El pobre personaje de Nicolas Cage solo quiere hacer su trabajo, que le arreglen el auto y poder seguir su camino. Sin decir ni mu, empieza con su tarea y una panda de animatrónicos maleducados le ensucian todo apenas lo limpia. ¿Lavar el piso de la sala principal? Pues no mi ciela, ya viene alguien a querer comerse tu cara. ¿El baño, que era un desastre absoluto (muy bueno el líquido limpiador, para remover tinta de fibrón, pintura en aerosol, manchas varias de origen dudoso y un mensaje sangriento en el espejo recién limpiado), no está ni cinco minutos limpio que, de nuevo, vienen a romperle la paciencia.
Al menos se toma sus descansos con una máquina de pinball que encontró en la cocina, y la heladera funciona, así que puede tomarse algo de lo que llevaba en el baúl. Y hay repuestos para la remera que le ensucian los maleducados animatrónicos.
La película no da miedo, y no es ese su meta: todo es tan exagerado que la sangre y las muertes dan risa. La obvia inspiración es la saga de videojuegos creados por Scott Cawthon (FNAF), y el mismo Cawthon dio algún que otro consejo para con la película. Es más para reírse un rato un domingo a la tarde que para otra cosa. Algunas escenas no la hacen apta para niños (como el nene que intenta toquetear el pecho de una animatrónica, o la parejita que, como es obvio, se pone a hacer el sin distancia en medio del lugar maldito, con destino evidente), pero en general, es buena para pasar el rato, con algún que otro momento memorable.

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La trama es simple, el buen Cage llega a un pueblo por ¨accidente¨ y lo invitan a pasar una noche (mismo el videojuego).

Es ahi que podemos ver al buen nicolas no mediar palabra, a la par de ver lo buen ama de casa que es, da ganas hasta de contratarlo.

Las actuaciones son malas, pero el hecho de recordarme las series B que consumia en los videoclubs, mas el de ver a nicolas haciendo el tonto, no tiene desperdicio.

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