Uruguay,
15 de Septiembre de 1916 Falleció: 06 de Enero de 1999 82 años Un poco de su vida:
Director, productor, crítico, animador cultural. Si a principio de los años 40, no lo hubieran llamado del Sodre (Servicio Oficial de Difusión Radio Eléctrica, organismo estatal de radio, orquesta sinfónica, ballet y cine) para ofrecerle la creación de Cine Arte, departamento que cuarenta años después se convertiría en el Archivo Nacional de la Imagen, Danilo Trelles hubiera sido probablemente uno...
+ de los críticos más influyentes del continente. Ya había aceptado ser el crítico de cine en el semanario Marcha, que Carlos Quijano proyectaba editar y con quien Trelles había trabajado en diarios de corta existencia, pero optó por el Sodre. Esa decisión cambia su vida y cambia también una parte de la vida cultural del Uruguay. Primer organismo de cultura cinematográfica y primer archivo fílmico de América Latina, Cine Arte es obra personal de Trelles (luego con asistencia de Hugo Rocha y Jorge Ángel Arteaga), y desde 1942 exhibe las obras maestras de un cine todavía joven, inventa los festivales internacionales de cine documental y experimental, atrae hasta Montevideo a grandes maestros (John Grierson, Bert Haanstra, Nelson Pereira dos Santos, Fernando Birri, Joris Ivens), agrega un concurso nacional, inicia la formación de un público y una cultura cinematográfica en el Río de la Plata. Durante casi veinte años es un referente internacional. En ese tiempo Trelles es el agente de una compañía sueca de aviación, que le facilita los transportes de copias y que marca su itinerario errante y el conocimiento personal de gente de cine en casi todo el mundo. 1949 es el año de Pupila al viento, uno de los mejores cortometrajes poéticos uruguayos, codirigido por Trelles y Enrico Gras con Rafael Alberti en la banda sonora y producción y guión deTrelles, con una camara movil que gira en torno al faro de un pequeño y por entonces despoblado puerto atlántico uruguayo, Punta del Este. En el 62, SAS lo traslada a Estocolmo, deja Montevideo y Cine Arte, se las ingenia para convencer a los suecos para crear una gerencia de eventos en Praga y que él sea el gerente. Con un don particular de ubicuidad y de hacer varias cosas al mismo tiempo, se las arregla para producir en Brasil tres largometrajes de Nelson Pereira dos Santos (Mandarú vermelho, Boca de ouro, Vidas secas) a través de Productores y Realizadores Independientes de América Latina, algo parecido a una productora que crea con Nelson, Sérgio Sanz, Barreto, mientras en Praga gerencia simultáneamente la agencia aérea sueca. Se vincula con Vladimir Opela del Narodny Filmowy Archiv (la cinemateca estatal checoslovaca), donde quedan los negativos originales de Pupila al viento, repatriada al Uruguay en los 90, y disribuye para la televisión de Praga reportajes latinoamericanos: Rapsodia criolla, Las puertas de la primavera (realizada con apoyo de UNESCO), Soledad. De Praga SAS lo manda a Santiago de Chile, donde en 1973 hay un golpe de estado pero en ese momento Trelles está en Europa y no vuelve. Renuncia a la aviación comercial, se muda a Roma, participa de varios proyectos frustrados con Renzo Rossellini (hijo de Roberto Rossellini), y en el 77 parte a Barcelona donde entre otros oficios ejerce de nuevo la crítica cinematográfica. En 1982 se va a Madrid, crea la productora independiente Focus, amparada por Pilar Miró y TVE (televisión estatal española, gobierno de Felipe González) para la que realiza una serie de reportajes latinoamericanos sobre productos básicos de Brasil (el café), Chile (el cobre), ejerce la corresponsalía para El Día de México y escribe en El País de Madrid. Sus vínculos con Uruguay los mantiene a la distancia y colabora con materiales de archivo obtenidos en TVE para Crónicas del exilio de Alexis Hintz, un muy largo filme de montaje sobre la dictadura en Uruguay. Recuperada la democracia en el país, Trelles sigue en Madrid, es corresponsal del semanario uruguayo Brecha, aunque periódicamente viaja a Montevideo. Fallece en uno de esos viajes, en los primeros días del 2000, pero ese verano montevideano la noticia no merece las reseñas periodísticas ni los reconocimientos públicos que requería.
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