Ficha Encubridora

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Críticas de Encubridora (2)




Mad Warrior

  • 26 Nov 2021

8



Como otros grandes directores, Fritz Lang poseía un espíritu de artesano y siempre prefería arriesgarse en su profesión que quedarse estancado en un género 9 tipo de cine.

Al natural de Austria siempre se le reconocería por ser uno de los maestros del expresionismos en tierras alemanas y uno de los más hábiles dentro del cine negro en las americanas, lo cual le sirvió para poner de manifiesto toda la destreza que poseía como narrador de historias y creador de atmósferas absorbentes. No obstante sus intervenciones en otros géneros resutan iguales de satisfactorias, desde los grandes melodramas románticos hasta las fábulas de aventuras, o, como en este caso, los ¨westerns¨, un cine al que tampoco regresaba con mucha asiduidad. Antes de los años 50, la edad dorada de las películas del Oeste, sólo había dirigido dos de ellas.
Estas fueron ¨La Venganza de Frank James¨ y ¨Espíritu de Conquista¨; pero habrían de pasar once años para que el hombre se volviera a poner al frente del género (aunque a punto estuvo de filmar ¨Winchester 73¨, el ahora clásico de Anthony Mann), y lo haría en un proyecto pensado originalmente como vehículo de lucimiento para su diva protagonista, la inimitable Marlene Dietrich. Del libreto se encargaría Daniel Taradash (quien más tarde escribiría ¨De Aquí a la Eternidad¨ y ¨La Fortaleza¨) tomando de base una historia original de la guionista Silvia Richards.

¨Oh!, listen...listen well. ¡Listen to the legend of Chuck-a-luck!¨. Así se inicia la película que nos disponemos a ver y de igual modo la canción que irá conduciendo los cauces de su trama (original de Ken Darby pero interpretada por William Lee); es el primer ¨western¨ de la Historia del cine en utilizar este recurso, imitado hasta la saciedad a partir de entonces. Se trata de un cantar de gesta cuyo motivo esencial es el odio, el asesinato y la venganza que pone en los oídos del espectador con un sentimiento juguetón y no menos épico lo que más tarde irá presenciando en imágenes.
Tras esto un beso, el beso de una pareja, una secuencia inicial que podría hacerse pasar por un final, el clásico final feliz que tanto le gusta a la industria hollywoodiense promover...pero nada más lejos de la realidad. Lang deshace el maravilloso sueño y sólo concederá a la susodicha pareja unos segundos de regocijo, pues nada más separarse el hombre de la mujer ésta se verá sorprendida por dos asaltantes; uno de ellos la maltratará y luego la asesinará. Arranca realmente ¨Rancho Notorius¨ (así la quiso bautizar el entonces jefe de RKO Pictures Howard Hughes), como ya nos ha anunciado su melancólica melodía: a través de una historia de sangre y muerte, dolor y rabia, rencor y odio irrefrenables.

Vern Haskell, que es como se llama el hombre, se embarca en una cruzada de venganza para atrapar a los criminales, iniciada en las escarpadas tierras de Wyoming y donde dos enigmas serán la clave para descubrir la identidad de los autores: el nombre de un lugar (Chuck-a-Luck) y el de una persona (Altar Keane). De hecho ésta será una mujer, ¨fría como el hielo y ardiente como el Sol¨, y sobre ella se erigirá todo un misterio que contribuirá a mitificar su figura. Poco a poco la venganza queda relegada, convertida en subterfugio por Lang para centrarse en esa bella, misteriosa, fuerte e independiente ¨femme fatale¨ cuya presencia casi fantasmal persigue Vern sin descanso.
Con la intromisión de un personaje claramente melodramático (Frenchy) el protagonista es conducido a ese refugio situado en la frontera de México de cuya leyenda nos ha advertido Lee en su balada; así, las piezas encajan y el director derriba el mito construido alrededor del Chuck-a-Luck y de Altar, a quien sólo habíamos conocido mediante ¨flashbacks¨, jefa de este lugar remoto, escondite de pecados y pecadores, de criminales y proscritos, a todas luces de muertos en vida donde por encima de todo se guarda la confidencialidad. Allí deberá Vern identificar al culpable, sirviéndose de mentiras para ocultarse.

Una joya en forma de broche que pertenecía su esposa y que ahora se halla en un vestido de la dueña es el elemento disparador de la sospecha para el anterior, quien se verá inmerso en un inesperado triángulo amoroso (él, Altar y Frenchy) dispuesto acorde al melodrama clásico, pero lo importante para Lang es subvertir los clichés del género, llevarlos a un profundo reverso de oscuridad y confundirlos con los elementos más propios del cine negro, haciendo hincapié no en la acción (aun así manejada con nervio y sentido del ritmo), sino en la intriga y en la psicología de unos protagonistas más complejos de lo que a simple vista parecen.
Protagonistas (Altar y Vern) unidos por un amargo pasado que fue tocado por los desgarradores giros del destino, del cual son incapaces de huir, y cuyo romance no puede sino terminar en tragedia; la intención de Taradash y Lang no es narrar la historia ubicando el resorte de los fatales sucesos presentes desde un pasado cercano, sino desde un pasado soñado que nunca pudo suceder. Los correctos Arthur Kennedy, Mel Ferrer y Lloyd Gough quedan eclipsados por la poderosa belleza de una Marlene Dietrich autoritaria, fría y melancólica en un personaje femenino atípico (para el ¨western¨), heredado en las posteriores ¨Johnny Guitar¨, ¨Cuarenta Pistolas¨, ¨Hasta que llegó su Hora¨ o ¨Dos Mulas y una Mujer¨.

Prestando especial atención a la emoción psicológica de sus personajes y modelando una atmósfera tan áspera y violenta como romántica y evocadora, el austriaco pervierte la narrativa y otros tradicionalismos del Oeste, de los que se nutre orgulloso, creando una fábula de suspense y melodrama más inclinada al ¨noir¨ que hacia el clasicismo de los típicos ¨westerns¨ hollywoodienses.
En 1.952 se estrenan algunas joyitas del género: ¨Horizontes del Oeste¨, ¨Río de Sangre¨, ¨Horizontes Lejanos¨ y la inmortal ¨Solo ante el Peligro¨, de Fred Zinnemann. La obra de Lang mereciera figurar entre éstas.



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  • 24 Jul 2019

6


Aceptable western clásico el cual, si bien no es de los mejores del género, se deja ver.
Lo peor, sin lugar a dudas, es la realización: mala fotografía, malos decorados, mal vestuario y mal maquillaje. Si cabe destacar que está bien filmada con encuadres prolijos y buen montaje.
La historia es bastante naíf pero, dentro de todo, entretiene como la mayoría de las películas de esta época.
En fin, si bien no es una obra maestra tampoco está mal.



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