Estimulante y sorprendente thriller psicológico que destaca por su estilo pulcro, frío y distante -muy francés-, su excelente guión y unas estupendas interpretaciones, especialmente de la pareja protagonista.
Llama la atención el concepto visual del escenario que tiene el realizador: un hospital moderno y pragmático, limpio y aséptico hasta el extremo; y blanco, muy blanco. La sensación que produce el edificio, un protagonista más de la historia, es ya de por si inquietante y desde luego no nos predispone precisamente para nada bueno. Es lo que el director y guionista, Gilles Marchand, pretende desde el comienzo.
En ese lugar silencioso y nocturno (hay pocas escenas diurnas) es fácil imaginar una amenaza velada, algo que puede pasar desapercibido para muchos ojos, pero que sin embargo no deja de acechar...
Partiendo de esa idea, la premisa clásica del juego del gato y el ratón parece diferente. Y es que en el fondo se trata de eso, de la chica buena e ingenua perseguida por el villano. Pero es el tratamiento que tiene la historia, los propios personajes, el tempo y la dirección, más el uso del escenario, lo que colocan a este film en el polo opuesto de cualquier película americana de similar temática.
Estamos ante un film psicológico en el sentido más exacto del termino. Cuenta más lo que se intuye que lo que vemos, el presentimiento antes que la acción o lo sugerido antes que lo mostrado. El miedo o la tensión son puramente psicológicos.
Si te metes de lleno en la historia y los personajes desde el principio, la película puede fascinarte. Pero ¡ojo! que nadie se llame a engaño. Si te cuesta entrar en ella o no estás predispuesto, puedes salir muy decepcionado. El ritmo es muy lento, dura más de 120 minutos y la acción es mínima. No se ve ninguna muerte -aunque las tiene-, apenas hay sangre y carece por completo de escenas efectistas. Tampoco hay giros ni sorpresas finales. Los diálogos tienen tanto peso o más que las imágenes, aunque tampoco son excesivos, y el desenlace es bastante convencional y carece de clímax.
Los críticos americanos (que en su mayoría no han entendido la película) la consideran un film hitchcockiano. Mientras la crítica francesa destaca la influencia de Clouzot. Incluso algunos mencionan a Lynch. Algo de estos directores hay, aunque no tanto como uno puede esperar.
Personalmente me ha parecido brillante y me ha ganado por completo. Es un ejercicio de estilo donde puede parecer que imperan más las formas sobre el fondo, lo visual sobre la escritura. Pero esto se debe simplemente al atractivo enfoque visual del director. Sin embargo, el guión es igualmente notable, con personajes atrayentes y bien modelados, y diálogos coherentes y precisos.
Muy recomendable si te gustan las películas cuyo estilo es la antítesis del cine americano.

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