El desierto, inmenso, un lugar para arriesgar la vida, o para disfrutar de una sesión de diversión y locura, sobre todo si al frente del espectáculo tenemos a tres amazonas del Mojave dispuestas a vapulear a todo el que se ponga por delante.
Bienvenidos al violento show de Russ Meyer.

Eran mitad de los 60 y el cine había dado muchas joyas, aunque cierta elegancia y calidad estaba fuera de combate, fruto de una época clásica ya perdida. Nuevos ideales se alzan contra los tradicionales: el sexo, la violencia y la libre crítica social se hacen más dominantes; en ese momento estos valores empiezan a emerger dentro de la serie ¨B¨, y hay un circuito de realizadores que los exponen sin tabúes y con mucha ferocidad. Entre ¨Hot-blooded Woman¨, ¨The Sin Syndicate¨, ¨The Sexperts¨ o ¨Bad Girls go to Hell¨, destaca para los fans un título imprescindible de aquel entonces: ¨Faster, Pussycat! Kill, Kill!¨.
Piedra de toque de su artífice, un Russ Meyer cuya popularidad iba en aumento considerado uno de los principales exponentes del ¨sexploitation¨, y que decidió junto a su colaborador Jack Moran darle la vuelta a su anterior película ¨Motor Psycho¨, cambiando al trío masculino por uno femenino. Se iniciaba así en el desierto de California y del Mojave un intenso y difícil rodaje de poco más de 40.000 dólares por culpa del choque de personalidades y egos que había allí metidos; y el más peligroso era el de Tura ¨Satana¨ Yamaguchi, cuyas experiencias vitales podrían dar para toda una novela.

Recomendada por su amiga Barbarella ¨Haji¨ Catton, esta bailarina exótica y actriz americo-japonesa era implacable y tenía asustado a la mayoría del equipo (sobre todo a la pobre Susan Bernard, menor de edad en aquel entonces): el tipo de mujer perfecta para Meyer; Varla, la estrella del film, no era sino una prolongación un poco más psicótica de su propio carácter. La ronca voz de John Furlong, al estilo de Victor Perring en ¨The Outer Limits¨, empieza con una declaración de intenciones de lo más directa: vamos a ser testigos de la violencia en su más desnudo y áspero esplendor, y nos la hemos de tragar porque a esa época le ha tocado ser así.
A Kennedy le han volado la cabeza, la Guerra de Vietnam y la Guerra Fría se recrudecen y la política demócrata del recién elegido Lyndon Johnson será seguida de protestas por los derechos civiles y la injusticia racial; el clima en EE.UU. es de rebeldía, sublevación, revolución y un profundo odio contra todo el sistema, y ello se palpa a cada segundo del metraje de ¨Faster, Pussycat!¨, centrada sobre todo en la violencia a través de la liberación de la mujer, en ese momento uno de los temas candentes de la nueva sociedad. Furlong nos avisa: el sexo débil no es tan débil como creemos, las mujeres son peligrosas y fuertes, y ellas protagonizan esta historia.

Varla, Billie y Rosie son en efecto el contrapunto al trío chiflado de ¨Motor Psycho¨, y aunque en aquélla se señalaba la Guerra de Vietnam como justificación a dicha vorágine de violencia, las chicas que tenemos aquí son salvajes porque sí, porque así es como la sociedad las ha hecho y porque quieren serlo, auténticas rebeldes sin causa, de esta forma contemplaba el director a sus anti-heroínas. De las pistas de un club de baile donde aparecen las anteriores sometiendo a los hombres (nótese cómo ellos están filmados en planos picados y ellas en contrapicados, dominantes, soberanas) con su voluptuosidad y contoneo de cinturas de avispa saltamos a las arenas del desierto.
Allí, tras algunas carreras entre ellas, una inocente pareja con la que se cruzan, y que es totalmente olvidable el por qué demonios andan por esos lares (ya ven ustedes qué coherencia narrativa se nos brinda...), sufrirá las consecuencias de haberlas conocido. El muchacho muere por los golpes de karate de Varla y su joven novia Linda es capturada. Y aunque le pide piedad, una mujer que en la vida real (hablo de ¨Satana¨) había sido violada en su adolescencia y luego fue ajusticiando poco a poco a los culpables (de verdad que sí...), no se la va a dar tan fácilmente.

