El gran cámara Nathan Juran fue como productor uno de los primeros especialistas en pelis de monstruos gigantes. Aquí intenta recuperar con la adaptación de un clásico cuento medieval (que inspiró a su vez varios célebres cuentos de hadas) el espíritu de sus trabajos con Ray Harryhausen, como “Simbad y la princesa”

Juran recupera a un hombre habituado a este tipo de aventuras fantásticas (ya interpretó a Simbad y Gulliver), Kerwin Matthews, muy competente en las escenas de acción, para interpretar a Jack, un molinero con una habilidad tremenda para acabar con monstruos, que ni él conocía. Lo acompañan un grupo variopinto de tipejos: un grumete, un vikingo retirado y un duendecillo irlandés. El villano de turno, Torin Hatcher, también apareció junto a Matthews en “Simbad y la princesa”. La secundaria Judi Meredith se lo pasa en grande como Elaine, la princesa en peligro, con un par de escenas donde se vuelve bruja y sobreactúa de esa manera que va como anillo al dedo a este tipo de pelis, creando la mejor interpretación de la película.

El guion de Juran y el polifacético Orville Hampton (un gran profesional que tocó casi todos los géneros habidos y por haber) no es gran cosa, pero cumple su cometido de contar aventuras fantásticas en un ambiente de cuento de hadas. No es ambicioso ni falta le hace.

Obviamente, lo más destacado de esta película son sus encantadores FX artesanales hechos bajo la supervisión del futuro padre de la estética de Star Trek, Wah Chang, y los hay de todo tipo: monstruos stop-motion, los juegos de tamaño marca de la casa de Juran, montones de maquetas y pinturas matte... Los efectos de rayos y magia no tienen nada que envidiar a los que aparecen en las películas disney.

Canela fina: Fantasía de presupuesto medio muy bien realizada y bastante entretenida. No tiene desperdicio. Nathan Juran demostró una vez más que con un presupuesto ligeramente más alto del que solía contar y un equipo competente era todo un creador de sueños.

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