Ficha Hello, My Dolly Girlfriend (A Figure You)


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Críticas de Hello, My Dolly Girlfriend (A Figure You) (3)




Mad Warrior

  • 13 Dec 2019

4



¿Es posible encontrar en este mundo a esa persona ideal que sólo habita en nuestros sueños y fantasías? ¿Existe ahí afuera alguien realmente especial esperándonos?, ¿deseará compartir su vida con la nuestra?
Pero, ¿y si no hay nadie?, ¿y si se trata de una de tantas mentiras sobre el amor romántico? Quizá lo mejor sería dejar de buscar a esa persona...e imaginarla.

Takashi Ishii es uno de esos directores cuyas obras resultan difíciles de encontrar y digerir; transgresor y audaz como sus contemporáneos más conocidos Sion Sono o Takashi Miike, no son muchos los que están realmente preparados para acercarse a su tan particular, desgarrador y ecléctico universo, pero aquellos que lo hacen no sale desde luego indiferentes. Autor y dibujante de numerosos cómics, se inició a finales de los 80 en el ¨pinku eiga¨ para acercarse progresivamente al suspense y al cine de criminales, cuya culminación sería ¨Gonin¨, que figurar entre los más grandes ¨thrillers¨ de acción que se hayan filmado.
Tras realizar la que fuera su obra maestra y una pseudosecuela del todo innecesaria (muchos se preguntan aún por su existencia), el director continuaría en esta línea hasta que a principios del nuevo siglo se decidió regresar al ¨pinku¨, aunque con alguna que otra excepción para recuperar el éxito de público (la segunda parte/¨remake¨ de ¨A Night in Nude¨). En 2.013 nos daría dos sólidas muestras de su ya asumido registro: ¨Amai Muchi¨ y la que nos ocupa, ¨Figyua na Anata¨, adaptación de un manga de su propia cosecha.

La historia, dividida en dos actos bien diferenciados, nos presenta a Kentaro Uchiyama, un joven empleado de una editorial que ha sido despedido tras usarlo sus superiores de cabeza de turco para exculparse de un tremendo fracaso de ventas; crítica directa sobre la alienación en el mundo laboral y el abuso de poder que perfectamente resulta aplicable al estricto sector empresarial en general, no sólo al japonés. Kentaro comenta su frustración con una compañera por chat que poco después desaparece, encontrándose sólo en la oficina; extraño momento que sirve para enfatizar uno de los temas principales de la película.
Y ese es la soledad en su más amarga concepción, que Ishii se propone tratar desde el punto de vista del ¨otaku¨, el rechazado por excelencia de la sociedad nipona; el protagonista será consciente del desprecio y odio que está condenado a soportar por parte de los demás, el mismo que él proyecta sobre la Humanidad, a la que culpa de su mísera existencia, mientras expresa su amor y gratitud a una de sus muñecas (presagio de lo que está por venir y primer signo de su inestabilidad mental). Siendo objeto de burla y maltrato por parte de las mujeres, Kentaro sólo puede encontrar la felicidad en algo que no pertenezca a la cruel realidad.

Y ese ¨algo¨ es una especie de maniquí que se encontrará en el transcurso de una terrible noche, que toma la apariencia de su modelo de mujer ideal (ya prefigurada en su oficina). Un poderoso primer acto repleto de violencia e intriga que se verá interrumpido por una escisión delirante: la muñeca no sólo tiene aspecto humano sino que reacciona ante los sucios actos de Kentaro y que incluso le salva de unos peligrosos criminales; durante unos instantes todo el oropel estilístico del film se desahucia en beneficio de una tonalidad fantástica y a la vez absurda donde se abre una brecha entre realidad y surrealidad con un sentido del desfase que se inclina por lo grotesco y alcanza directamente el inconsciente.
Esta parte, impregnada de un calor agobiante, ofrece una paleta de sensaciones más fuertes y tóxicas que escapan a la percepción de realidad que gobernaba en la película, derivando en un segundo acto centrado en la enfermiza relación que el protagonista mantiene con la muñeca-humana; la euforia da paso a un tedioso estancamiento que termina provocando una inevitable sensación de malestar mientras se insiste en la mujer como objeto de placer y perversión. ¨Figyua na Anata¨, casi una revisión del clásico sueco ¨El Maniquí¨, visita el reverso oscuro, deprevado y salvaje de ¨Air Doll¨ o ¨Lars y una Chica de Verdad¨.

