Segunda parte de las andanzas del facineroso pero simpaticote criminal “El Brujo”, creación del mítico Edgar Wallace, en otro extravagante krimi de la Rialto.
Pocos meses después de la primera película, Higgins (Joachim Fuchsberger) está de permiso por luna de miel, y es el australiano Agente 008, James Wisby (Heinz Drache), personaje secundario ascendido a prota, quien se encarga de aprehenderlo por un elaborado asesinato.
Sin embargo, El Brujo (René Deltegen) no ha cometido este delito y con su panda, donde no falta el inefable Eddi Arent, también busca a los impostores, de los que forma parte Klaus Kinski.
Drache sustituye correctamente a Fuchsberger: en la primera película, Wisby se mostraba como un liante de cuidado y aquí usa métodos parecidos. Deltegen y Arent están más divertidos que en la primera parte, formando una incómoda alianza con Scotland Yard.
La película empieza como un krimi normal de la Rialto: un whodunit rocambolesco con muchos elementos de acción y comedia (destacable el momento – nombrado antes de pasada - en que el Brujo prevé un atentado contra la vida de un niño minusválido envuelto en el caso y se dispone a salvarlo… ¡Lo sabe porque lo ha leído en la nivela original! Más meta imposible). Sin embargo, aquí se incorporan ciertos elementos más propios de un clásico thriller, algo que pese a que frena un poco el desarrollo está muy bien llevado y se agradece. Debe decirse, eso sí, que hay un tremendo agujero de guion al final. Si veis la película lo detectareis.
La película sigue de nuevo todas las convenciones del krimi, y destaca especialmente la muy agradable música jazz-pop.
No sabría decir si es mejor o peor que la primera parte, pero este dúo de películas del Brujo son para mí imprescindibles para los fans del krimi: interesantes, divertidas y encantadoras.
bigladiesman
7
Segunda parte de las andanzas del facineroso pero simpaticote criminal “El Brujo”, creación del mítico Edgar Wallace, en otro extravagante krimi de la Rialto.
Pocos meses después de la primera película, Higgins (Joachim Fuchsberger) está de permiso por luna de miel, y es el australiano Agente 008, James Wisby (Heinz Drache), personaje secundario ascendido a prota, quien se encarga de aprehenderlo por un elaborado asesinato.
Sin embargo, El Brujo (René Deltegen) no ha cometido este delito y con su panda, donde no falta el inefable Eddi Arent, también busca a los impostores, de los que forma parte Klaus Kinski.
Drache sustituye correctamente a Fuchsberger: en la primera película, Wisby se mostraba como un liante de cuidado y aquí usa métodos parecidos. Deltegen y Arent están más divertidos que en la primera parte, formando una incómoda alianza con Scotland Yard.
La película empieza como un krimi normal de la Rialto: un whodunit rocambolesco con muchos elementos de acción y comedia (destacable el momento – nombrado antes de pasada - en que el Brujo prevé un atentado contra la vida de un niño minusválido envuelto en el caso y se dispone a salvarlo… ¡Lo sabe porque lo ha leído en la nivela original! Más meta imposible). Sin embargo, aquí se incorporan ciertos elementos más propios de un clásico thriller, algo que pese a que frena un poco el desarrollo está muy bien llevado y se agradece. Debe decirse, eso sí, que hay un tremendo agujero de guion al final. Si veis la película lo detectareis.
La película sigue de nuevo todas las convenciones del krimi, y destaca especialmente la muy agradable música jazz-pop.
No sabría decir si es mejor o peor que la primera parte, pero este dúo de películas del Brujo son para mí imprescindibles para los fans del krimi: interesantes, divertidas y encantadoras.
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