Discreto primer film dirigido por el músico y director de cine Sergio Arau, en la que el integrante de la banda mexicana Botellita de Jerez, propone una utopía social.
El que iba a ser un día normal para los habitantes de California se convierte en un completo misterio y luego en una lucha desesperada y caótica, cuando de repente todos los ciudadanos mexicanos residentes en ese Estado, desaparecen sin ninguna razón. Confrontados con la realidad, los estadounidenses se baten entre hacerse cargo de las tareas que su sociedad le ha encargado a los mexicanos o buscar una forma de traerlos de regreso.
Sergio Arau, uno de los grandes defensores del elemento popular en el arte mexicano, concretamente lo “naco”, aquello considerado de baja condición social o de plano de mal gusto, concibe un film cuya idea original era decididamente interesante, sin embargo, no logra estructurar bien esta premisa en el guión, escrito en conjunto con Yareli Arizmendi y Sergio Guerrero, para concretar una historia a todas luces utópica, carente de solidez argumentativa y coherencia, y que deja la sensación de una tomadura de pelo monumental.
Arau propone un mundo sin mexicanos en California, cuyo grueso de la población es decididamente latino y, más aún, mexicano. Evidentemente, la intención del director es poner sobre la mesa una crítica social, principalmente a través de los temas de migración, xenofobia y dependencia de los estadounidenses respecto a los mexicanos y la mano de obra barata. Y es que el tema daba para mucho y Arau lo aborda desde diferentes perspectivas o microhistorias, mostrándonos los constantes enfrentamientos entre la patrulla fronteriza y los “espaldas mojadas” que cada día arriesgan sus vidas para optar a una vida mejor; una periodista de origen latino que reniega de sus orígenes y prefiere ser tratada como estadounidense por supuestamente haber nacido en suelo yanqui; un músico latino cuya esposa estadounidense se contrarea por esa manía que tenemos los latinos de ser tan cercanos, incluso con los del sexo opuesto; la familia de un senador que dependen de su ama de llaves incluso para ir de compras; un agricultor que tiene constantes roces con su hijo debido a que éste desprecia a su capataz, un mexicano que controla la producción de frutas de su rancho.
Arau expone entonces la dicotomía de inmigrantes que hacen patria en otro país, que contribuyen fuertemente a la economía de la región y del país, que realizan la mano de obra barata que los estadounidenses ya no quieren hacer (recolectar frutos, levantar edificios, limpiar calles, hacerse cargo de jardínes, perseguir delincuentes) versus el sentimiento estadounidense de estar siendo invadidos por una especia de plaga de inmigrantes, debido a su origen y baja condición social, la desconfianza de los intereses de estos inmigrantes. También, incluye ciertos elementos misantrópicos y malinchistas reflejados en la manía de los hijos estadounidenses de mexicanos o mexicanos ya convertidos en ciudadanos estadounidenses por despreciar a sus paisanos, tratando de desmarcarse de su origen mexicano y pretender ser parte de una nacionalidad que ellos consideran superior.
Al mismo tiempo, el guión crítica la postura estadounidense respecto a la migración mexicana con cifras que echan abajo su ideología de estar alimentando y haciéndose cargo de un grupo desmedido de migrantes, la importancia del trabajo y la pertenencia a la tierra. De esta forma, Arau expone, por ejemplo, que los mexicanos demandan US$3 mil millones en servicios sociales aportando más de US$100 mil millones, que más de la mitad de los puestos de trabajo están en manos de mexicanos (lo que se refleja en el caos que se arma cuando éstos desaparacen y los estadounidenses no pueden o no quieren hacerse cargo) y que California y varios Estados del suroeste estadounidense eran hace menos de 200 años territorio mexicano.
La película incluye varios intentos de crítica social a partir de hechos ridículos, como el dueño de un restaurante que compra un kilo de tomates a unos contrabandistas siendo casi baleado; la velatón que realizan fuera del hospital donde está la periodista latina, considerada la última mexicana en el Estado; el reality show que arman para seguirla en todo momento; o la ridícula teoría del sombrero y los platillos voladores.
