22/11/63, Stephen King

Por Javier Bocadulce

Parecía diferente. Esta vez era un profesor de instituto. Sí. Pero, en el fondo, Jake Epping-como se insinúa más de una vez en la narración- es un escritor frustrado. Y el origen del conflicto es una redacción mal escrita, pero cargada de emoción. Justo. Como es la base de toda novela de Stephen King...aunque todo indicaba que los derroteros eran inusuales: ¡viajes temporales! ¿Stephen King involucrado en la redacción de una novela con el fondo de un viaje en el tiempo? Extraño, pero revelador del tipo de escritor del que estamos hablando. Puede con todo, no se encasilla, y en cada gesto aporta un colorido marca de la casa.

La puesta en escena, como siempre, es excelente; a los primeros párrafos, inevitablemente, te ha obligado a continuar leyendo como un poseso. El halo de misterio que surge a medida que escribe, está al alcance de muy pocos en toda la historia de la literatura. Considero que, si en algún momento pareció marcharse, ha regresado el mejor King.

Para un servidor, apasionado de la novela de ficción científica, el anuncio de 22/11/63 implicaba, por un lado una golosina que estaba ya tardando en degustar; por otro, un pánico lógico. Pero salí pronto del susto. Ni Philip K. Dick había tomado posesión del alma de King, ni Matheson le estaba susurrando al oído, ni Asimov se le aparecía en sueños. No. El viaje en el tiempo, en esta novela, es el engranaje perfecto para cohesionar una historia con una trepidante e inverosímil acción.

En realidad, muchas de las novelas de Stephen King son viajes temporales para quienes las leen: cuesta muy poco identificarse con sus anónimos personajes, tan bien perfilados, desarrollados y encajados en estereotipos sociales, culturales y cronológicos de la sociedad americana de décadas pasadas; que, para un lector, a su vez, buen cinéfilo, constituye un reflejo de aquellas películas americanas de su infancia o su adolescencia, marcándole de inmediato con el componente nostálgico de sus propias experiencias.

22/11/63 nos presenta a un profesor de lengua y literatura, de lo más corriente, que se gana un sueldo extra impartiendo clases para adultos, de los que no espera grandes progresos. Se siente complacido con su asistencia y su mera atención, y se muestra generoso en sus calificaciones, como le sucede con Harry Dunning. El día que pide a sus veteranos alumnos una redacción que muestre algún capítulo relevante de sus vidas en el pasado, Harry, entre incorrecciones sintácticas y ortográficas, le sorprende plasmando en unos escasos folios, un terrible suceso sufrido durante la infancia, cuando su padre, borracho, aniquiló en la noche de Halloween de 1958, a prácticamente toda su familia, un acontecimiento del que Harry salió vivo milagrosamente. Poco después, el profesor Jake Epping, emocionado y aturdido aún por el relato, recibirá una intrigante llamada telefónica por parte de Al, dueño de un pequeño restaurante, del que es cliente habitual, por un asunto serio y urgente: le hará partícipe de un tremendo secreto. En el almacén de su local, se ubica una especie de agujero temporal que conecta directamente con el 9 de septiembre de 1958, y que ha descubierto por casualidad.

La arquitectura de la narración reposa firmemente sobre un tejido tan elástico y sólido a la vez, tan esponjoso y pegajoso como una tela de araña sobre la que deposita paisaje urbano y personajes, tenazmente interrelacionados por la mínima vibración que producen en ella las injerencias del intruso en el pasado.

Estos devaneos por el tiempo tienen ciertas limitaciones: La ausencia del sujeto sometido al viaje se traduce en el presente " siempre " tan sólo en dos minutos, independientemente de los días, semanas, meses o años que permanezca en el pasado. Y siempre se aterriza en el 9 de septiembre de 1958. De este modo, los estragos físicos se hacen evidentes en ciertas ocasiones, como le sucedió a Al, motivo que le lleva a suspender su objetivo, una buena acción - salvar la vida en 1963 de J. F. K. -, una tarea descomunal que le ha pasado factura, pero con la esperanza de que Jack tome su testigo. Eso sí, con la constancia de que el pasado es como una bestia informe que no desea ser corregida, y actuará como un personaje vivo más.

El planteamiento de inicio en la novela parece dejar claro que viajar en el tiempo esté justificado en el intento de lograr una inigualable hazaña, con un alto objetivo, como salvar la vida de J.F.K.; pero, conociendo el cariño de King por los personajes anónimos, no extraña comprobar que nos ponga en un brete: ¿por qué ha de ser más importante salvar a JFK que a un ser corriente, anodino para la historia? Para King es más valiosa la grandeza de una vida que la vida de un grande. Su filosofía vital plasma lo increíble en lo efímero. El protagonista de 22/11/63 es un dechado de generosidad que afronta en sus carnes las feroces y contundentes acometidas del pasado, lo que le lleva a tomar las medidas oportunas en las decisiones más difíciles, en este caso tomando como ingrediente fundamental, el corazón. A mitad de la novela, el texto - como suele ser habitual en King - se remansa plácidamente. Por momentos, parece introducirnos en una historia de ñoño romanticismo. Tal vez. Quizás para muchos seguidores, haya exagerado este extremo. Pero incluso en la melíflua relación que Jake mantiene en el pasado con la joven bibliotecaria Sadie, epicentro real de todo el relato, se muestra King como un maestro. El amor se convierte en clave para que King se explaye: los conceptos de bondad o maldad; avance y progreso frente al retrógrado comportamiento, propio de una época; de lo moral y lo inmoral...sirven como pinceladas corales en una atmósfera que pretende atronar los oídos, clamando que la sinceridad y los afectos - algo ya tan obsoleto, al parecer - describen lo mejor del ser humano, se ubique en el lugar o el tiempo en que se ubique.

