Con "La Hora del Silencio", Brad Anderson nos plantea un thriller que sobre el papel prometía bastante, pero que, lamentablemente, no termina de cuajar. La película gira en torno a Frank Shaw (Joel Kinnaman), un detective que pierde gran parte de su audición tras un accidente, y su intento por proteger a una testigo sorda atrapada en un edificio junto a un grupo de criminales. La premisa es llamativa, pero se queda a medio camino, entregando una historia que resulta predecible y carente de tensión real.
Lo más destacable del film es la relación que se establece entre Frank y Ava (Sandra Mae Frank), la testigo sorda. Desde el principio, sus interacciones generan cierta curiosidad, y hay un intento honesto de representar cómo se comunican en un entorno hostil. Además, la primera parte del film consigue transmitir de manera eficaz lo que Frank está experimentando con su pérdida auditiva, utilizando el sonido para ponernos en su piel. Sin embargo, este aspecto tan bien logrado se va desvaneciendo a medida que avanza la película.
El principal problema de “La Hora del Silencio” es su previsibilidad. Desde muy temprano, es fácil anticipar los giros de la trama, lo que resta emoción a la historia. Las escenas de acción, que deberían ser el motor de la película, se sienten planas y poco creativas. En lugar de aprovechar al máximo el entorno cerrado del edificio para generar tensión, el guion recurre a situaciones que resultan poco creíbles, como cuando uno de los personajes pisa plástico de burbujas en pleno momento de peligro. Estas situaciones, en lugar de sumar, restan credibilidad y frustran al espectador.
A nivel interpretativo, Joel Kinnaman hace lo que puede con el material que tiene, aunque su personaje parece estar más centrado en su discapacidad que en sus habilidades para resolver la situación. Sandra Mae Frank, por otro lado, ofrece una interpretación sólida que añade profundidad a su personaje, aunque el guion no la acompaña del todo. Y si bien Mark Strong y Mekhi Phifer son actores con un gran talento, en esta ocasión no tienen el espacio para brillar, con personajes que se sienten más como arquetipos que como personas reales.
Jacinto Daninsky
#1
NO ME CHILLES DE UN DIOS MENOR
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