Todos estos elementos argumentativos presentados por Arau son destacables y auguraban una película cuya crítica social iba a sacar bastantes ronchas. Sin embargo, por alguna razón que desconozco, la película se desmorona argumentalmente y es incapaz de sostener su propuesta narrativa. Parece que Arau se encuentra con que construyó un castillo muy alto, pero se le acaba el material y el film queda inconcluso, dejando la sensación al espectador de que ha perdido el tiempo. Lamentablemente, Arau caerá en la cursilería barata y en la utopía de una sociedad estadounidense que añora con ansias el regreso de los mexicanos, pero la pregunta que surge aquí es ¿para qué? Porque al final, todo vuelve a ser igual, por mucho que el guión intente jugar a la parodia, sobre en esa escena final en que vemos a estadounidenses y mexicanos fundidos en un abrazo fraternal, que esta claramente inscrito en los anales de lo imposible. Probablemente, Arau se auto-censuró prara no ir más, y haber convertido la temática de este film en una crítica más ácida, aunque fuese más dramática.
La película no tiene actuaciones que realmente aporten a la trama, hay mucho personaje secundario y hasta anecdótico, teniendo de protagonista a Yareli Arizmendi, co-guionista e intérprete de Lila Rodriguez, la periodista de origen latina que prefiere no serlo y se convierte en una suerte de Virgen María para los estadounidenses que la ven como “el eslabón perdido”; John Getz, como el senador Abercombie, el típico político yanqui que no pierde oportunidad para aprovecharse de la gente para alcanzar popularidad; y Caroline Aaron, como la tía Gigi, que revelará un secreto respecto al origen de Lila que cambiará el curso de la historia. Eduardo Palomo, galán de telenovelas locales, moriría de un ataque al corazón antes de que la película fuera estrenada.
La música es un elemento a rescatar, compuesta por el compositor español Juan José Colomer, en especial aquellas canciones nostálgicas con tintes mexicanos y españoles que añoran el regreso de los mexicanos, y que hablan de un pasado en que éstos eran habitantes originarios de esos terrenos.
En resumen, una muy buena idea que lamentablemente no fue aterrizada correctamente por su director, que trata varios elementos que son dignos de que el mundo analice y reflexione. Hacen falta películas que expongan realidades migratorias y xenofóbicas como éstas, sin embargo, requieren también que sean más audaces. Eso es lo que más le rescaté a este film.
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Bastante.. ¨rara¨. No llega a ser una película con una trama bien pensada y un gran desenlace..lo que mas rescato es que no se sabe que va a pasar hasta el final y que la pelicula tiene un claro mensaje, si no tuviera este mensaje de los mexicanos a los estadounidenses no tuviese ningun sentido. personalmente no me gusto el desenlace de la película, le quedaría mucho mejor el titulo de largometraje para reflexionar. No me gusto
Interesante película en tono de comedia fantástica que hace una crítica al interminable tema de la migración. Si se ve con paciencia, lo absurdo de la historia llega a funcionar. Para pasar el rato nomás.
Críticas: 4
Apcho_28
6
La sátira de Sergio Arau “Un día sin mexicano“ da una mirada conmovedora a algo que ha estado en las noticias últimamente. La nueva visión del Sr. Arau sobre el tema que ya ha explorado nos da una visión de cuán interconectados estamos en este país. Esta película resonará más entre la gente de California. Los mexicanos en ese estado representan la mayoría de los inmigrantes, ilegales o no.
Se nos da la premisa de que una niebla está envolviendo al estado y en ella todos los mexicanos han desaparecido. Los anglos, tan dependientes de los mexicanos para gran parte del trabajo, no parecen estar lidiando bien con la realidad de que tendrán que hacer algo que dan por sentado que lo harán sus trabajadores mexicanos.
Yareli Arizmendi y Eduardo Palomo hacen un excelente trabajo bajo la dirección del Sr. Arau.
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