Bueno, aquí tenemos otro exponente del tan denostado (y casi siempre con razón...) gore alemán, esta vez perpetrado por uno de los ¿talentos? más jóvenes de este cine, Marcel Walz, un chaval de 24 años que estudió cine en Mallorca.
La película no es sino una burda copia de la ya de por sí sobrevalorada ¨Hostel¨, con actuaciones mediocres por parte de actores ¨clásicos¨ de estas películas alemanas como Andreas Pape o Thomas Kercmar, y que sólo despierta el interés en las no demasiado abundantes escenas de tortura y asesinatos, donde el buen hacer de Olaf Ittenbach a cargo de los efectos gore se hace patente. Estas secuencias son, sin duda, lo mejor del film.
Aunque para ser justos, se nota que al contrario que otros de sus compatriotas que han aprendido a fuerza de perpetrar bodiros, Marcel Walz sí que conoce bien el lenguaje cinematográfico, y da muestras de buen hacer a la hora de plasmar visualemente la historia. Lástima que dicha historia sea tan floja, poco original y carente de interés, porque de lo contrario la cinta podría haber dado más de sí.
Por lo tanto, si eres un aficionado de pro al ultragore alemán, aquí tienes otro digno exponente del género, que aunque dista mucho de ser una buena película de terror, sí que supera a otros productos germanos similares.
TheCrow
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Bueno, aquí tenemos otro exponente del tan denostado (y casi siempre con razón...) gore alemán, esta vez perpetrado por uno de los ¿talentos? más jóvenes de este cine, Marcel Walz, un chaval de 24 años que estudió cine en Mallorca.
La película no es sino una burda copia de la ya de por sí sobrevalorada ¨Hostel¨, con actuaciones mediocres por parte de actores ¨clásicos¨ de estas películas alemanas como Andreas Pape o Thomas Kercmar, y que sólo despierta el interés en las no demasiado abundantes escenas de tortura y asesinatos, donde el buen hacer de Olaf Ittenbach a cargo de los efectos gore se hace patente. Estas secuencias son, sin duda, lo mejor del film.
Aunque para ser justos, se nota que al contrario que otros de sus compatriotas que han aprendido a fuerza de perpetrar bodiros, Marcel Walz sí que conoce bien el lenguaje cinematográfico, y da muestras de buen hacer a la hora de plasmar visualemente la historia. Lástima que dicha historia sea tan floja, poco original y carente de interés, porque de lo contrario la cinta podría haber dado más de sí.
Por lo tanto, si eres un aficionado de pro al ultragore alemán, aquí tienes otro digno exponente del género, que aunque dista mucho de ser una buena película de terror, sí que supera a otros productos germanos similares.
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