Ficha Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis


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Críticas de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis (1)




Mad Warrior

  • 22 Jul 2023

7



Recordemos las palabras de Julio Madariaga, fundador de un lugar de credos y razas en armonía que pronto va a quebrarse, a Marcelo Desnoyers:
¨¡Yo soy español; tú, francés; Karl, alemán; mis hijas, argentinas [...]; y entre los peones se hallan todas las razas y credos! En Europa tal vez nos mataríamos, pero aquí somos amigos¨.

El Mundo es así pero el estallido de la guerra provoca la ruptura de esta armonía; la Gran Guerra, sí, vivida día tras día desde su humilde estancia en París por un Blasco Ibáñez que la retrataría desde el seno de una familia rica que termina tan aplastada como Europa...pero la situación contemplada cuatro décadas después por Vincente Minnelli no es la misma. Ha sido reclutado por los señores de MGM, empeñados en resucitar sus clásicos, para dirigir la segunda adaptación de la triunfal ¨Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis¨; rehúsa los cambios en el enfoque histórico sin éxito pero recibe el presupuesto más abultado de su carrera para una producción a gran escala, culminando en un rodaje muy extenso, con problemas de localizaciones, de guión, de reparto, de montaje y, finalmente, de taquilla.
La trama, que vuelve a prescindir del pasado de los protagonistas, se establece en Argentina igual que la también legendaria primera versión muda de Reginald Ingram, y desde el punto de vista del más querido de los nietos de Madariaga, Julio; dos fallos las distancian: Glenn Ford toma el papel de Rodolfo ¨Valentino¨, de 20 años menos cuando se desempeñó de protagonista, y la época se adelanta hasta la toma del poder de Hitler, poco antes del estallido de la 2.ª Guerra. La secuencia en la que el hacendado es testigo del desastre venidero al pertenecer las dos mitades de su familia a los bandos que están a punto de chocar en Europa representa el estilo puro de MGM.

Un irreconocible Lee J. Cobb recita el monólogo que pertenecía originalmente al ruso Tchernoff con una carga melodramática tan grandilocuente como ridícula, y acompañándose de un despliegue visual y formal espectacular. Todo para figurar a vivo color la aparición de los jinetes del título en el cielo que tantas catástrofes presagian, y que veremos a partir de la disgregación familiar hacia Europa; el libreto de Robert Ardrey (retocado por John Gay) respeta los roles de Ibáñez: contra el estoicismo y la entrega a la causa alemana de los Von Hartrott, el hedonismo y la neutralidad de los Desnoyers. Ford resulta acartonado y poco creíble dando vida a Julio en su conversión a vivaz pintor bohemio, acorralado por causas de fuerza mayor tras enamorarse de la dama de sociedad Marguerite.
Ésta presenta el llamativo rostro de la sueca Ingrid Thulin y ambos relatos se centran en su amor furtivo a espaldas de su marido, Laurier, llamado al servicio militar; pero ella no parece tan infeliz como su contraparte Alice Terry. Su aventura con el ¨héroe¨ se estanca inevitablemente en la típica envoltura de melodrama hollywoodiense clásico, mientras el travelling de los rostros de los franceses preparados para la ejecución ahora es el de ciudadanos desolados al contemplar al enemigo alemán desfilando bajo el Arco del Triunfo. Restringido por las exigencias narrativas, Minnelli da importancia a los suntuosos decorados, los enormes escenarios, las tomas elaboradas con cientos de extras y apuntes experimentales a la hora de mostrar la crónica documental del avance de la guerra.

Ahora hay Resistencia Francesa (con la pequeña Chi-chi de rebelde en sus filas) y las sofisticadas reuniones de etiqueta sustituyen a la delirante fiesta donde los alemanes, borrachos y travestidos, violaban a una chica francesa. Si Ingram fue tan explícito en su maniqueísmo al igual que Ibáñez, el sentimiento se atenúa esta vez, más sutilmente; Von Hartrott, su hijo y demás oficiales se jactan con orgullo y superioridad de poseer todo lo que les rodea (incluida Marguerite, vergonzoso instante...), pero ni los jóvenes estudiantes disimulan su barbarie ni los miembros de la Resistencia sus maneras de actuar frías y despiadadas frente al neutral Julio.
Esta última actualización a conveniencia del cambio de escenario histórico deja atrás la transformación heroica del hijo descarriado al alistarse al ejército, influenciado por el coraje y las heridas del retornado Laurier, y de hecho morir combatiendo; aquí servirá a la causa de la Resistencia, bebiendo este largo (y a ratos soporífero) tramo de los dramas de espionaje de la RKO más que de la propia novela, con sus conocidas conspiraciones y misiones suicidas. Es mayor por tanto la distancia que separa la acción dramática de la acción en el frente (si bien todo acto de batalla en el texto nunca se conocía directamente).

Pero el cruzar de la 1.ª a la 2.ª Guerra no causa un problema tan molesto teniendo en cuenta que ya entonces promulgaba Ibáñez el ascenso del poder teutón en base a unas ideas de superioridad racial y de conciencia colectiva que poco o nada se apartaría de los discursos de Hitler, servidos aquí bajo unos tonos de rojo sangre figurando la Muerte encarnada. El director se rinde a la espectacularidad, al sabor añejo de la MGM años 50, a las secuencias románticas llenas de intensa y grandilocuente música, sin dejar de lado un retrato cercano, a ratos descarnado, a veces no tan trágico como debiera, de aquellos primeros años del nazismo y la lucha del pueblo francés.
Del reparto estelar quien mejor se entrega al drama es Charles Boyer, mientras Thulin también predijo algo: el enorme fracaso de la película. Y así fue. ¨Los Cuatro Jinetes¨ es, en el plano técnico y escénico, un logro a gran escala...pero como la mayoría de estos megaproyectos con tan poco cuidado en el guión, se hundió en taquilla. Fue la puntilla que les faltaba a los de MGM tras el batacazo de la épica ¨Cimarron¨ (otra recuperación de un clásico anterior, el último ¨western¨ de Mann y que además también protagonizaba Ford).

Mejor volver a la obra de Ingram para ver recreada la del autor valenciano en toda su épica plenitud.



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