Pero Ishii utiliza estos elementos (que el protagonista sea un ¨otaku¨ y el fetichismo de las muñecas sexuales, tratadas como personas por sus dueños) como pretexto para reflejar la desolación y miseria del ser humano, atrapado en un mundo cínico y despiadado donde la esperanza sólo es una vaporosa ilusión, mientras da vida a una inquietante, sórdida y casi ¨lynchiana¨ atmósfera en la que el negro profundo devora el espacio y los rostros y mezclándose con intensos colores (el rojo y el azul en especial, a veces procedentes de luces de neón), y se recrea en las secuencias de sexo, aunque no desde un enfoque erótico, sino más bien angustiante (tanto mayor cuanto que se dan a través de actos tremendamente violentos).
En definitiva los clásicos motivos y códigos que conforman el tan particular universo de su cine, el cual exuda brutalidad, suciedad y perversión por los cuatro costados. Un esforzado Tasuku Emoto, capaz de inspirar lástima y repulsión por igual, y la sensual modelo y cantante reciclada en actriz Kokone Sasaki, encabezan un elenco donde sobre todo destacan los habituales del cineasta Daisuke Ijima, Naoto Takenaka y Yozaburo Ito.

Coronada con una banda sonora acaparada por el ¨Love me Tender¨ de Elvis Presley (a la que le ponen otra letra) y un inexplicable y onírico último tramo donde la imagen especular, el fantasma de una significativa inversión de roles y la liberación del inconsciente sirven de puente para desenmascarar la terrible verdad, ¨Figyua na Anata¨ se presenta como una muy indigesta, tediosa (más aún en su segunda mitad) y demoledora fábula sobre la insatisfacción, el vacío existencial, la autodestrucción y la búsqueda de la felicidad y el ser ideal.
A todas luces, una obra inclasificable...y de lo más irregular.



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ragman

  • 7 Nov 2016

4


Vaya dibague atomico se mandaron estos asiaticos, siempre logran sorprenderme con sus retorcidas ideas, esta es una idea mas bien que roza la perversion absoluta pero con sutilieza en varios aspectos y en otros no tanto.
la idea de un otaku y su relacion con una muñeca se me hace muy fetichista y posible,,, hoy por hoy hay gente muy trastornada con muñecas del tamaño de una persona, esta en particular cobra vida o se mantiene espectante en todo lo que hace su dueño, en definitiva es un extraño filme no digerible para muchos.
a mi me parecio distinto pero nada del otro mundo, aunque me sorprende la capacidad de los asiaticos por sacar productos tan retorcidos, en ese aspecto tienen mis respetos.



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Tsuki

  • 15 Feb 2014

1



Tengo que decirlo: ¡la mayoría de los directores japoneses están ¨bien fumados¨! Te salen con cada historia, personaje/s...

Su forma de contar historias, es diferente a lo que estamos acostumbrados (en México, y otras partes del mundo). Pero también es cierto que respeto esto... ya que las películas (que he visto) se infiltran en las entrañas de las fantasías (bizarras), miedos y deseos de los seres humanos, y claro está que esto no es muy bonito de ver, y fácil de asimilar. Ya que hay que tener criterio para apreciar las joyas de la cinematografía japonesa (Air Doll)... sin quedar con traumas para toda la vida... También tiene poco que vi R100, ¨me gusto un poco más-mucho más¨, que: Hello, My Dolly Girlfriend. Aún así R100, es una película que no recomendaría... y por el momento me alejare del cine japonés (o mejor dicho de este tipo de películas).



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