Nada, oye, lo normal: sales a pescar con tu roulotte y a la que das la espalda a tu ciudad le dan tres pepinazos atómicos y tu excursión se convierte en una lucha por la supervivencia. Esta película de aventuras post-apocalípticas fue uno de los escasos intentos del gran actor Milland de ponerse tras la cámara.
El mismo Milland es un adinerado y afable padre de familia que viendo el panorama inmediatemente post-nuclear se da de golpe y porrazo a la tan de moda “thug life” y a la justicia bronsoniana y se convierte en el tipo más duro a este lado del Calabasas, enfrentándose desde a bandas de chorizos y aldeanos fachas a otros inocentes fugitivos, entre otros elementos que hagan peligrar la integridad de los suyos. La bienpensante de su señora, bien interpretada por Jean Hagen, la impagable starlet cursi de voz insufrible de “Cantando bajo la lluvia”, es su razonable voz de la conciencia. Frankie Avalon, ya algo decadente en su carrera como cantante, está bastante bien como el hijo de ambos, un chaval buenote y valiente pero algo inestable.
El guion en si no es gran cosa a nivel de diálogos, pero a nivel de historia es buenísimo: la idea de enmarcar algo que era tratado hasta entonces como drama se convierte en acción pura, de lo más trepidante de esa época, a parte de mostrarnos la deshumanización progresiva del prota, tipo de papel que le va como anillo al dedo a Milland.
Como leo en otro sitio web, esta producción de la American International (junto a la Alta Vista de los hermanos Corman) es tan modesta como la mayor parte de las de la casa de Arkoff y Nicholson (más de media película se desarrolla yendo arriba y abajo por las Bronson Caves), siendo especialmente destacable la banda sonora jazz al más puro estilo del cine negro. De hecho toda la película tiene un aire neo-noir.
Muy entretenida propuesta de Ray Milland: viendo esto, me pregunto qué películas hubiera hecho con mayor presupuesto, porque aquí, como director, nos ofrece una buena historia y actuaciones con un ritmo electrizante para esa época, todo con hecho cuatro duros. Altamente recomendable pieza de serie B.
Sencillo film que busca por encima de todo conseguir una empatía del espectador hacia lo que están sufriendo los protagonistas, en un entorno donde se supone que la civilización se puede acabar. Todo en el film es una especia de misterio latente ya que en ningún momento sabes lo que de verdad está pasando y eso es la particularidad del film.
Unos protagonistas que han de empezar a tomar decisiones en contra de sus formas de ser para asegurar su supervivencia y eso provoca situaciones extremas.
Mediante interposición de imágenes donde se ve el fallo más evidente de la historia se forma una película interesante la cual no ofrece mucho pero si te da la opción de pensar en si las decisiones son las mejores. Junto con un poco de acción hacia el final de la película el espectador queda más que contento.
No tiene nada de extraordinario pero no la hacía falta.
Cuando la vi no me gustó el argumento por su crudeza, pero la película como tal está bien y Ray Milland hace un gran papel como padre de familia al que las circunstancias le hacen ser implacable. Bien hecha pero un tanto cruda.
Una visión de lo que ocurriria tras un ataque nuclear a gran escala. El tema es tratado de forma en que no ves nada, tan solo una familia huyendo y buscando refugio. Sus relaciones, su forma de subsistir buscando víveres y alojamiento. Con pocos medios, sin efectos especiales pero con unas excelentes interpretaciones, se trata de una película muy entretenida que tiene un mensaje humano en el fondo, lo malvado que llega a ser el hombre cuando no hay leyes que lo paren. La recomiendo.
Críticas: 5
Miguel Arkangel
7
“Yo decido abandonar la civilización; y regresaré cuando la gente vuelva a ser civilizada”
El señor Ray Milland merece ser reconocido como uno de los grandes del cine fantástico. Luego de una exitosa carrera en el Hollywood de los años 40s y 50s, se fue deslizando hacia la serie B, donde trabaría una sólida amistad con otro grande del género, Roger Corman, con quien rodaría clásicos como “The Premature Burial” (1962) y “El hombre con rayos X en los ojos” (1963). Justo de esos años es “Pánico infinito”, film dirigido y protagonizado por el propio Milland que ya se había enamorado definitivamente del cine fantástico de serie B.
El film es un digno hijo de su tiempo. La Guerra Fría estaba en su punto más álgido, con la crisis de los misiles en Cuba y el peligro cierto de una guerra atómica. “Panic in the Year Zero!” no pretende enredarse en discusiones filosóficas ni catequizar políticamente, lo cual se agradece. Con medios escasos pero efectivos, se centra en una trama post apocalíptica con una familia de clase media alta, intentando sobrevivir en medio del horror del desmoronamiento del orden social, y sobre todo moral, que rápidamente saca a la luz lo peor (y lo mejor) de cada ser humano, y pone de relieve lo frágil que es la “civilización”, en momentos de crisis de vida y muerte.
La trama del film ha inspirado un sinnúmero de películas y series posteriores, por lo que le perdonamos cierto tufillo anacrónico, y disfrutamos de un film que merece el status de pequeño clásico.
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