Late Night


Ficha Ikkitousen


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Críticas de Ikkitousen (1)




Mad Warrior

  • 10 Oct 2022

7



Dragones y demonios, que se agolpan en el interior de jóvenes guerreros esperando a salir en el momento propicio.
Y cuando sucede las entrañas de La Tierra crujen, sangran, se despedazan tras su paso...

¨Ikki Tosen¨ fue uno de esos títulos del anime cuya influencia aún sigue manteniéndose en el mundillo, tanto más cuanto que a día de hoy cuenta con cuatro temporadas, una película y el haber sido adaptada a múltiples formatos; el autor Yuji Shiozaki termina su relación con Young Jump y se dedica a su trabajo más ambicioso, tomando de referencia el celebérrimo cómic de Mitsutero Yokoyama ¨Sangokushi¨, el cual recreaba el legendario ¨Romance de los Tres Reinos¨ de Luo Ben. El primero se empapa de la historia de ese periodo concreto, sangriento y caótico, de la China del siglo III, y lo traslada al Japón del siglo XXI.
El gran éxito cosechado lleva a JCSTAFF, tres años después, a crear la versión en animación, que tendrá estrenos a nivel internacional. El comienzo de ésta puede causar una impresión confusa, donde básicamente, y a pesar de tal épica introducción, se nos presenta un Japón alternativo cuya joven generación batalla entre sí por el control del territorio, al estilo del ¨Crows¨ de Hiroshi Takahashi; pocas expectativas nos dan las trifulcas iniciadas en el instituto en el que ha ingresado Hakufu, gran estereotipo del anime: la ¨genki girl¨ enérgica, de físico explosivo y más simple que un ladrillo. A su alrededor se arremolinan una enorme cantidad de personajes con cuya contribución personal irá avanzando la trama.

No es extraño que, salvo para los fans de la acción y el ¨fan service¨, los primeros episodios sean decepcionantes; a ritmo de vértigo Takashi Watanabe, un veterano habituado a las series enfocadas al público juvenil masculino, nos introduce, y sin paliativos, en este universo de trazo grotesco, violencia salvaje y sexo crudo, y aumentando la carga de humor absurdo que ya exhibía Shiozaki (principalmente a causa de la imbécil protagonista y su lasciva madre Goe, resultando el mayor fallo de la serie). Pero sin descender este nivel de brutalidad física extrema en la línea del anime de los 80 y 90, los personajes se irán desgranando y así los misterios del argumento.
Porque cuando parecía que la acción iba a concentrarse dentro del instituto Nanyo, ésta se abre, engloba un territorio amplio, y toman parte una serie de jóvenes definidos por la codicia, el odio, la venganza, el orgullo y un recalcitrante individualismo, jóvenes distribuidos en un estricto orden grupal acorde a la tradición a la que se hayan sujetos: la de su propia estirpe, de guerreros cuyos actos y decisiones marcaron de algún modo la Historia de la nación siglos y milenios atrás, representado en un artefacto con el que el autor introduce la fantasía: la magatama, símbolo de su linaje, su poder y su destino.

Como Nanyo hay otros centros escolares, más bien cuarteles generales de las distintas facciones de guerreros, cuales clanes samurái modernos; Kyosho, Seito, Yoshu, figuración de las diferentes dinastías durante la era de los Tres Reinos, y sus ¨alumnos¨ machacándose los huesos por el liderazgo. Cuando viene a suceder el torneo entre estas ¨escuelas¨ los todavía algo difuminados secundarios toman forma, revelan sus ambiciones y debilidades y se preparan para enredarse en una maraña de conspiraciones y luchas internas en la mejor tradición de las fábulas ¨jidai-geki¨.
El carisma de cada uno no rebaja la impresión que causan sus personalidades, algunas sumamente horribles (salvo Kokin, primo tímido y protector de Hakufu, todos, hombres y mujeres, producen una desagradable sensación): Ryomo y su total desafección pero blindada lealtad; Koha, un demente que parece más bien un demonio a la caza de cualquiera; Saji y sus siniestras maniobras a espaldas de todos y su desagradable perversión; Gakushu y su físico temible, además de su entrega incondicional por sus aliados; el malvado Totaku, que ostenta el poder con su sadismo y arrogancia; la fiera y promiscua Hosen, una de sus súbditos, que termina luchando contra la injusticia de su clan...

La clave de la habilidad de Shiozaki radica, quizás influenciado por el concepto de ¨Los Inmortales¨, en poner a este mosaico de personajes rico en detalles contra las cuerdas de un destino trágico e ineludible, un destino regido por la fatalidad histórica, que ya determina desde antes de nacer su supervivencia o su muerte, y que intentan evitar a cada momento, pero como el anciano maestro Choko dice: ¨Luchar contra el destino forma parte del mismo destino¨. Esto se expresa de mejor manera en Totaku, cuyo antepasado murió a manos del de Hosen.
Su historia, la de un diablo que hace lo posible por girar en la dirección contraria los engranajes de su ya ¨preparado¨ futuro y los sangrientos conflictos entre los miembros de su clan Rakuyo, ofrecen los mejores momentos de la serie, con la venganza de la anterior como motor de los hechos, perfilándose un drama íntimo desgarrador (y romance lésbico incluido); otra oscura subtrama asoma a través de Saji, inesperado instigador de los enfrentamientos entre los protagonistas y un villano aún más complejo que Totaku en sus deseos...y entre medias Hakufu, la única que no comprende lo que pasa a su alrededor, pues debe cargar con la tediosa ignorancia que le ha conferido el autor.

Ella es la perfecta muestra de que aquí el cuerpo y los impulsos determina las acciones y emociones más que la inteligencia; debido a eso su evolución a lo largo de la serie se da por medio del dolor, de los duros golpes, que extraen de su interior un poder por todos temido, decisivo para dominar y unificar el territorio.
Si Watanabe optase por un enfoque más dramático y oscuro y de menor carga humorística, ¨Ikki Tosen¨ sería uno de los animes definitivos del ¨shonen¨ y del nuevo siglo. Sin llegar a tal nivel, no se le puede quitar su mérito dentro de dicho género y época; hasta su alegre ¨opening¨ (memorable ¨Drivin Through the Night¨), resiste bien el paso del tiempo.



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