Voracidad sexual, pasión ciega por el rugido de los motores y agresividad injustificable como método de supervivencia son los principios de la existencia de las protagonistas, y con ello Meyer y Moran recuerdan a los de las películas sobre jóvenes cuyo camino se ha torcido (es inevitable el que su obra esté marcada por el espíritu de ¨Rebelde sin Causa¨, ¨Gun Crazy¨, ¨Motorcycle Gang¨, ¨Salvaje¨, ¨Carnival Rock” o la inglesa ¨The Leather Boys¨). El director se sirve de estos modelos y con su humor negro único se burla de ellos y los radicaliza hasta extremos grotescos.
El segundo acto se abre con una sensación de suspense ¨in crescendo¨, siempre amenazante, a partir de que la atmósfera en ese inmenso desierto adquiera un calor sofocante y un agobio continuo, más o menos como ya demostrara Ida Lupino doce años antes en ¨El Autoestopista¨, subyugados a la bruta violencia y la presencia monstruosa de Varla/Tura. Sensación intensificada cuando esta inmensidad arenosa se reduzca a un escenario tan claustrofóbico como el del rancho donde no por casualidades del destino, sino por pura codicia, van a parar ésta, Billie, Rosie y Linda, aún atada. Y aquí es cuando empieza a desatarse el duelo de egos.

Hembras contra machos, cada uno enfrentado a lo que parece ser su perfecta némesis. Un anciano paralítico que sin duda es la de Varla y sus dos hijos, a cada cual menos carismático; pero como ya hemos visto los hombres para Meyer sufren de algún modo u otro, ya sea por lo físico o lo psicológico: un puñado de débiles, ignorantes, inocentes, mentirosos, depravados, brutales y cobardes. Y si antes la burla iba dirigida a los films sobre adolescentes descarriados y contestatarios, a partir de aquí y hasta el final Meyer mirará socarrón a los ¨thrillers¨ de acción y suspense, con el clásico de Wyler ¨Horas Desesperadas¨ como principal inspiración (los tres fugitivos son ahora tres fugitivas).
Mientras tanto los personajes que veremos gozarán de unas interacciones harto increíbles, cortesía del sr. Moran y en especial del cineasta, quienes no les hacen hablar, sino escupir sus frases a la manera de las novelas negras clásicas como si esa rabia les viniera de la misma bilis...pero sin ningún ingenio. Es la rabia que pulula en el ambiente y que contagia a esos personajes, sucios, cínicos, totalmente apáticos, y con un gusto recalcitrante por lo inmoral y sádico. Durante este tramo que prefigura la carnicería en color de ¨La Matanza de Texas¨, Meyer eleva el nivel de extrañeza a unos niveles de paranoia que ya les gustaría a Edgar Ulmer o Maxwell Shane alcanzar.

Y con su forma tan ¨libre¨ de filmar las situaciones, Meyer también se burla de las ¨art movies¨ que causan furor en el continente europeo, especialmente las producidas en Francia. Así que de eso y para eso sirve su obra; en su superficie se reflejan las ideologías, las técnicas y las formas del cine del momento y todo eso lo vuelve a proyectar satirizándolo sin la más mínima vergüenza. Como Varla, ¨Faster, Pussycat!¨ lo devora todo y luego lo vomita, y con una sonrisa tan dulcemente maliciosa que hasta resulta entrañable.
Al final, el suspense y la tensión se dirigen como locos a una espiral de truculentos hechos que asfixian por la mordaz aspereza con que se tratan; la violencia del director es contundente y desnuda, agreste como el paisaje. El resultado es un indigesto y alucinógeno cuento de ambición, muerte y venganza que cruza a Alfred Hitchcock, Don Siegel, Sam Peckinpah y Nicholas Ray con Roger Corman, H.G. Lewis y John Waters. ¿Y el erotismo? Su papel es importante, es lo que define a la mujer del cineasta, agresiva y exuberante, nunca un erotismo refinado, pero recatado para lo que él haría poco después e incluso para la época (los films estrenados en Japón en aquella mitad de los 60 eran más polémicos...).

Por razones extrañas, Meyer no saboreó el éxito inmediato con su película, al contrario de lo que solía suceder, pero poco a poco ésta logró lo que no hicieron otras de su calaña: desgarrar las tripas del ¨trash/grindhouse¨ donde la colocaron y elevar su estatus a obra de culto defendida y reconocida hasta nuestros días (y no sólo por los ¨freaks¨ de siempre, no crean), pues no sólo los enormes senos de Satana sobresalen en esta joya de la serie ¨Z¨ que tanta influencia ha transmitido. Y nunca la miseria femenina, así como la piel desnuda al Sol de una ¨go-go¨ homicida, despidieron un olor tan embriagador.
¿Que los actores no son competentes? No esperen que reciten ¨Macbeth¨ en mitad del desierto. ¿Que el guión es ilógico? Bueno, no tiene la complejidad de ¨Ciudadano Kane¨. ¿Que el desarrollo y el estilo es incoherente? Detrás de la cámara no está Michael Crutiz ni Fritz Lang, amigos. ¿Que el suspense es irregular y flojo? En fin, no tenemos aquí precisamente a una ¨Psicosis¨ o a un ¨Rififi¨.

