Por año se estrenan dos o más títulos de tiburones asesinos que cuanto menos capacidad de innovación exista, más increíble será su morfología (Mega, bicéfalo, etc.) o hábitat (de arena, nieve, pantano, etc). No hay sorpresa en decir que ¨Supershark¨ no evita la decepción final (pero esperada) de todos los films similares de clase z.
Fred Olen Ray no tiene vergüenza y el lo sabe muy bien; Efectos de explosiones o balazos nefastas, sangre digital de la más vergonzosa y un super-tiburón con ojos que parecen de jugete.
Ni mencionar el desganado desempeño actoral, y tal vez sí el concurso de bikini de relleno que logra hacernos olvidar que se trata de un film sobre un gran tiburón; Un tiburón que debora bellas modelos en una sesión fotográfica en la playa, pone fin (con el más devastador humor negro) un triángulo amoroso que promete, se enfrenta con los típicos soldados con ametralladoras inútiles y a un tecnológicamente avanzado tanque de guerra con patas.
Cuando esta graciosa producción llega a su fin todos los espectadores coincidiremos al unísono que es otro desperdicio fílmico sobre -otro- tiburón asesino y que sin embargo nos jugamos una hora y monedas de nuestras vidas en apreciarla.

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