La película australiana "Tiburón Blanco: La Bestia del Mar" (título internacional: Beast of War), dirigida por Kiah Roache-Turner, llega a los cines españoles el 22 de agosto de la mano de A Contracorriente Films.
Esta vez, el terror viene con uniforme militar y dientes afilados. Ambientada en plena Segunda Guerra Mundial y protagonizada por un tiburón blanco de seis metros, la película ha causado sensación en el Melbourne International Film Festival, donde ha sido recibida como una mezcla explosiva de cine bélico, terror submarino y comedia negra con sello australiano.
Una pesadilla acuática cargada de testosterona
Luke Buckmaster, de The Guardian, define el film como “una película de guerra desatada con un giro de tiburón blanco, un estallido de caos oceánico con una atmósfera muy suya”. Avisa de que aquí no hay espacio para el realismo social, pero sí para pasarlo en grande. Destaca la presencia de Mark Coles Smith, al que califica de “líder entretenidísimo, listo para darle un puñetazo en la cara al tiburón en cualquier momento”.
Para Buckmaster, no estamos ante un drama histórico ni una peli de terror al uso, sino ante una experiencia “en el borde de la conciencia: no del todo real, ni del todo pesadilla”.
Un delirio sangriento con sabor australiano
Stephen A Russell, de ScreenHub, la describe como “una pesadilla WWII chispeante en el agua”, y celebra la apuesta schlocky del director, que combina efectos prácticos, neblina, frases patrióticas y litros de sangre sin ningún tipo de vergüenza. Para él, esta película “navega entre la reverencia histórica y el pandemonio de serie B sin complejos”.
También destaca el trasfondo del personaje principal: “Smith aporta peso histórico al papel, interpretando a un soldado aborigen que, pese al racismo institucional, lucha por salvar a sus compañeros y plantarle cara a la bestia”.
Monstruosidad, tensión y humor con uniforme
“Tiburón Blanco: La Bestia del Mar” toma como punto de partida el hundimiento del HMAS Armidale, pero no pretende ser una recreación histórica. Su objetivo es claro: ofrecer un espectáculo salvaje, directo y sin complejos.
Con una criatura animatrónica apodada “Shazza”, escenas cargadas de violencia y un protagonista que prefiere beber su propia orina antes que una Estrella Galicia, la película se lanza sin miedo al legado de Tiburón, pero con una personalidad irreverente y muy australiana.
Rodada en tanques de agua con niebla artificial y una fotografía saturada, el resultado es una especie de cómic bélico llevado al extremo: exagerado, provocador y pensado más para el impacto visual que para la fidelidad histórica.
¿Es Tiburón Blanco: La Bestia del Mar una gloriosa locura o simplemente carne de cañón para nostálgicos del cine de tiburones? El debate ya está abierto.
Carlos Teorético dijo: Pues a mí sigue sin llamarme la atención.
Tal vez en un futuro remoto y distante la llegue a ver.
Gracias por compartir.
Saludos.
no se pero me gustaria ver que sale de este director que ya nos sorprendio...asi es que me apunto
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10
CarlieMorton
#10
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Carlos Teorético
#1
Pues a mí sigue sin llamarme la atención.
Reportar CitarTal vez en un futuro remoto y distante la llegue a ver.
Gracias por compartir.
Saludos.