Pero para John Waters y otros tantos es una de las mejores películas jamás realizadas...

Me gusta (0) Reportar

Posiblemente vi ¨Faster, Pussycat! Kill! Kill!¨ con demasiadas expectativas y por consiguiente me quedé levemente decepcionado, si que es cierto que la valoraré teniendo en cuenta su año de creación, pero seré duro cuando lo tenga que ser, para mi, inexplicable clásico del cine de serie B, alabado por grandes directores de cine, como por ejemplo, el brillante Quentin Tarantino.
He de decir que lo que tenemos que saber antes de ver ¨Faster, Pussycat! Kill! Kill!¨ es que la película se estrenó en la década de los sesenta (En concreto 1965) el caso es que como podemos ver, hace mucho y por consiguiente se entiende que ¨Faster, Pussycat! Kill! Kill!¨ fue una películas provocadora y rompedora para la época, pero para mi insuficiente ¿Por qué? Porque no cuenta nada.

Lo que quiero decir es que el guión es bastante paupérrimo...Claro, alguno me dirá ¿Buscas guión en este tipo de películas? Hombre pues no, pero lo cierto es que siempre intento buscar algo de calidad en las películas que veo, lo que entendí después de ver ¨Faster, Pussycat! Kill! Kill!¨ es el argumento, eran como dos historias sin demasiado sentido juntas, intentaré explicarlo lo antes posible.

El caso es que en ¨Faster, Pussycat! Kill! Kill!¨ nos encontramos con tres bailarinas exóticas bastante chungas, son el ejemplo claro de femmes fatale....Ahora bien ¿Qué motiva a estas mujeres a hacer lo que hacen? No queda del todo claro, posiblemente se aburran, posiblemente ¨Faster, Pussycat! Kill! Kill!¨ sea una crítica al género masculino...Pero tampoco se explica.

El caso es que lo que más me llama la atención de ¨Faster, Pussycat! Kill! Kill!¨ es que las tres bailarinas se llevan ciertamente mal, o al menos eso parece, manda una de ellas (Con todos mis respetos, la que tiene la tetas más gordas) interpretada por una de las reinas de la serie B, Tura Santana, que además, saltó a la fama con esta película.

El caso es que estas mujeres están un poco idas de la cabeza y les gusta pisar el acelerador por lo que se ponen a correr por la carretera, llegan a un desierto y empiezan a hacer cosas raras, bailan, beben...Hasta que llega un muchacho con su novia, un muchacho que pretende correr.

Nuestras protagonistas desatan su ira asesina con el muchacho matándolo (No sabemos muy bien el motivo) y secuestran a su novia.

El asunto es que más tarde en ¨Faster, Pussycat! Kill! Kill!¨ descubriremos que el papel de la novia del muchacho es fundamental ¡Pero eso no lo sabían las bailarinas hasta que ya la han secuestrado! El caso es que nos encontramos con un ¨Deus ex machina¨ de campeonato.

El caso es que tiempo después se matar al hombre y secuestrar a la joven llegan a una gasolinera y coinciden con un viejo que cobró mucho dinero por un accidente que sufrió y que jamás cobró...Así que deciden hacerle una visita para robarle.

Como podéis ¨Faster, Pussycat! Kill! Kill!¨ avanza en el tiempo siempre a base de coincidencias y arreglos de guión que por lo menos bajo mi humilde punto de vista estropean el conjunto final de toda la película.

Vamos, me lo he pasado relativamente bien con ¨Faster, Pussycat! Kill! Kill!¨ por eso voy a puntuarla, sin embargo me ha parecido ciertamente decepcionante y más para ser un clásico.

Me gusta (0) Reportar

Esta cinta hay que verla por obligacion.
Extraordinaria, esta magistralmente realizada, imperdible.

Me gusta (0) Reportar

Atrevida,maquiavelica,violenta...un clasico de los ¨70 al estilo de Meyer que engancha desde el primer fotograma.Igual de buena,o mejor,que ¨Cherry,Harry y Rachel¨,tambien de Meyer.

Me gusta (1) Reportar

Una de las primeras películas de Meyer y algo más que una curiosidad. Meyer supo como nadie mezclar la acción y el sexo por partes iguales, se sirvió de una estética única, que se convertiría en un sello de autor. La película es genial y sus protagonistas aun lo son más. Una de las grandes joyas de la serie B. Indispensable.

Me gusta (0) Reportar