una composición más minimalista para las escenas anecdóticas.

Tras su estreno, “Ko to tamo peva” (1980) se convertiría en un clásico instantáneo del prestigioso cine yugoslavo, siendo su temática, sus diálogos y sus situaciones parte del acervo cultural, al menos de Serbia y Croacia. El film forma parte de una trilogía apócrifa de humor negro costumbrista de Šijan, junto con los también clásicos “Maratonci trče počasni krug” (“La Familia Maratón”, 1982) que trata del conflicto de una familia de 5 generaciones en el negocio funerario, y “Kako sam sistematski uništen od idiota” (“Cómo un idiota me destruyó metódicamente”, 1983), una parodia sobre un seguidor del marxismo y su gusto por el Che Guevara.

El film fue proyectado en el Festival de Cine de Cannes en 1981 y se quedó con el Premio Especial del Jurado del Festival Internacional de Cine de Montreal en el mismo año. En 1996, la Asociación Yugoslava de la Academia de Arte y Ciencias Cinematográficas la designó como la mejor película serbia realizada entre 1947 y 1995.

En resumen, una obra maestra del realismo mágico balcánico, llena de gracia, divertida, con situaciones delirantes, diálogos extraordinariamente absurdos y actuaciones protagónicas antológicas, que bien vale la pena rescatar para el público occidental que desconoce el gran y prestigioso cine de la ex Yugoslavia.



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