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Otra demostración de que los FX, los decorados extravagantes y todo tipo de ¨Groovie Goolies¨ son prescindibles en el cine fantástico si existe una dirección sabia y un guión bien hecho.

Nueva versión del cuento de Puschkin, hecha en Inglaterra, realizada con muy pocos medios pero con mucha cabeza. Protagonizada por el austríaco Anton Walbrook (pieza clave en el cine teutón - donde suempre actuó bajo su nombre real, Adolf Wohlbrück - y británico, pero no muy conocido fuera de tierras sajonas) y la pretigiosísima Edith Evans (considerada mejor actriz de teatro británica del S.XX, tres nominaciones a los Oscars...). Los dos hacen muy bien sus respectivas actuaciones. También se asoma por aquí Anthony Dawson, a quien los bondmaníacos conocemos buen como el profesor Dent en ¨Dr. No¨ y como el cuerpo de Blofeld, jefe de SPECTRA, en ¨Desde Rusia con amor¨ y ¨Operación trueno¨.

Con un apartado técnico modesto pero resultón (aunque destaca la presencia del mítico decorador anglo-germano Ken Adam, otro símbolo bondiano y kubrickiano) con decorados ligeramente expresionistas y tenebrosos, la película se centra su atmosfera y en las actuaciones, que gracias a la labor del prestigioso director Thorold Dickinson, saben mantener la tensión que la historia requiere.

Me gusta especialmente el monólogo del famoso secundario Ivor Barnard como librero, mirando directamente a cámara mientras se ríe con una burla perversa de la
futura desdicha del pomposo protagonista.

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