King siempre se las apaña para lograr que sus personajes, por breve que sea su participación, carguen con unas connotaciones, evidentes o solapadas, que motiven al lector a permanecer siempre atento a la posible implicación de éstos en el devenir del relato. ¿Salva King a Kennedy en su novela? ¿Qué importa eso? Es algo que descubrirá quien se aventure a leerla. Lo verdaderamente mágico de su creatividad estriba en que mete al lector de lleno en sus dilemas imposibles, haciendo que nos planteemos, enfoscados en el texto-como si aquello fuera real y posible-, nuestros propios principios y prioridades. Nos hace sentir en la garganta ese caramelo con pinchos de su narrativa. Intrigas detectivescas, amores puros, coincidencias redundantes muy de King, en una novela que no abusa como otras suyas de excesos descriptivos, lo que es de agradecer teniendo en cuenta su extensión de más de 800 páginas...Casi todo viene a cuento, y resulta muy agradable comprobar ciertas sutilezas que recuerdan a las técnicas de Hitchcock en películas como La ventana indiscreta, con esos personajes que lo dicen todo con su lenguaje gestual, observado a distancia, y nos cuentan, a Jake y a los lectores, cuanto necesitamos saber en cada momento.

No existe ninguna necesidad en King de justificar científicamente el efecto del túnel temporal. Sólo es un argumento narrativo que le permite calar profundamente en el conflicto emocional que condiciona las acciones de sus personajes. Por ese motivo, porque sus personajes son muy de verdad, lejanos a la vez que cercanos a los estereotipos, y son gente corriente, como cualquiera de nosotros, a la que le ocurren dramas y alegrías de héroes; o son malvados terribles y desconocidos, no en pocas ocasiones con tintes sobrenaturales o inverosímiles; esos personajes anónimos con fondo, un fondo que puede girar de un extremo a otro en el comportamiento... por ese motivo, King decide que el planteamiento moral de Jake sea salvar, en primer lugar, la vida de la familia de Harry Dunning, y dejar a JFK para más adelante.

Una y otra vez, King lo consigue. Impone, vuelta tras vuelta de tuerca a las situaciones, en un baile frenético con el lector, al que engatusa con un salpicado de veladas informaciones pertinentes para la comprensión final de la obra, una tensión por encima del máximo, llegando a sacarlas de su ciclo natural...Cuando lo bueno y lo malo se confunden, en circunstancias tan grotescas por su extraña resolución, inopinadamente odiosas para el lector, no obstante, King logra que nos planteemos su viabilidad, poniéndonos en una situación moralmente embarazosa, pues conoce nuestra alma al dedillo. King siempre juega con los límites; uno piensa que se ha jugado todas las cartas.¿ Con qué nos sorprenderá? Siempre nos crea una inquietud, como si los rincones más oscuros de nuestras almas fueran un paraje luminoso para él. El miedo y la ira suelen activar mecanismos que desembocan en reacciones, bien de pensamiento, bien de acción, poco honrosas.

Ah, el loco de Maine... el inventor de malvados exquisitos en las tierras provincianas que le vieron corretear de niño a través de su serena y aburrida placidez, imaginando para su anodino futuro, truculentas historias, falsas y atractivas...La discusión está en quién es Stephen King. Su corona de rey de la novela de terror actual permanece estable, a mi juicio, pese a sus mínimos devaneos con una eventual mediocridad. Ahora bien, considerando su obra completa, se me antoja que estamos realmente ante un gran escritor, sin más, que no es poco...no un gran escritor de novelas de terror. El eligió esta temática, posiblemente por ser la que le causaba mayor agrado. Pero "Tito" King es un enorme escritor, creador de personajes profundos. Su soltura, su capacidad descriptiva, su talento narrativo engatusa de forma similar a como lo harían -salvando las distancias - Camilo José Cela o Pérez Reverte. Ha conseguido, merced a su increíble calidad literaria, engrandecer un género no pocas veces denostado. Probablemente, King eligió el género de terror por los giros sorprendentes de las tramas, por ser un campo que se aviene fluidamente al dibujo nervioso de los cambios que pueden operarse en esos personajes que tanto le gustan.

Una novela muy entretenida y de ágil lectura, pese a su extensión.


Comentarios (2)



     

astor
#1

mmm...que mal aburrido y nada especificio no saben ni empezar


     

FoxFonsa
#2

Es verdad que King domina perfectamente la narración de la historia. Aunque en este libro se le va un poco la mano con la larga estancia en el pasado, es una novela recomendable.


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