Ficha Hay que Educar a Papá

6.56 - Total: 7

  • No la has puntuado
  • No has insertado crítica
  • No has insertado curiosidades
  • No has insertado ningun error


Críticas de Hay que Educar a Papá (1)




Mad Warrior

  • 7 Apr 2023

7



Hay que quitarse los andrajos, salir del calor de la estufa, dejar la boina colgada y las zapatillas de cuadros bajo la cama y salir al Mundo, tan lleno de enormes chalets con piscina, hay que hacer turismo, integrarse en la nueva sociedad...
A pesar de que todo ello pueda costar un ojo de la cara.

Desde que convergieron en ¨La Ciudad no es para Mí¨, una de los títulos españoles más exitosos de los 60, el binomio Pedro Lazaga/Paco Martínez Soria era infalible de cara a la taquilla, sin embargo, aunque pareciera que sólo el primero supo entender su vis cómica y a la vez crítica, José Luis Sáenz de Heredia también lo hizo maravillosamente (y ¨Don ¨Erre que Erre¨ ¨ es una buena muestra de ello). Así que, tras esta corta separación, vuelven a unirse para uno esos trabajos que de sobras sabían iba a atraer al público; ahora son Mariano Ozores y Vicente Coello los encargados del libreto.
Y resulta perfecto para una adaptación cinematográfica de la comedia teatral ¨La Educación de los Padres¨, que escribió el experto en el género José Fernández del Villar allá por 1.929, siendo de las últimas de su larga trayectoria. Renombrada como ¨Hay que Educar a Papá¨, la introducción, narrada, responde a uno de los clichés del cine humorístico de la época, y deja patente el genio de la pareja de guionistas al trasladar una obra de tres actos concebida antes de la Segunda República al escenario de la España abierta al resto del Mundo, con el Generalísimo aún vivo pero ya avistándose las olas del progreso y la libertad desde las costas, atestadas de turistas...

De nuevo el de Tarragona ejerciendo de cronista social, al igual que muchos de sus coetáneos, y no hace falta entrar en detalles porque el narrador omnisciente, con toda la gracia y salero, ya realiza un análisis a fondo del paso de los años en nuestro país y la evolución a la que poco a poco se tuvo que ir adaptando cada ciudadano, señalando con desdén el catalizador principal: la influencia occidental. Y la vuelta de las edades nos lleva a estos actuales 70, casi empezados, en mitad de un melonar cuyo dueño va a lanzarse a una cosecha para él aún desconocida: la de la modernización.
Severiano es el nuevo nombre adoptado por Soria, y sin el mínimo cambio de carácter que todas sus versiones del Agustín de ¨La Ciudad no es para Mí¨. Solo que el tiempo de cambio fuerza al agricultor de aquélla a introducirse en el negocio de la construcción y la urbanización aquí; y siguiendo la línea de sus anteriores películas, el detonante del gran choque generacional sobre el cual se desarrolle la trama es el retorno de dos hijos, nada bienavenida: Esteban y Julia, y mientras él se ha codeado con lo mejor del ¨hippiesmo¨ londinense (pero todos sus amigos hablan muy bien el castellano), ella se ha convertido en la chica de un niñato (Toni) cuyo padre pertenece a la burguesía acomodada.

Y el choque es tal que saltan las chispas a las primeras de cambio. El enfoque de Coello y Ozores se desvela bastante reaccionario, parco con la influencia extranjera, que corrompe a los hijos, y claro, esa corrupción pasa al seno familiar. Julia (con la vitalidad juvenil de Pilar Baizán, y a la que dan ganas de soltarse ocho guantazos en cada carrillo cada vez que abre la boca) se ha empapado del estilo de vida fácil que a fuerza de ahorro y esfuerzo le dieron sus padres, y en su inocencia se ha dejado embaucar por el falso lujo que le ofrece Toni, hijo del ¨conde¨ de Ronda (Jaime de Mora y Aragón parodiándose con su afilado humor).
Este apego al materialismo, la frivolidad y el amor por el interés debería hacer más reacción en el padre, pero en lugar de eso, y por su hija, pasa a ser otra víctima de los nuevos tiempos. Al contrario que el Benito de ¨El Turismo es un gran Invento¨, quien aceptaba el progreso por voluntad propia y con entusiasmo, Severiano lo hace aquí resignado y a regañadientes, provocando un clima de agobio a su alrededor más mordaz que de costumbre, pero el actor da el temple y la paciencia necesarios al personaje, que en todos los casos se muestra menos sabio y más confiado en comparación con los otros que Soria encarnó.

Por tanto la adaptación, la educación por la que pasa a lo largo del film, o más bien la decadencia moral por la que le obligan a pasar, queda observada desde el clásico delirio ¨ozoriano¨, quitando hierro al asunto. Es fácil apreciar que la autoría del guión pertenece al madrileño, además de por lo anterior: las situaciones se desarrollan muy velozmente, las frases son directas y poseen ese genio del esperpento que sólo él tenía, y no faltan sus toques picantes típicos, y que más de un sentimiento de vergüenza ajena pueden producir. Lo malo, puede que sea culpa suya o de su colega, es que el conjunto siempre es irregular.
Al tratarse de un vehículo para Soria, el argumento se centra en las desventuras de su personaje, dejando a los demás eclipsados, como simples soportes; la encantadora Julia Caba Alba en su papel de esposa adaptada a los cambios está algo desaprovechada, y del mismo modo Rafael Somoza, Máximo Valverde, la belleza alemana que fue Helga Lina como la sensual madrastra de Toni, e incluso Rafaela Aparicio y Emilio Laguna haciendo de criados, merecían la atención que no se les da. Y el colofón, rodado en Canarias, es demasiado corto para lo que realmente daba...

Sobresale mejor la actitud de Ozores, Coello y Lazaga, hosca y a la defensiva, contra todo lo progresista (la rebelión ¨hippie¨ les funciona a los jóvenes gracias a la cartilla de ahorros de los padres), y la condena contra la hipocresía y miserias de las clases medias-altas y la frivolidad que corrompe a la juventud, anonada con la modernización...
Por eso la única solución que queda es emplear la fuerza con el hijo y el engaño con la hija, pasar por métodos decadentes si ello les hace volver a respetar los valores tradicionales. Está justificado en manos del entrañable Severiano, que sólo quería disfrutar de la calidez de un hogar sencillo...sin saber que más vientos de cambio, huracanes, iban a sacudir la realidad española, y poco faltaba para eso.
Pero por ahora, con el ¨Fin¨ en lugar del ¨The End¨, triunfa feliz la tradición.



Me gusta (0) Reportar

Críticas: 1


Escribir crítica