Ficha Ghost Story of the Snow Fairy (Ghost Story of the Snow Witch / The Snow Woman)


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Críticas de Ghost Story of the Snow Fairy (Ghost Story of the Snow Witch / The Snow Woman) (1)




Mad Warrior

  • 6 Oct 2020

8



En otros tiempos, la frontera de Mino y Hida fue objeto de una terrorífica leyenda creada a partir de las inclementes tormentas de nieve que sacudían el territorio.
Una de las leyendas ancestrales más conocidas que han surgido del país del Sol naciente, la de ¨Yuki-onna¨, aunque siempre ha variado dependiendo de la época y el lugar donde fuese transmitido.

El espíritu de las nieves, la mujer blanca; desde su nacimiento, este ente con apariencia de delicada fémina y alma misteriosa y demoníaca ha alimentado innumerables obras de ficción, tanto en el mundo de la literatura como del cine, siendo su versión más famosa la escrita por el autor natural de grecia Lafcadio Hearn (bautizado como Koizumi Yakumo al residir en Japón), especializado en cultura y folclore japonés, sobre todo el referente a historias de terror. Si por algo se distingue su obra es por su decisión de conferir al espíritu femenino la capacidad de transmutarse en ser humano para saborear los placeres de la vida terrenal, residiendo de este modo en el mundo de los mortales como una mujer simple y corriente.
Aspecto que choca con la tradición de las leyendas niponas sobre amenazadores fantasmas y aterradores espíritus. El cineasta (y anterior asistente de Kurosawa y Mizoguchi) Tokuzo Tanaka ansiaba trasladar esta versión a la gran pantalla, que ya había sido visitada poco antes por Kobayashi en su mítica ¨Kwaidan¨. De su adaptación, basada directamente en el relato de Hearn/Yakumo, se encargaría Fuji Yahiro, colaborador en más ocasiones del director y responsable de los guiones de ¨El Intendente Sansho¨ o la versión de 1.958 de ¨Los 47 Ronin¨, realizada por Kunio Watanabe.

¨Kaidan Yukijoro¨ se inicia, como no podía ser de otra forma, durante una fuerte tormenta de nieve que aisla a dos escultores de una aldea cercana, Shigetomo y su joven aprendiz Yosaku, a quien mantiene como su hijo, ambos en busca de un árbol del que poder extraer material para elaborar la estatua de la diosa Kanno, encargo del sacerdote del templo. En este primer cuarto de hora, Tanaka, sirviéndose de un notable despliegue de medios para recrear apropiadamente la fantasmagórica atmósfera de la leyenda, nos presenta a la mujer de las nieves en su más pura y espeluznante forma: la de un espíritu perverso de bello rostro, labios azulados y penetrantes ojos que asesina con su gélido aliento a los humanos que osan interrumpir su paz.
Sin embargo acabará perdonándole la vida a Yosaku, de quien inesperadamente se enamora; esto provocará que el espíritu aparezca poco después ante el aprendiz, oculto bajo el aspecto de una humilde mujer con el ¨acertado¨ sobrenombre de Yuki (¨nieve¨ en japonés). A partir de este giro radical en el argumento, ¨Kaidan Yukijoro¨ abandona (para desgracia del espectador que esperaba un film de terror al uso) su onírica atmósfera y apabullante fantasmagoría por un denso y melancólico drama feudal más propio de Mizoguchi o Yamanaka unido a una conmovedora epopeya romántica que pareciera orquestada por Kinuyo Tanaka.

Yuki morará en el mundo de los humanos y se dispondrá a conocer tanto lo maravilloso como lo horrible de él con la intención de ser considerada una mujer de carne y hueso, olvidando así el mundo de los espíritus al que realmente pertenece. Por ello decide convertirse en una esposa fiel, una madre responsable, una señora capaz de velar por la felicidad de su hogar, constantemente amenazado por los elementos. Uno de ellos será la infinita crueldad de la clase privilegiada y su poder de opresión sobre el pueblo (el despreciable intendente, envidioso de Yosaku por tener a tan bella mujer, que usa sus influencias para contratar a un artista que compita con él).
El otro, instigador de la inquietud y el miedo en Yuki, es la tradición del pueblo y su seguridad (la bruja protectora encargada de limpiar el lugar de los malos espíritus durante las festividades). Esto acrecentará sin duda la sensación de peligro sobre la mujer, temerosa de que su verdadera identidad pueda ser descubierta. Mediante avance la trama, melodramática y de mínimas concesiones al horror sobrenatural, dichas amenazas se harán cada vez más presentes, estrechando el cerco alrededor de la pareja protagonista impidiéndoles vivir su paraíso de felicidad soñado, un hostigamiento asfixiante que deriva en el acoso a Yuki, que usa su poder para combatir el Mal (maldad expresada, paradójicamente, con más intensidad en un ser humano que en ella misma, espíritu vengador por naturaleza).

