Cine familiar a cargo de la Mosfilm: una fábula moralista sobre los que pierden tiempo dirigida por uno de los más grandes y más olvidados directores del cine fantástico mundial: el mago ucraniano Aleksndr Ptushko.
Trata de un criajo (Grisha Plotkin, que ya mayor tuvo una corta aparición en “Firefox”, de Clint Eastwood, como niño; el especialista en cine infantil y doblaje Oleg Anofriev – 34 años -como viejo, destacando sus tremendas habilidades para hacer cabriolas y bailecitos) con demasiada imaginación que cae en las redes de unos hechiceros muy cabrones que se desean rejuvenecerse a costa del tiempo que pierden los jóvenes. El perro del niño viene a hacer de coro griego y actúa como su conciencia. Él y tres infantes más son convertidos en vejetes por las artes de los hechiceros, que a su vez se trasnforman en niños (por error: querían ser jóvenes adultos).
Guion de …Vladimir Lifshits (a partir de un cuento literario) basado básicamente en humor simplón y escenas de slapstick (incluídas escenas en cámara rápida) en contenido en un tono de cuento de hadas sesentero. Contiene algunas cancioncillas tontuelas, pero son cortísimas. El ritmo es frenético y además la película es bastante corta, por lo que el rato pasa volando.
Técnicamente deliciosa como todo lo de Ptushko, con una bella fotografía en color que realza unos estupendos FX y una estética que combina con descaro el realismo, el expresionismo y los dibujos animados. No se le llamaba el Disney soviético por nada: sin llegar ni mucho menos a la excelencia del Tío Walt en sus mejores películas, Ptushko explota sus recursos al máximo, aunque este producto carece de la épica de “Sadko”, “La espada y el dragon” o “Sampo”. La banda sonora es ecléctica, recordando a las comedias americanas de los 30 y los 40, y el maquillaje es desigual: Anofriev pasaba perfectamente como un anciano a sus 34 años (apunto que a día de hoy 18/09/2017 sigue vivo), pero en algunas escenas aparecen críos disfrazados de viejos y resulta muy cutre.
Es una tontería de película, pero contiene esa magia de Ptucshko: es lo suficientemente entretenida y tiene unos méritos técnicos como para aprobar, y con nota. Otra muestra del mimo con el se cuidaba el cine fantástico en Europa del Este en esos tiempos.
bigladiesman
7
Cine familiar a cargo de la Mosfilm: una fábula moralista sobre los que pierden tiempo dirigida por uno de los más grandes y más olvidados directores del cine fantástico mundial: el mago ucraniano Aleksndr Ptushko.
Trata de un criajo (Grisha Plotkin, que ya mayor tuvo una corta aparición en “Firefox”, de Clint Eastwood, como niño; el especialista en cine infantil y doblaje Oleg Anofriev – 34 años -como viejo, destacando sus tremendas habilidades para hacer cabriolas y bailecitos) con demasiada imaginación que cae en las redes de unos hechiceros muy cabrones que se desean rejuvenecerse a costa del tiempo que pierden los jóvenes. El perro del niño viene a hacer de coro griego y actúa como su conciencia. Él y tres infantes más son convertidos en vejetes por las artes de los hechiceros, que a su vez se trasnforman en niños (por error: querían ser jóvenes adultos).
Guion de …Vladimir Lifshits (a partir de un cuento literario) basado básicamente en humor simplón y escenas de slapstick (incluídas escenas en cámara rápida) en contenido en un tono de cuento de hadas sesentero. Contiene algunas cancioncillas tontuelas, pero son cortísimas. El ritmo es frenético y además la película es bastante corta, por lo que el rato pasa volando.
Técnicamente deliciosa como todo lo de Ptushko, con una bella fotografía en color que realza unos estupendos FX y una estética que combina con descaro el realismo, el expresionismo y los dibujos animados. No se le llamaba el Disney soviético por nada: sin llegar ni mucho menos a la excelencia del Tío Walt en sus mejores películas, Ptushko explota sus recursos al máximo, aunque este producto carece de la épica de “Sadko”, “La espada y el dragon” o “Sampo”. La banda sonora es ecléctica, recordando a las comedias americanas de los 30 y los 40, y el maquillaje es desigual: Anofriev pasaba perfectamente como un anciano a sus 34 años (apunto que a día de hoy 18/09/2017 sigue vivo), pero en algunas escenas aparecen críos disfrazados de viejos y resulta muy cutre.
Es una tontería de película, pero contiene esa magia de Ptucshko: es lo suficientemente entretenida y tiene unos méritos técnicos como para aprobar, y con nota. Otra muestra del mimo con el se cuidaba el cine fantástico en Europa del Este en esos tiempos.
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