Ficha El Rostro

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Críticas de El Rostro (2)




Mad Warrior

  • 10 Dec 2018

8



¿Qué es verdad y qué mentira? La eterna pregunta. ¿Cómo pueden distinguir nuestros ojos entre una ilusión y algo que de verdad está sucediendo ante ellos?
Siempre hay misterios disimulados bajo las engañosas apariencias y jamás somos capaces de descubrirlos, pues a veces las tinieblas resultan impenetrables a la explicación racional.

Estos serán los elementos esenciales que entrarán en conflicto en ésta, quizá una de las menos conocidas obras del maestro Ingmar Bergman, realizada tras la tampoco muy recordada ¨En el Umbral de la Vida¨ y antes del fascinante cuento medieval ¨El Manantial de la Doncella¨, que iniciaría el cambio definitivo en su filmografía. Los 50 estaban a punto de acabar, y llegado el sueco a este momento momento de su carrera, en la cima de su gloria y tras haber demostrado su dominio y talento en una impresionante variedad de registros estilísticos, habría podido continuar como si nada, sin embargo ocurriría lo contrario.
Los más grandes artistas se reconocen en esa capacidad para cuestionarse, para convertir su insatisfacción en el carburante de una renovación creativa. Este giro lo anuncia ¨El Rostro¨, donde Bergman volvería a traer a colación esa miserable vida abocada a los azares del destino de las compañías teatrales y sus miembros, cuyas existencias se basaban en la deambulación (que ya habíamos visto en ¨Noche de Circo¨ o ¨El Séptimo Sello¨) tomando de referencia, aunque no de forma cercana, la obra ¨Magic¨ del filósofo y escritor británico Gilbert K. Chesterton, uno de los autores preferidos del director.

La acción toma lugar a mediados del siglo XIX, cuando una compañía feriante llega a una ciudad arropada por las sombras de la noche, dirigida por el inquietante magnetizador Albert Emanuel Vogler y cuyos miembros son una anciana que predice el futuro, un mordaz y arrogante charlatán que hace las veces de presentador y dos jóvenes ayudantes. Al llegar, el grupo es escoltado hasta la casa del cónsul Egerman, donde el comisario Starbeck y el doctor Vergerus preparan los actos de un proceso destinado a desenmascarar la superchería de la compañía, pues hay rumores que les tachan de auténticos brujos.
El objetivo de los tres notables, embalsamados en su racionalismo, es explicar lo inexplicable, pues no hay otro camino posible salvo el de la ciencia, aunque la realidad puede resultar más enigmática y misteriosa que la ficción teatralizada a la que ellos planean asistir. Así, ¨El Rostro¨ nos proyecta instantáneamente en la ficción, al corazón de un teatro ritualizado, de un espacio estilizado, que se escora plenamente del lado de lo fantasmagórico desde el primer momento en que vemos el carro de la compañía atravesando el bosque rodeado de espesa niebla para dar paso al encuentro entre el moribundo Spegel y Vogler, un encuentro que se halla bajo el signo de la amenaza, de la muerte. Sin duda un mal presagio.

Esa noche, tras el enfrentamiento entre las dos facciones (escepticismo y ciencia, magia e incógnita), bien encarnadas en ambos grupos (el de Vogler y el de Vergerus, que se sirve de la humillación), los feriantes impregnarán, de un modo u otro, a los habitantes de la casa, mientras los secretos e identidades de cada uno de ellos van revelándose. Envuelto en una atrapante atmósfera de puro terror donde Bergman abre una brecha entre realidad y fantasmagoría, el film, cuya estética y estilo visual encuentran sus raíces en el expresionismo alemán o el cine de Sjöström, es un asombroso manifiesto de la impureza, de la ilusión y del misterio.
Drama, suspense y ligera comedia de traviesos devenires eróticos, en ¨El Rostro¨ todo es engañosa apariencia, versatilidad de lo visible, ambigüedad del sentido (un hombre resulta ser una mujer, un mudo dotado de palabra, un cadáver se confunde con otro, un muerto que acaba de resucitar muere en el escenario, una bruja vende falsos elixires pero predice realmente el futuro...); es, evidentemente, un alegato a favor de un arte cuya última verdad resida en un poder de lo falso que desenmascare las representaciones sociales, pero al mismo tiempo una forma que halla su autor para expresar su hastío ante un artificio que sin embargo es su razón de ser, a semejanza de Vogler, que desespera por su vocación.

El director logra una puesta en escena absolutamente fascinante apoyada en la fotografía de Gunnar Fischer y el imaginativo uso de las luces y las sombras y los elementos atmosféricos, mientras su habitual troupe, compuesta por Max Von Sydow, Ingrid Thulin, Bengt Ekerot, Erland Josephson, Birgitta Pettersson (que volvería en ¨El Manantial de la Doncella¨) y Gunnar Björnstrand, brinda unas interpretaciones dignas de elogio, dejando al margen a una Bibi Andersson que en esta ocasión resulta demasiado empachosa.
Sin gozar del reconocimiento de otras, una gran muestra más del genio del sueco pese a sus evidentes fallos, donde vuelve a compartir sus creencias, obsesiones y temores, y poseedora de una secuencia inolvidable. Aun habiendo sido desveladas las apariencias, Bergman no se priva de ofrecernos una inmersión en lo desconocido cuando Vergerus, dispuesto a examinar el cuerpo de Vogler, debe enfrentarse a una serie de extraños sucesos que despertarán su miedo interior, el de todo hombre racional al verse incapaz de ofrecer una explicación a eso que sus ojos están presenciando (¨O esto es una pesadilla o estoy perdiendo la cordura. Es inconcebible que haya perdido la razón¨, se dirá).

En ese momento único el film desfila como la estela espectral de un sueño, en un tiempo y un espacio descompuestos, regresando poco después a su cauce. Simplemente mágico.



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Parnaso

  • 20 Apr 2016

3


Otra de Ingmar Bergman que no ha terminado de gustarme...Se hace pesada,aburrida...en definitiva,es poco entretenida.Los protagonistas en esta ocasión son unos artistas ambulantes que viajan con su espectáculo y paran en una residencia donde van a dar una audición,mientrás llega la hora,Bergman sigue haciendo hincapié en los temas que más utiliza casi siempre,la muerte,la insinificancia...Etc,etc,etc
El protagonista(Max Von Sydow)principal es un mago que se hace pasar por mudo para intentar sorprender al final al protagonista...El resto juego sus cartas,sermonean un poco,se lían otro tanto...pero sin gracia,en parte parece una pamfletada recitada,no hay movimiento ni emoción y termina matando la paciencia.La fotografía blanquinegra es iluminada y muy bonita,pero el resto...a mi no me ha hecho chiste,bastante fría.



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