Lo más importante que se nos plantea es el modo en que la mujer utiliza su maléfico poder: no para matar por placer (como el fantasma tradicional), sino para defenderse (como otro ser humano); las consecuencias del suceso cambian de rumbo la historia, desembocando en una significativa conclusión (comentada más abajo). Tanaka, apoyado en un trabajo técnico magistral, elabora una hermosa poética de lo trágico y lo romántico mientras vuelve a dejar patente su maestría en el género de terror y oscura fantasía, bebiendo de la tradición del teatro Noh.
En el plano artístico contamos con un buen elenco donde cabe destacar a Akira Ishihama, el repulsivo Fujio Suga y esa espléndida Sachiko Murase. Pero todos quedan eclipsados por una soberbia Shiho Fujimura tan bella (pocas actrices japonesas poseen un encanto tan hipnótico y unos ojos tan arrebatadores) como versátil, dando vida al personaje con gran talento desde todos sus posibles enfoques (el del aterrador espíritu, la madre dulce y cariñosa, la mujer seductora y en última instancia desamparada...).

Con influencias de ¨Trono de Sangre¨, el ¨Yotsuya Kaidan¨ de Shiro Toyoda y las ya nombradas ¨Kwaidan¨ y ¨El Intendente Sansho¨, quizás no estemos ante una obra tan conocida como otras del género y la época, sin embargo este desgarrador melodrama disfrazado de cuento de terror clásico, ingeniosamente tergiversado, permanece en el tiempo como una las mejores.
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Asistimos a una tragedia de tintes románticos donde lo que importa es el papel que juega Yuki-onna como mujer mortal de pleno derecho, esposa leal y madre afectiva (absolutamente inolvidable esa secuencia en la que, tras asistir a su hijo Taro de unos desagradables niños, le enseña la canción tradicional que los anteriores cantaban). De este modo, Tanaka y su guionista Yahiro indagan en un aspecto que muy pocos films de terror se han atrevido a tocar: conceder el papel protagonista al fantasma de la leyenda y dotarle de sensaciones y características humanas.
De hecho, en un momento dado, Yuki será más humana que los humanos que la rodean, pues usará sus poderes para curar y no para hacer el mal, y todo ello con la intención de salvar a su familia del infame intendente y sus hombres, que protagonizarán junto a ella el momento clave de la película, el cual la conducirá hacia su final, si no previsible por lo menos sí el más lógico.

Ha pasado más de una hora de película. Yosaku y Yuki van a la ceremonia local de nuevo asistida por esa chamán auyentadora de fantasmas y demonios, que tiempo atrás advirtió de la presencia del espíritu impostor; aterrada por la presencia y la magia de aquélla, Yuki decide huir lejos, tropezándose desgraciadamente con Soju y sus secuaces en el bosque. Pareciera que vayamos a presenciar un ataque similar al ya visto en ¨Rasho-mon¨, sin embargo la mujer no tendrá más remedio que desvelar su identidad y asesinar con sus poderes a tan repulsivos hombres.
Tras este alucinatorio momento de gran potencia onírica, Yuki vuelve junto a su familia, débil, asustada y con un irrefrenable sentimiento de culpa y pesar; la bruja-chamán se presenta en la casa inesperadamente alegando haber visto el crimen cometido y la desenmascara de una vez por todas con violencia y crueldad. Yosaku, por supuesto, la defenderá de las acusaciones...pero una extraña sensación le embarga tras oír la historia de la anciana. Sensación que se remonta a cinco años atrás, cuando, en mitad de una tormenta, presenció la aparición del conocido espíritu de las nieves.

Por haber roto su promesa de guardar silencio sobre lo experimentado aquella noche, el hombre no deja a Yuki más salida que la de castigarle, pues, al igual que los demás, la ha tratado con desprecio, con desdén...como un fantasma y no como un ser humano, arrancándole su deseo de habitar en el mundo de los vivos. Finalmente será un sentimiento humano el que provoque perdonarle la vida a Yosaku: la compasión que le transmite su hijo.
Desamparada, Yuki acepta su destino con resignación, abandonando su hogar y regresando a su vida de eterno peregrinaje por el reino de las sombras. La película alcanzará un clímax realmente sobrecogedor cuando la mujer, de nuevo ¨resucitada¨ en fantasma, lance una última mirada a Taro, que le pide a gritos volver junto a él.

Mientras la inexorable tormenta de nieve se abalanza sobre su esposo y su hijo, Yuki, con su pálido rostro envuelto en lágrimas, se sumerge en lo más profundo de las tinieblas para no regresar jamás...
¿El final más descorazonador y conmovedor que se ha visto en un film de terror? Posiblemente sí.



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