Joan Crawford, accionista de Pepsi, telefoneó indignada a Wilder quejándose de la publicidad descarada que la película hacía de Coca-Cola (ignorando que Wilder eligió a la compañía de Atlanta debido a la mala relación que había tenido con un directivo de Paramount que era accionista de Coca-Cola). Wilder añadió el famoso gag final para calmar - y de paso vacilar - a Crawford.
Cuando van arrojando desde el auto los sombreros descartados, ninguno de ellos se pueden ver en las calles desde las ventanas traseras interiores. Y mira que son muchos...
TANO
Divertidísima comedia de Willy Wilder que hace una sátira bestial a la guerra ideológica entre capitalistas y comunistas en un escenario perfecto: Alemania en los primeros tiempos del muro de Berlín.
Me ha resultado curioso que, en vez de inventar una marca, aquí las cosas van más claras: es la propia fábrica de Cola Cola de Alemania donde nuestro protagonista es el encargado, un tremendísimo James Cagney haciendo el que sin duda es uno de sus... (seguir leyendo)