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El genio más flipao del Hollywood alternativo hace su primer manifiesto en favor de Alistair Crowley en este fascinante montaje de 1954. Hecha con dos duros, unos amiguetes y mucha creatividad, es un collage de imágenes de extraño colorido protagonizada (ya que “eso” que hacen no es interpretar) por una trepa de alucinaos de la vida que se mueven mecánicamente bajo los acordes de una compilación de música clásica centroeuropea.

Esto es como ver una pintura: es necesario no esperar nada de ella. Solo dejarnos llevar por lo que vemos y tomarnos poco en serio todo lo subliminal: Anger se muestra aquí como el gran precursor del videoclip (Scorpio Rising no haría más que confirmarlo) en una orgía de imágenes superpuestas que retratan el estado mental de los protagonistas, en pleno ¨viaje¨, insinuaciones homoeróticas (actualmente muy light) y máscaras de Halloween.

En resumen, una flipada cabalístico-esoterica con una buena fotografía y un curioso maquillaje (teniendo en cuenta los recursos con que contaba Anger).

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