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Interesante slasher que resulta muy poco conocido, posiblemente por lo atípico de su argumento y por la extraña mezcla de subgéneros que aparecen a lo largo del metraje. Lo importante es que, de una u otra forma, funciona y, desde mi punto de vista, deja un buen sabor de boca.
Tras un comienzo muy propio de los slashers de esa época, donde ¨vemos¨ un trágico suceso acontecido en el pasado, la acción se sitúa en el presente y asistimos a una muerte bastante potente y plenamente slasher. Pero a partir de ahí la cosa cambia y el film entra más de lleno en el ámbito del thriller, dando más protagonismo a la policía y sus pesquisas. Además de eso, encontramos subtramas de abuso sexual, personajes oscuros y, ya en la parte final, se transforma casi en un film de acción a lo Rambo más que en un slasher. Pero lo más importante es que en ningún momento pierde el interés. Y es que, cuando el asesino se descubre y llega la parte de más acción, lo que parece ser el preludio al final, la historia pega un giro importante y nos lleva a un desenlace más sugestivo.
La cinta es ante todo entretenida y disfrutable, llena de ese encanto ochentero tan añorado; hay alguna que otra muerte interesante, lleva siempre un buen ritmo, y logra mantener oculta la identidad del principal villano hasta el final. Otro aliciente muy importante es el reparto, donde encontramos a rostros muy conocidos: Robert F. Lyons (¨The Todd Killings¨), Michael Parks (¨The Evictors¨), Doug McClure (¨Humanoides del abismo¨), Billy Drago (¨La sangre del cazador¨), Frank Stallone (¨Muerte en el safari¨) y la siempre asidua al género Susan Strasberg (¨El sabor del miedo¨, ¨Sweet Sixteen¨).
Recomendable.

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